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GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
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Foro 1492 :: FOROS :: FORO DE HISTORIA
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GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Batalla de Numancia
Numancia es mucho más que una palabra, mucho más que un lugar. Numancia es el eterno monumento a la Libertad e Independencia de España.
En el año 146 aC Publio Cornelio Escipión Emiliano, el nieto adoptivo de el Africano, tomó Cartago. No tenía edad legal ni para ser edil, pero el Pueblo Romano se exasperaba con los nulos resultados de la guerra en África y estaba ya harto de Cartago. Por eso presionó para que, pasando por encima de la ley, Escipión pudiera presentarse a las elecciones al consulado en las que evidentemente arrasó. Fue elegido cónsul y así pudo legalmente ponerse al frente del ejército. El Pueblo Romano no se equivocó.
Como no se equivocaría cuando doce años después, en 134 aC volvió a presionar al Senado para que permitiera a Escipión Emiliano presentarse a las elecciones de nuevo.
De lo que esta vez estaba harto el Pueblo Romano era de Numancia.Roma estaba agotada por la interminable lucha. Los vencedores de la poderosa Cartago se estrellaban una y otra vez contra la pequeña ciudad hispana. Escipión Emiliano no quiso forzar aún más al Pueblo Romano con un nuevo reclutamiento en masa. Se contentaba con las tropas que estaban ya en España, aunque hubieran fracasado tantas veces y estuvieran tan desmoralizadas.
Así que con 4.000 voluntarios marchó hacia España dispuesto a acabar con aquella ciudad maldita causante de tantas desgracias para Roma. Entre los voluntarios que le seguían había 500 familiares, amigos y clientes de su gens a los que agrupó en una cohorte para que le serviera de escolta personal. Como el lugar del campamento destinado a la sede del mando se llamaba "Pretorio", a esta cohorte se la denominó cohorte Pretoriana, y es el antecedente directo de lo que siglo y medio más tarde se conocería como la Guardia Pretoriana.
Cuando Escipión Emiliano llegó a España se encontró con un panorama desolador. Las legiones romanas no eran ni la sombra de lo que él esperaba. Se hallaban acuarteladas en campamentos que más parecían sucursales de los casinos de Las Vegas que acuartelamientos militares.
Los legionarios vivían mezclados con prostitutas, adivinos, apostadores, traficantes, comerciantes y demás fauna en un ambiente tan corrompido como escandaloso. Escipión Emiliano los echó a todos de los campamentos y se dedicó a devolverles a aquellos hombres la disciplina de hierro que había hecho famosos e invencibles a sus padres. Entre los jóvenes oficiales de su ejército había uno natural de Arpinum al que la Historia tenía resevado uno de esos lugares inalcanzables para el común de los mortales, Su nombre, Cayo Mario.
Con la misma meticulosidad, con la misma frialdad tan típicamente romana con la que había destruido Cartago, Escipión Emiliano se puso a trabajar en "el asunto Numancia". Hizo saber a todos los pueblos hispanos que aquella campaña sería la definitiva y que cualquier pueblo que auxiliara a los sublevados sería exterminado. Si eso lo hubiera dicho cualquiera de los anteriores generales romanos la gente se hubiera reido, pero el que lo decía era nada más y nada menos que el hombre que había destruido Cartago hasta los cimientos sembrando el páramo a que la más bella ciudad del mundo había quedado reducido con sal. El recuerdo de Cartago y de Corinto oprimía los corazones de todo el mundo conocido y su eco llegaba claro y nítido a España.
Una vez convertido aquel ejército en una maquinaria asombrosamente eficaz. Al frente de 60.000 hombres, Escipión Emiliano comenzó la marcha desde Ampurias hasta Numancia. Las poblaciones observaban sobrecogidas aquel gigantesco despliegue de fuerza jamás visto hasta entonces en España. Un enorme tren de suministro llevaba las piezas de asedio desmontadas: torres, catapultas, ballistas y escorpiones. Escipión Emiliano rodeó Numancia por el norte y recorrió toda la zona alrededor mostrando a los hispanos cuáles eran sus poderes. Pero aún más que aquella impresionante maquinaria desplegada, era su propia persona la que hacía estremecerse a los sencillos pobladores de aquellas tierras. Numancia estaba condenada.
Y los numantinos lo sabían. Pero aquel sencillo pueblo, solo, sin posibilidad alguna de escapatoria ni la más remota de triunfo, decidió luchar. Fue una decidión tomada en asamblea, democráticamente. Pone los pelos de punta, pero aquellos españoles prefirieron sacrificar sus vidas para construir algo que hoy, más de dos mil años después, sigue moviendo los corazones de España.
Escipión Emiliano desplegó a sus tropas y construyó una primera línea de fortificaciones provisional alrededor de la ciudad. Agger et fossa, terraplén y foso, que sirvieron de defensa a los legionarios que metros atrás construían la verdadera línea de asedio consistente en un muro de piedra con torres de vigilancia y plataformas para la artillería. En la pequeña ciudad había unas 10.000 personas con no más de 4.000 hombres aptos para la defensa. Una lucha de 1 a 15. Igual que en cartago, Escipión Emiliano, jugador de ventaja, jugaba sobre seguro. No tenía ni el genio ni la atractiva personalidad de su abuelo adoptivo, pero era un romano de los pies a la cabeza, frío y calculador... y encima jugaba con ventaja.
Batalla de Covadonga
Los pobladores de los Picos de Europa estaban dispuestos a defender sus tierras de la ocupación árabe, y necesitaban un líder. Éste llegó en la forma de Don Pelayo, del que se dice que vino de Córdoba huyendo de los musulmanes, refugiándose en los montes astures para unirse a los sublevados; éstos le eligen como jefe por la aclamación popular, posiblemente en el Monte Corona, donde hoy se levanta una ermita que recuerda aquel hecho.
El emir árabe decidió acabar con la revuelta en el norte enviando un ejército al mando de Alkama, quien consigue victorias parciales sobre los cristianos hasta que emprenden una última ofensiva contra un grupo de rebeldes en el Monte Auseva.
En este punto historia y leyenda se confunden para relatar un hecho que sería decisivo para el futuro de España. Lo que parece cierto es que en el año 722 se libraría una dura batalla entren las tropas de Pelayo y un ejército que superaba los 100.000árabes. Los cristianos lograron dividir las tropas enemigas que huyeron por dos frentes, uno hacia el norte, en dirección a la plaza de Gijón, y el grueso de la tropa que se retiró hacia los Lagos de Covadonga. Desde allí pudieron cruzar los Picos de Europa por Ostón hacia el Cares, subiendo después por Amuesa, para pasar por Bulnes y Sotres, y finalmente salir por Ávila a Espinama.
La providencia quiso que, camino de Cosgaya, un desprendimiento del Monte Subiedes acabara arrojando al Río Deva a los 63.000 guerreros musulmanes que quedaban. La importancia de la batalla de Covadonga reside en lo que vendría después y que sus protagonistas ignoraban: se había iniciado un proceso que duraría más de 600 años y que se conoció como la Reconquista.
Finalizada la batalla, Pelayo fue coronado Rey de los Astures e instauró en Cangas de Onís la primera corte asturiana, que a la postre sería la semilla de la nación española. A su muerte Pelayo fue enterrado en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, que luego sería reconstruida con estructura románica. Sus restos serían trasladados posteriormente al Santuario de Covadonga, donde entonces hasta nuestros días se rendirá culto a la Virgen de Covadonga como símbolo del cristianismo asturiano.
A Pelayo le sucedió su hijo Favila, quien levantó en Cangas de Onís una capilla en honor a la Santa Cruz sobre el primitivo dolmen neolítico, como símbolo del nuevo reino cristiano. Según cuenta la historia, su breve reinado se vio truncado por su repentina muerte luchando con un oso.
