El Gobierno elige a un militar para cerrar la guerra de clanes en el CNI

El Gobierno dio a Saiz la oportunidad de dimitir para que pudiera explicarse. Félix Sanz Roldán, el relevo


CLAVES

Saiz propuso «depurar» a medio centenar de agentes, pero Zapatero y Chacón lo rechazaron por disparatado.

El Centro estaba al borde del «cisma», y las «luchas internas» afectaban ya a la operatividad de los servicios secretos.

Los jefes antiterroristas estaban enfrentados con el responsable de la Dirección de Apoyo e Inteligencia, al que acusaban de dar información a Saiz para que éste la utilizara políticamente.

Entre los agentes también provocó malestar que el ex director acudiera a la comisión de Secretos Oficiales para ventilar asuntos privados.

Rubalcaba y Chacón perdieron con De la Vega la primera batalla de la permanencia de Saiz en el CNI; ahora se han sacado la espina











Viernes, 03-07-09




Alberto Saiz se adelantó a la decisión ya tomada por el Gobierno de destituirle como director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cargo en el que fue ratificado hace apenas dos meses, pese a la «disconformidad» de la ministra de Defensa, de la que depende el Centro. Fue Saiz quien con un comunicado dio a conocer ayer su marcha al detectar que dentro del Ejecutivo ni siquiera contaba ya con el apoyo de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, su principal «tutora» -junto con José Bono-, en los cinco años que ha dirigido el espionaje español.

Según diferentes fuentes, en fechas recientes Saiz propuso «depurar» del CNI a una cincuentena de agentes. Esta iniciativa fue presentada a Zapatero y a la ministra de Defensa, Carme Chacón, que la consideraron disparatada. Parece ser que este fue el detonante para que Saiz abandonara el CNI.

«Salida airosa»

Dichas fuentes consultadas por ABC precisaron que el Gobierno le brindó la oportunidad de que se «adelantara» para que pudiera «justificar» su dimisión, como así hizo. Pero por encima de ofrecerle una «salida más airosa», el Ejecutivo, muy preocupado por los acontecimientos, ha querido cerrar cuanto antes la grave crisis que la gestión de Saiz ha provocado en el Centro que se encarga, ni más ni menos, que de «prevenir cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones».

Así, el mismo tiempo que aceptaba la dimisión de Saiz daba a conocer a su sustituto, el general Félix Sanz Roldán, un hombre próximo al presidente del Gobierno y que ahorase se enfrenta a la difícil tarea de reorganizar el Centro para acabar con las camarillas y a reforzar su operatividad, dañada por episodios como los de Cuba y Marruecos. Con este nombramiento, el CNI vuelve a estar en manos de un general. El último fue Emilio Alonso Manglano.

Precisamente de «manglanización» definen fuentes consultadas por ABC la situación en la que Saiz deja el CNI. Y utilizan esta expresión como sinónimo de «caos», «gestiones no muy claras» y «traiciones». Tal es el deterioro que en los últimos meses ha sufrido el CNI que los medios consultados subrayan que la situación estaba al borde de provocar un «cisma» de consecuencias muy graves para el servicio secreto. Y es que las «luchas internas», más que las cuestionadas actividades de ocio de Saiz, han originado una conflictividad que afecta incluso al funcionamiento operativo del Centro.

Las «guerras» son tan evidentes que incluso el propio Saiz reconoció en el Parlamento que «tenemos un problema interno que tendremos que resolver. No todo el personal del Centro está dispuesto a trabajar con ahínco». Su afirmación causó gran sorpresa porque era la primera vez que un jefe del servicio secreto reconocía públicamente el malestar del Centro y, sobre todo, revelaba su incapacidad para resolver «el problema».

Uno de esos «problemas» se sitúa en la Dirección de Apoyo e Inteligencia, en manos de E.M., uno de los hombres de confianza de Saiz y con el que Agustín Cassinello, que en noviembre de 2008 fue destituido como director de la División Técnica de Inteligencia, mantenía duras y continuas desavenencias. Pero Cassinello no fue el único. También encontronazos con E.M., y por extensión con Saiz, los tuvo quien hasta mayo fue responsable de la Subdirección de Contraterrorismo.

El clima enrarecido creado entre los jefes de estas unidades que integran la columna vertebral del CNI era una «bomba de relojería». El motivo de tales conflictos era que los ahora destituidos pedían datos al responsable de Apoyo e Inteligencia y éste en lugar de transmitírselos a ellos, informaba directamente a Saiz, para que «los pudiera explotar políticamente», dicen las fuentes consultadas.

«Escaparate» del malestar interno han sido las informaciones que han acusado a Saiz de haber utilizado fondos públicos del CNI para actividades privadas. Por estas acusaciones tuvo que comparecer hasta en dos ocasiones en el Parlamento, una en la Comisión de Defensa y otra en la de Secretos Oficiales.

La gestión de Saiz en el CNI no ha sido fácil. A las tensiones internas hay que sumar los recelos que provocaba en algunos ministros. El de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, era uno de los que más le cuestionaba y, por extensión, Carme Chacón, quien en abril tenía en cartera un nombre para el CNI que no era precisamente Saiz. Al final, en esa contienda con Fernández de la Vega, los ministros perdieron. Ayer se sacaron la espina.