Alfonso I, casado con una hija de Pelayo, sucedió a Favila y mandó construir en Covadonga el primer santuario en el año 740. Este rey continuó sus acciones guerreras contra los árabes, ampliando el reino de los Astures desde Galicia hasta Vasconia, incluyendo el Alto Ebro.
Última edición por CORAZÓN ROJO el 9/12/2009, 6:51 am, editado 2 veces
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Batalla de las Navas de Tolosa
La batalla de las Navas de Tolosa (Jaén) en 1212 supuso la entrada de los cristianos en el corazón de Al-Andalus conquistando poco después todo el valle del Guadalquivir.
La victoria de los cristianos aliados (castellanos, navarros, aragoneses y franceses) contribuiría al derrumbe del imperio almohade y a la rebelión de los andaluces para liberarse de ellos con lo que la desunión musulmana facilitaría aún más la conquista castellana.
El ejército cristiano de unos 70.000 hombres comandado por Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra (faltaba el rey de León), y los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes con numerosos caballeros franceses partió el 20 de junio de Toledo entrando en Malagón, villa que arrasaron pasando a cuchillo a la guarnición ante el desagrado de los castellanos, y poco después en Calatrava que se rinde tras corto sitio y abandonar sus habitantes la plaza lo que provoca la retirada de los obispos de Burdeos y Nantes no conformes con sus aliados más propensos a la conquista por pacto que por la fuerza.
El 14 de julio se pasa Sierra Morena por el puerto del Muradal y dos días después, el 16, se produce en los llanos de las Navas de la Losa o de Tolosa la gran batalla. Los almohades que cuentas en sus filas con tropas andaluzas poco propicias a defender a sus opresores, árabes y cábilas bereberes están mandadas por Muhammad al Nasir (Miramamolín). A continuación el cronista Ibn Abi Zar narra la batalla desde el punto de vista musulmán:
"Al oír Alfonso que Al-Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra él con todos los reyes cristianos que le acompañaban y con sus ejércitos. Al saberlo Al-Nasir, le salió al encuentro con las tropas musulmanas: avistáronse los combatientes en el sitio llamado Hisn al'Iqab, (Castillo de la Cuesta, hoy Castro Ferral); allí se dio la batalla.
Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos.
La zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano. en filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron sobre ellos en número de 160.000, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente. Los musulmanes resistieron heroicos, todos los voluntarios murieron mártires, sin dejar uno; las tropas almohades, árabes y andaluzas los miraban sin moverse. Cuando los cristianos acabaron con los voluntarios, cargaron sobre los almohades y sobre los árabes con inaudito empuje; mas al entablarse el combate huyeron los caídes andaluces con sus tropas por el odio que había dirigido Ibn Djimi al despedirlos.
Cuando los almohades, los árabes y los cábilas bereberes vieron que los voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los persiguieron espada en mano, hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus filas.
Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de 10.000 de los que formaban su guardia; un árabe entonces, montado en una yegua, llegóse a él y le dijo:
"Hasta cuándo vas a seguir sentado?, ¿Oh, Príncipe de los Creyentes!, se ha realizado el juicio de Dios, se ha cumplido su voluntad y han perecido los musulmanes." Entonces se levantó para montar el veloz corcel que tenía al lado; pero el árabe, descabalgando de su yegua le dijo: "Monta en ésta que es de pura sangra y no sufre ignominia, quizás Dios te salve con ella, porque en tu salvación está nuestro bien." Montó Al-Nasir en la yegua, y el árabe en su caballo le precedía, rodeados ambos por un fuerte destacamento de negros, a cuyos alcances iban los cristianos.
El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que no se salvó uno de mil. Los heraldos de Alfonso gritaban: "Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él". Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.
Fue esta terrible calamidad el lunes 15 de safar del 609 (16 de julio de 1212), comenzó a decaer el poder de los musulmanes en al-Andalus, desde esta derrota, y no alcanzaron ya victorias sus banderas; el enemigo se extendió por ella y se apoderó de sus castillos y de la mayoría de sus tierras, y aún no hubiera llegado a conquistarla toda, si Dios no le hubiese concedido el socorro del emir de los musulmanes Abu Yusuf ben Abd al-Haqq, que restauró sus ruinas, reedificó sus alminares y devastó en sus expediciones el país de los infieles.
De vuelta de Hisn al-Iqab fue Alfonso contra la ciudad de Ubeda, y la ganó a los musulmanes por asalto, matando a sus habitantes, grandes y pequeños, y así siguió conquistando al-Andalus, ciudad tras ciudad, hasta apoderarse de todas las capitales, no quedando en manos de los musulmanes sino muy poco poder.
Sólo le impidió apoderarse de este resto de botín la protección divina por medio de la dinastía de los benimerines. Dícese que todos los reyes cristianos que asisitieron a la batalla de Hisn al-Iqab, y que entraron en Ubeda, no hubo uno que no muriese aquel año."
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Batalla del Clavijo
La muerte de Silo le sucedió Mauregato (783-789), hijo natural de Alfonso I y de una esclava. Se dice que de éste reinado data la leyenda apoyada en diversas tradiciones -según recoge Alfredo Gil del Río en su obra "Historia y Antiguas Leyendas de La Rioja" (1977), del tributo de las cien doncellas concedido por el Rey a los emires Omeyas, a cambio de conservar la neutralidad.
Ramiro I (842-850), hijo de Bermudo el Diácomo, mantuvo diversas luchas contra Nepociano, que se había proclamado Rey de Oviedo. Su importancia en este estudio -añade Gil del Río- radica en su intervención en la Batalla de Clavijo.
Según cuenta la tradición en el año 844, por haberse negado a Abderramán II el vejatorio tributo de las cien doncellas, le fue declarada la guerra a los musulmanes, lo que dio lugar a la célebre Batalla de Clavijo.
El Rey Ramiro I reunió al Consejo de Estado, se negó a pagar el tributo al emir cordobés. La respuesta árabe no se hizo esperar y las tropas sarracenas se entregaron al saqueo y la rapiña. Cuando las tropas cristianas, en minoría, llegaron a Albelda, se enfrentaron al ejército musulmán y conocieron la derrota.
Los cristianos se hicieron fuertes en el Monte Laturce también llamado collado de Clavijo.
Los historiadores no se ponen de acuerdo. Sin embargo, se puede afirmar contrastando las diversas crónicas, que la famosa batalla de Albelda tuvo como escenario las inmediaciones de Clavijo en el año 860, pero no en el 844, que es la fecha que la tradición fija en la leyenda de fe -según afirma Alfredo Gil del Río.
La Leyenda
Resulta altamente curiosa, la trasformación que se produce sobre el Apóstol Santiago. De ser un enviado para predicar la paz y concordia evangélica a montar sobre blanco corcel desde el que ulva blandiendo su demoledora espada contra el infiel musulmán. Todo esto está motivado por la necesidad de "animar" a la población a luchar contra los musulmanes, no desde el punto puramente defensivo que tan malos resultados dio, sino como un acto iniciático y trascendente. Esta era la respuesta que hacia falta frente al espíritu de guerra santa con la que luchaban los musulmanes y que les conseguía el Paraíso.
El cambio de este Santiago Apóstol a Santiago Matamoros se produce en Clavijo, legendaria batalla de 834, ganada por Ramiro I a las huestes de Abderramán II y que seguramente nunca se produjo. La aparición de Santiago al Rey, su participación en la batalla a lomos de blanco corcel y la liberación del tributo de las cien doncellas, son de los más bellos episodios de la historia mágica de España. A dieciocho kilómetros de Logroño, se levantan, sobre una desafiante y soberbia roca, una de las ruinas más entrañables y emblemáticas de este hecho: las del Castillo de Clavijo.
Cuenta Juan G. Atienza en su libro LA RUTA SAGRADA lo siguiente sobre este hecho:
En estas circunstancias, el monaquismo cluniacense captó la necesidad de involucrar al pueblo en un ideal de Cruzada inexistente en sus inicios. Y, ante la perspectiva de que muchos cristianos encontraran incluso más cómodo vivir en la España islámica, que era respetuosa con sus creencias, se lanzó a buscar desesperadamente la intervención de algo sagrado que pudiera arrastrar a los remisos mediante la publicidad de un milagro guerrero, al que seguirían otros del mismo corte, todos ellos capaces de evidenciar la presunción de que los cielos cristianos estaban de parte de aquella masa de godos fugitivos enfrentados al islam y a la protección infernal que les proporcionaba la fe en el Profeta.
Se inventó el "otro" Santiago, el Matamoros, que se expandió rápidamente en una perfecta campaña propagandística. Así lo cantaría el poema de Alfonso Onceno, plasmando las quejas del rey don Juçaf de Granada después de la batalla del Salado (1340):
Santiago el de España.
los mis moros me mató,
desbarató mi compaña,
la mi seña quebrantó...
Santiago glorioso
los moros fizo morir;
Mahomat el Perezoso,
tardo, non quiso venir
Y así lo había proclamado la decisión apócrifa que le atribuyeron tardíamente al rey Ramiro 1, cuando, tras la inexistente batalla de Clavijo, dicen que promulgó el decreto que habría de convertirse en símbolo de una España atada de por vida al patronazgo de un Santiago matarife inventado por el monaquismo militante de Cluny: ". . . ordenamos por toda España e hicimos voto, que se ha de guardar en todas las partes de España que Dios nos conceda librar de los sarracenos por la intercesión del Apóstol Santiago, de pagar perpetuamente cada año a manera de primicias de cada yugada de tierra una medida de la mejor mies, y lo mismo del vino, para el mantenimiento de los canónicos que residen en la iglesia del bienaventurado Santiago y para los ministros de la misma iglesia".
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Batalla del Salado
Abul-Hassán, rey de Túnez, deseoso de tomar fiera venganza de la muerte de su hijo Abdul-Malik, acaecida en el cerco de Jerez, organiza un numeroso ejército, con el que se propone la conquista de toda la Península. Para formarlo hace un llamamiento de hombres por todo el África y envía mensajeros para que prediquen la guerra santa.
Con tanta actividad y celo se hizo esto, que en poco tiempo se logró reunir setenta mil jinetes y cuatrocientos mil infantes. Por otra parte, puso sobre el Estrecho de Gibraltar una armada compuesta de doscientas cincuenta naves y setenta galeras provistas de soldados escogidos y bien armados. El mismo Abul-Hassán, desde Ceuta, dirigía la operación de embarque del ejército, el cual empleó cinco meses en trasladarse a las costas de España.
Noticioso el rey de Castilla, don Alfonso XI, de la expedición que había organizado el feroz enemigo, mandó al almirante don Alonso Tenorio que con la flota a sus órdenes saliera a cortar el paso del Estrecho a los árabes. Cuando la flota castellana llegó al Estrecho ya Abul-Hassán había pasado con toda felicidad su ejército. Sólo los últimos bajeles árabes quedaban por arribar a las costas de España.
Alfonso XI conociendo el número escaso de las naves de Tenorio envió del Puerto de Santa María ocho galeras más que reforzaran algún tanto la flota de Castilla. Precipitado el almirante castellano por las hablillas que contra él se levantaban y picado en su amor propio, decidió acometer a la flota árabe a pesar de que para cada barco suyo había cuatro enemigos. Se combatió desesperadamente hasta que la flota castellana quedó deshecha. Presa la galera de Tenorio éste se refugió en el castillo de popa abrazado al estandarte de Castilla, donde murió como un héroe después de haberle cortado los brazos. De esta espantosa derrota cinco galeras únicamente se salvaron al amparo de los muros de Tarifa.
Conocedor Alfonso XI de este desastre, creyó oportuno mandar un poderoso refuerzo a nuestra ciudad toda vez que ésta había de ser la primera que experimentara los choques del enemigo. Comenzó a organizar esta defensa don Alonso Fernández Coronel, que entonces era gobernador de Tarifa, sustituyéndole a poco don Juan Alonso Benavides.
Entre tanto Abul-Hassán se había aliado con Yusuf el Miramamolin, séptimo rey de Granada, y unidos los dos ejércitos árabes marcharon sobre Tarifa, a cuya ciudad pusieron un estrecho cerco. Se apoderaron de todos los pasos, cortaron las aguas, la combatieron con máquinas de guerra y emplearon en el asedio todos los medios imaginables.
No por esto decayó el ánimo de los valerosos hijos de Tarifa que unidos a los soldados castellanos rechazaban uno tras otro aquellos formidables ataques que los ejércitos árabes les dirigían y que poco a poco iban desmantelando los muros.
En tal estado las cosas, el monarca castellano envió al Estrecho al mando de Fray Alonso Ortiz Calderón, doce galeras, que en unión de algunas genovesas que tomó a sueldo y algunas otras que pidió a los reyes de Portugal y Aragón, se proponían molestar al enemigo interceptándole la comunicación con África y al mismo tiempo que estuvieran cerca de Tarifa para en caso necesario prestar socorro a los sitiados.
Desgraciadamente poco alivio pudieron prestar estas naves a los sitiados pues una fuerte tempestad las deshizo en presencia de Abul-Hassán que desde las playas de Tarifa contemplaba esta catástrofe que le daba más alientos para acometer a los cristianos y restaurar en la Península el poder de la media luna.
Grande fue la impresión que experimentó el esforzado monarca castellano al recibir la noticia del fin funesto que tuvo la flota cristiana, no sabiendo como hacer frente a tantos contratiempos se decidió por fin a convocar Junta de prelados y grandes del reino en su propio palacio y una vez reunidos les dijo: "Parientes y amigos míos ya veis el peligro en que está todo el reino y cada uno en particular. Desde mis primeros años, juntamente con el reino me han fatigado continuas congojas y afanes; así lo ha ordenado Dios, dame con todo eso mucha pena que nuestros pecados los hayan de pagar los inocentes, aún no teníamos bien sosegados los alborotos del reino cuando ya nos hallamos apretados con la guerra de los moros, la más pesada y de temer que España ha tenido.
Mis tesoros consumidos y nuestros súbditos cansados con tantos pechos, sólo con mentarles nuevos tributos se exasperan y azoran. ¿Por ventura, será bien hacer paz con los moros? Pero no hay que fiar en gente sin fe, sin palabra y sin religión. ¿Pediremos socorros fuera de nuestros reinos? no era malo, más a los reyes nuestros vecinos se les da muy poco del peligro y necesidad en que nos ven puestos. Tendremos confianza de que Dios nos ayudará y hará merced. Temo que le tenemos mal enojado con nuestros pecados y que nos desampare. No llega mi prudencia ni consejo a saber dar corte y remedio conveniente a tan grandes dificultades. Vos, amigos míos, a solas las podréis consultar, y conforme a vuestra mucha prudencia y discreción veréis lo que se debe hacer, que para que con mayor libertad digáis vuestros pareceres, yo me quiero salir fuera. Sólo os advierto miréis que vuestra resolución no se siga algún grave peligro a esta corona real, ni a esta espada deshonra ni afrenta alguna, la fama y gloria del nombre español no se mengüe ni oscurezca".
Hubo sobre esto disparidad de pareceres, unos opinaban que debía concertarse la paz, otros que esta paz era deshonrosa y que por lo tanto para ganar honra y fama debía hacerse la guerra a los moros. Triunfó, al fin, este último parecer y se acordó pedir socorro a los reyes de Portugal y Aragón para que con soldados y barcos contribuyeran a hacer frente al enemigo común. Se envió a Roma, como embajador, para alcanzar indulgencias de su Santidad para todos los que peleasen en esta guerra, a don Juan Martínez de Leyva, y el Papa acordó conceder remisión de todos sus pecados a los que en ella pelearan tres meses. El Arzobispo de Toledo don Gil de Albornoz era el legado adlátere de esta jornada.
Se reorganizó la escuadra dando el mando de la flota castellana a Fray Alonso Ortiz, prior de San Juan, del mando de la flota aragonesa se encargó don Pedro de Moncada, uniéndosele quince galeras genovesas. En tanto, Tarifa resistía con heroísmo los ataques de los ejércitos árabes, que con grandes torres de madera, picos, trabucos y otros instrumentos de guerra iban desmantelando los muros.
Por fin, salió de Sevilla el ejército compuesto de veinticinco mil infantes y catorce mil caballos, siendo mil de éstos portugueses, llegando a dar vista a Tarifa el 29 de octubre de 1340. En esta muchedumbre se veían mitras, sayales y cabezas cubiertas con ceniza en señal de penitencia.
Los reyes moros, apenas tuvieron noticia de que los nuestros se aproximaban, abandonaron el cerco de Tarifa, quemaron las máquinas de guerra y tomaron posiciones para esperar el ataque. Don Alonso envió un mensaje a los reyes moros anunciándole que se prepararan, que iba a pelear y ellos contestaron que estaban dispuestos, pues tenían pensado después de tomar a Tarifa conquistar otras y otras ciudades, pues para eso habían pasado el Estrecho.
Apenas recibió esta contestación don Alfonso dio orden al Prior de San Juan, que estaba en el Estrecho con sus barcos, para que desembarcase algunos soldados que unidos a los de Tarifa saliesen a acometer por otra parte a los infieles.
Abul-Hassán mandó a su hijo Aben Omar para que con escogidas tropas ocupase el punto más estrecho del río Salado, el cual dividía ambos ejércitos. Varios caballeros castellanos con mil caballos y cuatro mil infantes pasaron el río y derrotaron a Aben Omar sin gran resistencia, incorporándose aquellos a la guarnición de nuestro pueblo.
En esto, don Alfonso XI, dando un rodeo hacia la playa, pasó el río y cargó sobre los infieles con un fuerte núcleo de soldados, generalizándose con esto el combate. Por ambas partes se peleaba valerosamente pero los moros, superiores en número, llevaban la mejor parte.
La idea de una muerte próxima se apoderaba poco a poco de los soldados cristianos; una parte de éstos cede ante el terrible empuje del enemigo, desordenándose los escuadrones, arrojando algunos las armas y disponiéndose a huir, una saeta enemiga se clava en el arzón de la silla del monarca castellano, se desesperó éste y se dispuso a entregarse a la muerte cuando el Arzobispo de Toledo lo detiene cogiendo las bridas del caballo, obligándole a no aventu-rarse de aquel modo y aconsejándole pusiera su confianza en Dios que era el que presidía aquella batalla.
Se sosegó algún tanto el rey y cobrando nuevos bríos arengó a los suyos y como si un mismo pensamiento animara a todos aquellos hombres se precipitaron sobre los moros, con tal esfuerzo y entusiasmo que los hicieron vacilar y tras esta segunda y vigorosa acometida, hirieron, mataron y destrozaron el campo enemigo, sembrándolo de cadáveres. Corre la sangre a torrentes y en estos trágicos momentos cae herido el caballo de Abul-Hassán, al mismo tiempo que nota que una gran parte de su ejército huye a la desbandada. Monta en otro caballo emprendiendo precipitada fuga hacia Algeciras, el rey de Granada se unió a él, quedando en el campo de batalla algunos caudillos inferiores que pronto fueron derrotados y deshechas sus huestes.
Por otra parte, el hijo de Abul-Hassán huyó vergonzosamente perseguido de cerca por los nuestros y gracias a la ligereza de su caballo pudo salvarse.
En tan precipitada fuga se declararon los moros que no se pararon a recoger bagajes, abando-náronlo todo, hasta sus favoritas que aterrorizadas caían en poder de los cristianos. Los vencedores penetraron en la tienda de Abul-Hassán, apoderándose, entre otros muchos cautivos, de sus dos hijas, que fueron enviadas generosamente a su padre, contestando con una remesa de valiosos regalos.
Fátima, la favorita del monarca africano, fue muerta de lanzada, se apresó por nuestro ejército numerosos cautivos en ellos muchos caballeros árabes, recogiéndose además botín, como las banderas y estandartes del enemigo, éste lleno de terror marchó en precipitada huida hacia Algeciras en donde embarcó Abul-Hassán para África. El rey moro de Granada, que había sido derrotado por don Alfonso IV de Portugal, marchó hacia Marbella temiendo que las tropas cristianas le dieran alcance.
Al día siguiente entraron los reyes cristianos en Tarifa reparando sus muros y poniendo en esta ciudad una buena guarnición. Ofreció el monarca castellano al portugués parte del botín cogido en esta batalla rehusándolo éste generosamente en atención a que don Alfonso XI había tenido hasta que vender sus propias joyas para atender a los gastos, únicamente aceptó algunos jaeces y alfanjes como recuerdo.
Al Sumo Pontífice se envió un presente que consistía en cien caballos con alfanjes y adargas colgadas de los arzones, veinticuatro banderas cogidas a los moros y el caballo con que el rey de Castilla entró en batalla. Don Juan Martínez de Leyva era el encargado de llevar estos regalos.
La tienda del rey don Alfonso XI estuvo situada en el sitio llamado La Peña y el campamento árabe entre el río Salado y el Guadalmesí.
Existen distintas opiniones respecto a la fecha en que se ganó esta batalla, opinando unos que fue el 28 de octubre de 1349, pero el Arcipreste de León, Diego Gómez Salido, autor contemporáneo, afirma con datos a la vista que se ganó el 30 de octubre de 1340.
Tal es la historia de aquel memorable hecho de armas que se realizó en nuestra campiña y que, de perderse, hubiera dado lugar a la conquista por los moros de toda la Península.
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Guerra de Granada
La Guerra de Granada es el nombre con el que suele conocerse el conjunto de campañas militares que tuvieron lugar entre 1482 y 1492, durante el reinado de los Reyes Católicos, en el interior del reino nazarí de Granada.
Culminaron con la rendición negociada mediante capitulaciones del rey Boabdil, que a lo largo de la guerra había oscilado entre la alianza, el doble juego, la contemporización y el enfrentamiento abierto con ambos bandos. Los diez años de guerra no fueron un esfuerzo continuo: solía marcar un ritmo estacional de campañas iniciadas en primavera y detenidas en el invierno. Además, el conflicto estuvo sujeto a numerosas vicisitudes bélicas y civiles: notablemente los enfrentamientos intestinos dentro del bando musulmán; mientras que en el cristiano fue decisiva la capacidad de integración en una misión común de las ciudades y la nobleza castellanas y el imprescindible impulso del clero bajo la autoridad de la emergente Monarquía Católica. La participación de la Corona de Aragón (cuyos reinos estaban mucho menos sujetos al autoritarismo real) fue de menor importancia: aparte de la presencia del propio rey Fernando consistió en la colaboración naval, la aportación de expertos artilleros y algún empréstito financiero. Era evidente la naturaleza de la empresa, claramente castellana, y la integración en la Corona de Castilla del reino conquistado.
La protocolaria entrega de las llaves de la ciudad y la fortaleza-palacio de la Alhambra, el 2 de enero de 1492, se sigue conmemorando todos los años en esa fecha con un tremolar de banderas desde el Ayuntamiento de la Ciudad de Granada.
[editar] Modernidad
A pesar de mantener muchos rasgos medievales, fue una de las primeras guerras que pueden considerarse modernas, por el armamento y tácticas empleadas (más que batallas en campo abierto, fueron decisivos los asedios resueltos con artillería, y las maquiavélicas maniobras políticas, aunque no faltaron ejemplos de heroísmo caballeresco, también propios de la época). Se la puede considerar como una etapa intermedia clave en la evolución bélica de Occidente, entre la Guerra de los Cien Años y las Guerras de Italia.[1] También era moderna la condición del ejército vencedor, al que, a pesar de su heterogénea composición, o precisamente por ella (acudieron todo tipo de fuerzas, desde las tradicionales, reunidas por los nobles, los concejos, las órdenes militares, los señoríos eclesiásticos; hasta otras como la recientemente organizada Santa Hermandad y auténticos mercenarios profesionales provenientes de toda Europa[2] incluyendo un grupo de arqueros ingleses dirigidos por Lord Scale[3] ) se suele considerar como un precoz ejemplo de ejército moderno, permanente y profesional (para la historiografía más tradicionalista, con rasgos de ejército nacional, probablemente con abuso del término), en un momento en que se están definiendo las monarquías autoritarias que conformarán los Estados-nación de Europa Occidental.
España, en trance de formar su unidad territorial, sería uno de los principales ejemplos tras el matrimonio de los Reyes Católicos (1469) y su victoria en la Guerra de Sucesión Castellana (1479). Se puede concluir[4] que la Guerra de Granada fue utilizada para asociar a Castilla y Aragón en un proyecto común, ofreciendo a la aristocracia una actividad al mismo tiempo lucrativa para ella y útil a la monarquía, que puede ser exhibida al mismo tiempo como empresa religiosa en conformidad con la nueva forma de identidad social más combativa: el espíritu cristiano viejo.
[editar] El fin de la Reconquista y el comienzo del Imperio
Al ser la última posibilidad de expansión territorial de los reinos cristianos frente a los musulmanes en la Península Ibérica significó el fin de la Reconquista, proceso histórico de larga duración que había comenzado en el siglo VIII. No debe olvidarse que la "Reconquista" es un término ideológico dotado de una carga semántica poco neutral, y debe entenderse en sus justos términos: no había significado una continuidad de hostilidades en todo el periodo; y de hecho, desde la crisis del siglo XIV se había detenido (se han contabilizado 85 años de paz por 25 de guerra en el periodo 1350-1460), conformándose el Reino de Castilla (único con frontera frente a los musulmanes) con el control del Estrecho de Gibraltar y el mantenimiento del Reino de Granada como un Estado vasallo y tributario en cuya política interior se intervenía en ocasiones. En momentos de debilidad castellana, ocurría al contrario, que los nazaríes ejercían sus propias iniciativas, suspendiendo los pagos, incendiando y saqueando localidades (algunas tan lejanas como Villarrobledo) o recuperando algún pequeño territorio (Cieza y Carrillo en 1477),[5] a veces en connivencia con alguna de las facciones que dividían Castilla (las disputas entre el Marqués de Cádiz y el Duque de Medina Sidonia llevaron a este último a aliarse con los granadinos, que arrebataron la plaza de Torre-Cardela al primero con su ayuda).[6] La permeabilidad de la frontera en ambas direcciones también produjo la existencia de categorías sociales mixtas: los elches, o cristianos (muchas veces ex-cautivos) que se convertían al Islam y los tornadizos que eran la categoría inversa.[7] Transitaban sin ningún problema por el territorio fronterizo los ejeas, intermediarios dotados de salvoconductos que negociaban los rescates de prisioneros.[8]
Territorio del reino nazarí durante el siglo XV. En verde claro, los territorios conquistados por los reinos cristianos desde el siglo XIII incluyen Ceuta, en la costa africana.
Aunque no faltaron operaciones militares más importantes, fueron puntuales y limitadas en extensión, como la toma de Antequera (1410), que sirvió fundamentalmente para prestigiar a Fernando de Trastámara, que añadió el nombre de la ciudad conquistada al suyo, como los generales romanos, siéndole muy útil para su elección como rey de Aragón en el compromiso de Caspe (1412); o la batalla de La Higueruela (1431), en el reinado Juan II, que también en este caso fue objeto de un aparato propagandístico desproporcionado en beneficio del valido Álvaro de Luna.
La construcción de un Estado moderno, en el concepto que de tal cosa tenían los Reyes Católicos, no era compatible con el mantenimiento de esa singularidad en la Europa cristiana, que además quitaba libertad de movimientos a Castilla e impedía la explotación adecuada de una gran cantidad de tierras a lo largo de una extensa e insegura frontera.[9]
La noticia de la Toma de Granada fue celebrada con festejos en toda Europa: en Roma se celebró una procesión de acción de gracias del colegio cardenalicio; en Nápoles se representaron dramas alegóricos de Jacopo Sannazaro, en los que Mahoma huía del león castellano; en la Catedral de San Pablo de Londres, Enrique VII hizo leer una elogiosa proclama:[10]Este hecho acaba de ser consumado gracias a la valentía y a la devoción de Fernando e Isabel, soberanos de España que, para su eterna honra, han recuperado el grande y rico reino de Granada y tomado a los infieles la poderosa capital mora, de la cual los musulmanes eran dueños desde hacía siglos.
El enfrentamiento entre Cristianismo e Islam dotaba al conflicto de un rasgo inequívocamente religioso, que la implicación vigorosa del clero se encargó de remarcar, incluyendo la concesión por el papado de la Bula de Cruzada. Cuando, terminada la guerra, el propio papa sea el valenciano Alejandro VI, de la familia Borgia, Isabel y Fernando recibirán el título de Católicos (1496), en un reconocimiento del ascenso de España como potencia europea homologable, en lo que tampoco era ajena la política de "máximo religioso" de los Reyes, que había producido la expulsión de los judíos en 1492, poco después de la toma de Granada. La presión sobre los conversos, a través de la recién instaurada Inquisición española, estaba siendo particularmente dura desde el primer auto de fe (Sevilla, 1481). Por si esto fuera poco, el Papa también les concedió el Nuevo Mundo descubierto y por descubrir (de nuevo en ese mismo año) a cambio de su evangelización, todo ello en el conjunto de documentos conocido como Bulas Alejandrinas. Las referencias a la recuperación de Jerusalén no dejaron de estar presentes como un horizonte retórico.[7]
Desde una perspectiva más amplia, hay que tener en cuenta que en el otro extremo del Mediterráneo se está formando el gigantesco Imperio Otomano, que ha tomado Constantinopla (1453) y aumentaba sus dominios en los Balcanes y el Próximo Oriente, llegando incluso a ocupar temporalmente el puerto italiano de Otranto en 1480. No obstante, los granadinos deberán enfrentarse solos a los cristianos, puesto que sus posibles aliados, los sultanes de Fez, de Tremecén o de Egipto no se implicaron en la guerra.[11]
Asimismo puede decirse que, como proceso histórico, el avance territorial no se detuvo con la toma de Granada y continuó de hecho durante el siglo siguiente, al seguir existiendo las fuerzas sociales que alimentaban esa necesidad expansiva. Esa expansión pudo verse en el exterior que, junto a los azares dinásticos que reunieron diversos territorios europeos, formó lo que se terminará conociendo como Imperio español: la simultánea conquista de las Islas Canarias y la posterior Conquista de América (descubierta el 12 de octubre de 1492, en la expedición prevista en las Capitulaciones de Santa Fe firmadas por Colón y los Reyes frente a la Granada asediada); de la toma puntual de plazas del norte de África; además de la conquista del cristiano reino de Navarra en 1512.
El ejércitoDurante la marcha hizo talar los campos y retó a combate al enemigo. El temor a las revueltas intestinas de los granadinos obligó al rey Albuhacén a rehusarle, no presentando nunca sus batallas ante las nuestras y limitándose a esconder entre los olivares multitud de peones y a colocar junto a los emboscados, prontos a acudir a la escaramuza, algunos jinetes sueltos, que en revuelto pelotón fingían caminar a la ventura; todo a fin de caer sobre los nuestros, si en su afán de pelear acometían incautamente a los moros en su marcha. Adivinó
D. Fernando el ardid, y dio orden a los soldados de no empeñar combate a escondidas.
Luego, a medida que se iban acercando a Granada, cuidaba más de la seguridad de los reales; no permitía a hombres de armas ni a peones romper el orden de las batallas, ni a los destinados a la tala de los campos que saliesen sin fuerte escolta; a todo proveyó con maduro consejo para evitar un descalabro como el ocurrido el año anterior junto a Loja. A ejemplo del Rey, los Grandes y el ejército entero observaban la más estricta disciplina, yendo a la aguada con la debida cautela, evitando con las patrullas las sorpresas del enemigo, procediendo, en fin, en todo cual cumplía a un ejército perfectamente disciplinado. Sólo fue obstáculo para continuar provocando a combate a la multitud enemiga, la insuficiencia de los víveres, porque, fuera de las mieses, todos los demás alimentos escaseaban, y no hubieran podido los soldados sufrir mucho tiempo sin quejarse la falta de víveres
Alonso de Palencia, Guerra de Granada, libro III (1483)
Esta imagen de los tercios en la batalla de Nieuport (1600) es muy posterior, pero indica bien el equilibrio de los diversos componentes, con el peso fundamental de infantería y artillería, y la importancia de la disciplina y la cohesión de las unidades.
Fue experimentada en estas Guerras de Granada una nueva formación militar mixta de artillería e infantería dotada de armamento combinado (picas, espingardas, más tarde arcabuces...), con utilización menor de la caballería que en las guerras medievales, y con soldados mercenarios sometidos a una disciplina diferente a la del código de honor del vasallaje feudal, y sin olvidar contingentes no combatientes, en ocasiones numerosísimos: hasta 30.000 "obreros" en 1483, encargados de recoger o quemar cosechas (las famosas talas para debilitar la economía enemiga) y realizar otras tareas con valor táctico y estratégico.[12]
Esta innovadora unidad militar fue conocida posteriormente como tercios. A los pocos años se utilizaron con éxito en las Guerras de Italia al mando de un militar experimentado en las campañas andaluzas: Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán).
De todos modos, aunque se ha insistido en ello abundantemente por la historiografía, no conviene exagerar el precedente: las entrenadas tropas de choque castellanas de las Guerras de Granada seguían siendo esencialmente la caballería real y señorial, y las milicias a pie, en su mayor parte eran de reclutamiento concejil, en gran parte no combatiente, y su rendimiento fue mediocre.[9]
Para Ladero Quesada fue la última hueste medieval de Castilla, claramente diferente de los cuerpos profesionales del siglo siguiente. Lo que sí puede considerarse una clara muestra de la forma moderna de hacer la guerra es el volumen de medios empleados: hasta 10.000 caballeros y 50.000 infantes, y más de 200 piezas de artillería construidas en Écija con ayuda de técnicos franceses y bretones.[13] Los artilleros pasaron de ser cuatro en 1479 a 75 en 1482 y 91 en 1485, muchos de los cuales proceden de Aragón, Borgoña o Bretaña. La cantidad de animales de tiro y carga también se contaba por decenas de miles (hasta 80.000 mulas requisadas en un año).[14]
La guerra fue casi completamente terrestre. Aunque hubo una considerable presencia naval de buques castellanos (del Atlántico andaluz, vascos y de otros puertos cantábricos) y aragoneses, no pasaron de realizar una eficaz función de bloqueo, vigilancia y corso, dificultando la relación de los granadinos con sus posibles aliados del otro lado del Estrecho, que tampoco demostraron mucho interés por intervenir.[15]
En cuanto a los costes financieros, fueron inmensos. Ladero Quesada aventura una cifra de mil millones de maravedíes para la Corona y otro tanto para los demás agentes que intervinieron. Se consiguió recaudar, además de los ingresos ordinarios (siempre en maravedíes): 650 millones con la Bula de Cruzada, 160 millones con subsidios o décimas del clero (habitualmente exento) y 50 millones de las juderías y comunidades mudéjares. Sólo los esclavos vendidos tras la toma de Málaga significaron más de 56 millones. Siendo insuficientes, se recurrió al crédito tanto en Castilla (de forma obligatoria a concejos, a la Mesta, a las colonias de mercaderes extranjeros y a algunos nobles) como fuera de ella (16 millones en Valencia) y la emisión de juros con un interés entre el 7 y el 10%.[16]
Los Reyes Católicos.
Hernán Pérez del Pulgar.
Tumba del Doncel de Sigüenza.
[editar] Protagonismos
Sin minusvalorar la presencia fundamental del clero (como la del confesor real, Hernando de Talavera) y la más oscura de las clases medias (como la del secretario real Fernando de Zafra),[17] el protagonismo fundamental de la conquista correspondió a la nobleza, bajo la dirección de la monarquía. La implicación personal de Fernando fue constante, e incluso Isabel no dejaba de estar presente en lugares no demasiado seguros (acudió a algunos asedios, e incluso estuvo presente en el campamento real durante un terrible incendio). La famosa promesa de no cambiarse de camisa hasta no tomar la ciudad (que quizá no fuera Granada, sino Baza) es un mito de imposible verificación, que también se ha relacionado con el cierre de los baños moros, por cuestiones morales.[18]
[editar] Los caballeros castellanos
Ciertas familias de la aristocracia castellana destacaron por su participación en estas guerras, aunque al contrario que en las anteriores Guerras civiles castellanas, en este caso sometidas a una fuerte autoridad real. Destacó la familia de Mendoza en la persona de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla (no confundir con su homónimo antepasado el Marqués de Santillana), que recibió el cargo hereditario de Alcaide de la Alhambra y los de Capitán General y Virrey de Granada. La frontera, al comienzo de la guerra, quedó militarmente a cargo de tres altos nobles: Alonso de Cárdenas, maestre de la Orden de Santiago, en el oeste, con base en Écija; Pedro Manrique, duque de Nájera, en el norte, con base en Jaén; y Pedro Fajardo y Chacón, adelantado de Murcia, con base en Lorca.[19]
El ya nombrado Gonzalo Fernández de Córdoba alcanzó un protagonismo especial y un futuro mucho más importante que el que parecía reservarle su posición de nacimiento, que si bien era en la alta nobleza (la casa de Aguilar y Córdoba) no era más que un hijo segundón.
La capacidad de movilidad social ascendente no era imposible, pero estaban bien delimitadas las formas de acceder a ella: Gonzalo sería un ejemplo de cómo era necesaria una buena combinación de cuna, buena suerte, capacidad y esfuerzo personal para destacar en aquella turbulenta ocasión. Su ocasión llegó como consecuencia de su especial habilidad para contactar con los musulmanes, especialmente con el rey Boabdil que le consideraba amigo personal desde que éste estuvo preso en el castillo de Lopera. Tras demostrar su ingenio y capacidad militar y organizativa, logró la alcaidía de una fortaleza importante (Íllora) y sus buenos oficios fueron trascendentales en el fin de la guerra.[20]
También se produjeron ennoblecimientos de soldados de valor destacado, la última oportunidad de tal ascenso social, tanto por acabarse el territorio peninsular a reconquistar como por la mutación fundamental que se estaba produciendo en el concepto mismo de la guerra y de la función militar de la nobleza.
En cuanto a la consecución de gloria individual, puede citarse a Hernán Pérez del Pulgar, el alcaide de las Hazañas, que terminó luciendo en su escudo once castillos por las plazas tomadas (destacando Málaga y Baza) y uno más por un temerario golpe de mano nocturno en que clavó a las puertas de la Mezquita Mayor de Granada un Ave María e incendió la Alcaicería (1490). Si la búsqueda de la fama póstuma era uno de los principios que más animaba al hombre del Renacimiento, no hay duda de que también la consiguió el menos afortunado Martín Vázquez de Arce (el Doncel de Sigüenza), con su muerte en batalla y su extraordinaria tumba en esa catedral.
La Alhambra, escenario de las intrigas internas de los últimos nazaríes, y cuya toma, simbolizada en la erección de una cruz y el ondear del Estandarte Real y el de Santiago por el Conde de Tendilla, significó el fin de la guerra.
[editar] Los sultanes nazaríes
La guerra tuvo mucho que ver con el hecho de que, al mismo tiempo que los reinos cristianos se habían pacificado y reorganizado, el reino de Granada se enfrentaba a la crisis dinástica de los últimos sultanes nazaríes (habitualmente referidos como "reyes" en las fuentes cristianas), concretada por la lucha de poder entre estos tres personajes emparentados (entre paréntesis se indican sus periodos de gobierno efectivo):
Abu-l-Hasan «Alí Muley Hacén» (1464-1482 y 1483-1485).
Abu Abd-Alah, Mohámed XII «Boabdil» también llamado el Chico (1482-1483 y 1486-1492), hijo del anterior. Es el más implicado con los Reyes Católicos, con los que había acordado la entrega de Granada si se le garantizaba un señorío en las Alpujarras.
Mohámed XIII «el Zagal» (1485-1486), hermano del primero y tío del segundo.
Aparte de los enfrentamientos dentro de la familia real, la aristocracia granadina presentaba otras divisiones, como la rivalidad que adquirió tintes legendarios entre la familia de los zegríes (fronterizos o defensores de la frontera) y la de los abencerrajes (Banu Sarray, o sea, hijos del talabartero). También se registraron enfrentamientos entre los Alamines, los Venegas y los Abencerrajes en 1412. Estos últimos se sublevaron en Málaga en 1473 y fueron duramente reprimidos por Muley Hacén (incluyendo, según la leyenda, una matanza a traición en un salón de la Alhambra). Muchos huyeron a Castilla.[21]
Se distinguen varias fases en la guerra:
[editar] Primera fase, de 1482 a 1487
Conquista de la parte occidental del reino (actual provincia de Málaga, Loja y la Vega de Granada), aunque las conquistas territoriales se hicieron esperar hasta 1485, tras unos primeros años de improvisación.[22]
Zahara de la Sierra, en la actual provincia de Cádiz.
Hasta entonces, las treguas entre Castilla y Granada se habían renovado regularmente (en 1475, 1476 y 1478). No obstante, los incidentes fronterizos no eran extraños, y la inestabilidad del reino musulmán empujó a una acción poco meditada: a finales del año 1481, como represalia por hostigamientos puntuales de parte cristiana, los musulmanes tomaron Zahara.
Eso dio una excusa plausible para una operación de más envergadura el 28 de febrero de 1482: la toma de Alhama, a cargo de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, autorizado por Diego de Merlo, representante real en Sevilla. El duque de Medina Sidonia, aristócrata enemigo del de Cádiz (en un ejemplo de sumisión a las órdenes reales y coordinación en un proyecto común) acude a reforzar las posiciones recién ganadas. En abril es el mismo Fernando el que acude a Alhama. Esta plaza será objeto de una especial atención durante el resto de la guerra, y confiada como un honor a personajes importantes (desde 1483 al conde de Tendilla).[23]
Si bien mantener una plaza avanzada y aislada era un disparate desde el punto de vista estratégico, se hicieron todos los esfuerzos necesarios para mantenerla abastecida y relevadas periódicamente las tropas de su guarnición, funcionando como uno de los elementos propagandísticos movilizadores de la guerra.[9]
No es extraño que algunas piezas del romancero, destacadamente el Romance de la pérdida de Alhama, eligiendo este episodio ejercieran a esa función:[24]
Techo de la Sala de los Abencerrajes de la Alhambra, donde cuenta la leyenda que fueron asesinados por orden del sultán treinta y seis caballeros principales de la familia Banu Sarray o Abencerrajes.
Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarambla
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
que Alhama era ganada.
Las cartas echó en el fuego,
y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga,
por el Zacatín arriba
subido se había al Alhambra.
...
-Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada:
que cristianos de braveza
ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí,
de barba crecida y cana:
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara
-¡Ay de mi Alhama!
-Mataste los Bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
-¡Ay de mi Alhama!
Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
La fortaleza musulmana o alcazaba de Málaga, en el monte Gibralfaro, sobre el antiguo teatro romano.
Las siguientes operaciones significaron un fracaso para los cristianos: en el fallido ataque a Loja (julio de 1482) muere el maestre de la Orden de Calatrava, Rodrigo Téllez Girón, y en la primavera siguiente tampoco se consigue tomar Málaga ni Vélez Málaga, cayendo prisioneros importantes nobles, como Juan de Silva, conde de Cifuentes.[25]
En abril de 1483, en medio de las disensiones internas, y con el fin de adquirir prestigio, Boabdil intenta sin éxito tomar Lucena, cayendo prisionero. El destino del rey chico se debatió en un consejo celebrado en Córdoba. El Marqués de Cádiz era consciente de las implicaciones en la política interior granadina.Porque los moros tienen poca fe con sus reyes, e les an tan poco acatamiento, que ligeramente los fazen y desfacen estando libres; mayormente estando presos, según que en diversos tienpos lo avemos visto, e agora veemos en la prisión deste. La qual sabida, luego los más que estauan a su obidiençia tornaron a la del rey su padre, e priuaron al fijo del nonbre de rey que le avían dado. Fernando del Pulgar[26]
Los Reyes Católicos hacen una jugada que demostró ser decisiva: lo liberan tras asegurarse su alianza, incluyendo el pago de tributos. Desde Almería, hará la guerra a su padre el sultán Muley Hacén.
[25] Al poco tiempo (en otoño), Zahara, la plaza que había originado el conflicto, vuelve a manos cristianas.
[25] También tuvo importancia la toma de Tájara durante una vasta expedición de aprovisionamiento a Alhama y de tala de la vega granadina dirigida por el propio Fernando. Su situación frente a Loja la harán clave en la fase siguiente.[27]
El resentimiento contra Boabdil repuso a su padre en el trono de Granada y le valió una fatwa o condena por un tribunal compuesto de los más prestigiosos cadíes, muftíes,
imanes y profesores el 17 de octubre de 1483, que no obstante citar gravísimas consecuencias fundamentadas en el Corán, también deja prudentemente un margen para la reconciliación:De esto dijo el Enviado de Allah - Allah lo bendiga y salve - «No es otra cosa que la muerte», por lo que significa: destrucción de los musulmanes, incitación al enemigo a extirpar de raíz la flor y nata de los creyentes y violar sus cosas más sagradas, todo lo cual está declarado ilícito en el Libro de Allah, en la sunna de su Enviado - Allah lo bendiga y salve -, y en la opinión unánime de los ulemas, aparte otros peligros evidentes, ya que apoyarse en los no musulmanes y pedirles ayuda cae con toda evidencia bajo la amenaza contenida en las palabras de Allah Altísimo: «¡Oh, creyentes! No toméis por amigos a los judíos y a los cristianos, porque unos son amigos de los otros. Aquel de entre vosotros que los tome por amigos se convertirá en uno de ellos. Allah no es guía de la gente injusta». Y en estas otras palabras: «Aquel de vosotros que lo hiciere, se apartaría del camino llano».
Haber prestado juramento de fidelidad al príncipe prisionero es obstinarse en los errores y hechos ilícitos a que nos hemos referido e insistir en los crímenes y maldades que ya han perpetrado. Todo aquel que les dé amparo o les ayude de palabra o de obra, presta ayuda a la rebeldía contra Allah Altísimo y se pone en contra de la sunna de su profeta. Y todo aquel que se complazca en lo que hacen, o desee su victoria, tiene el deseo de rebelarse contra Allah en la tierra de Allah con la más grave de las rebeldías. Esta es la cualificación en tanto persistan en tal conducta.
Ahora bien, si vuelven a Allah y renuncian a la disensión y a la rebeldía en que se encuentran, los musulmanes tienen el deber de aceptarlos, porque Allah Altísimo dice: «Quien después de haber cometido injusticia vuelve a Allah y se enmienda, también Allah se vuelve a él». A Allah pedimos para que nos inspire el recto camino que debemos seguir, nos libre de la maldad de nuestras almas y afiance con bien nuestra concordia. Él, que puede hacerlo, nos valga en ello.
Autores de la fatwa[28]
Castillo de Benzalema, en Baza.
[editar] Punto de inflexión: 1485
Esos momentos pueden considerarse un punto de inflexión: si hasta entonces, los dos primeros años de la guerra habían sido no muy distintos a la forma medieval de la guerra, en adelante, el ataque cristiano adquirió una intensidad y continuidad que demostraban la voluntad de suprimir definitivamente la existencia independiente del reino de Granada.[9] A partir de entonces y sucesivamente, caen Ronda (mayo de 1485), Marbella (sin combatir), Loja (mayo de 1486, con un uso decisivo de la artillería pesada), gran parte de la Vega de Granada (fortalezas de Íllora, Moclín, Montefrío y Colomera), y en la costa Vélez Málaga y la propia Málaga (19 de agosto de 1487). Esta plaza era especialmente significativa por ser el principal puerto y por la reducción a esclavitud de la mayoría de sus 8.000 habitantes (los que no reunieron un rescate de 20 doblas) y de los 3.000 gomeres de su guarnición, de procedencia norteafricana, dirigidos por Hamet el Zegrí.[29]
En el aspecto interior de la política granadina, las luchas intestinas eran no menos violentas e incluso más decisivas para la suerte final de la guerra. En 1485 el Zagal parecía haber derrotado a sus parientes, destronando a su hermano Muley Hacén (que murió poco después) y expulsando a su sobrino de las zonas que ocupaba. Boabdil se vio forzado a recuperar la imagen de guerrero islámico con una nueva ofensiva contra los cristianos, aunque en el transcurso de ésta vuelve a caer prisionero de Castilla. No obstante, el hecho no le fue desfavorable, ya que fue excusa suficiente para sellar un nuevo trato con los Reyes Católicos, poniéndose al frente de un ejército cristiano-musulmán que toma Granada para Boabdil en 1487. Quedaba para el Zagal buena parte del resto del territorio, incluyendo ciudades asediadas, como Baza.[30]
Castillo de Lanjarón, en las Alpujarras.
[editar] Segunda fase, de 1488 a 1490
Consistió en la conquista de la parte oriental del reino (actual provincia de Almería) y el resto del territorio, excepto la capital.
Las campañas militares se vieron frenadas en 1488 como consecuencia de varios factores: una epidemia de peste por toda Andalucía, la convocatoria de Cortes en los reinos de la Corona de Aragón, que requería la atención de Fernando y el cansancio propio de los años transcurridos de guerra.[31]
También existieron razones de política exterior, pues la cuestión sucesoria de Bretaña, que involucraba a Navarra, proporcionaba una oportunidad que no podía desaprovecharse. Aunque la campaña dirigida contra el rey de Francia fue un fracaso militar, la jugada supuso un éxito diplomático y proporcionó la base de la futura invasión de Navarra e incluso de la alianza con Maximiliano de Habsburgo, al que apoyaron en una coyuntura apurada.[32]
Trasladada la base de operaciones a Murcia, se producen unas primeras conquistas relativamente sencillas (Vera, Vélez Blanco y Vélez Rubio). No obstante, localidades mejor defendidas, como Baza y Almería, se resisten firmemente, en lo que significó la campaña más dura de toda la guerra (1489).[33] La toma de Baza, asediada de junio a diciembre de 1489, llevó en poco tiempo a la capitulación de Almería, Guadix, Almuñécar y Salobreña, mientras el Zagal se rendía a los Reyes Católicos, pasando a su servicio desde su señorío de Andarax.[11]
Granada quedaba totalmente aislada. Más tarde (1491) se retiró a África, donde el sultán de Fez, por sugerencia de su sobrino Boabdil, le encarceló y cegó.
Rendición de Granada, por Francisco Pradilla, uno de los especialistas en la pintura de historia propia de la segunda mitad del siglo XIX.
[editar] Tercera fase, de 1490 a 1492
Las operaciones se limitaron al asedio de la ciudad, dirigido desde el campamento-ciudad de Santa Fe. Con más intrigas que acontecimientos militares, los Reyes Católicos exigieron a Boabdil la entrega de la ciudad en cumplimiento de sus tantas veces renovados pactos.
El desenlace se demoró no tanto por resistencia de éste, cuanto por su falta de control interno efectivo, que los cristianos tampoco deseaban erosionar en exceso. Las últimas negociaciones secretas incluían el respeto a la religión islámica de los que decidieran quedarse, la posibilidad de emigrar, una exención fiscal por tres años y un perdón general por los delitos cometidos durante la guerra; según tres documentos negociados entre Abul Kasim (el Muleh o el Malih) como emisario de Boabdil, y por los Reyes Católicos Gonzalo Fernández de Córdoba y el secretario real Fernando de Zafra.[34]
El de Zafra, portador de la propuesta definitiva de los Reyes de Castilla, se retrasaba aquel día en el interior de la plaza. Había caído ya la noche, y en el cuartel de los Reyes su tardanza infundía sospechas... Hernando de Zafra, que allá tarda, se cree le hayan muerto o preso... al quarto de la modorra, con ánimo enhiesto, sin que ningún peligro le apasionase, salió [Gonzalo de Córdoba] del real, hurtándose de las guardas; antes de la luz primera llegó a la Alhambra, donde halló con el Rey y los Alfaquíes Corrud y Pequeni y al Alcaide Muley y secretario Fernando de Zafra. Se discutían aún las garantías y certidumbre que los Reyes daban a Boabdil por su dominio de las Alpujarras. Y el recién llegado fue quien zanjó la discusión que ponía fin a lo tratado: El debdo y tierras, señor alcayde, durará quanto durare su señoría en el servicio de sus altezas
Hernán Pérez del Pulgar, citado y glosado por Luis María Lojendio[35]
El 25 de noviembre de 1491 fueron firmadas las capitulaciones, que concedían además un plazo de dos meses para la rendición. No hubo necesidad de agotarlo, porque los rumores difundidos entre el pueblo granadino de lo pactado causaron tumultos, sofocados tanto por los cristianos como por los fieles a Boabdil, que acaba por entregar Granada el 2 de enero de 1492.[11]
[editar] El destino de los moriscos
Artículo principal: Morisco
Boabdil comenzó retirándose a las tierras alpujarreñas que le garantizaban los Reyes, pero finalmente (noviembre de 1493, tras una fuerte indemnización[36] ), optó por cruzar el Estrecho, como la mayor parte de la élite andalusí. Otros, como la familia Abén Humeya, se convirtieron al cristianismo y fueron recompensados con la conservación e incluso el incremento de su status social (señorío de Válor). No obstante, las conversiones fueron muy minoritarias entre la población musulmana, que quedó sometida al dominio cristiano —categoría social que durante la Edad Media venían recibiendo el nombre de mudéjares y que a partir de ahora serán denominados moriscos—. Dicha población estaba constituida fundamentalmente por campesinos sometidos a un duro régimen señorial, ahora con señores cristianos. Se calcula en casi mil el número de mercedes, que en este caso eran transferencias de propiedad a grandes señores, militares destacados o clérigos importantes, e incluso musulmanes aliados. Algunas serán incluso devoluciones parciales de tierras confiscadas durante la guerra, como la Merced a Fernando Enríquez Pequeñí (converso cuyo nombre árabe era Mohamed el Pequeñí), regidor de Granada, de parte de la hacienda de su yerno Mohamed Alhaje Yuçef, muerto en el combate de Andarax cuando luchaba contra las tropas reales.[37]
En la práctica totalidad eran señoríos de pequeñas dimensiones, con la excepción del marquesado del Cenete, que se formará con la concesión hecha al Cardenal Mendoza. Se puede decir que desde antes de acabar la conquista se está diseñando un proceso repoblador, planificado en buena parte por Fernando de Zafra, no exento de contradicciones.[38]Si aquí se han de cumplir todas las mercedes, ni si es menester que se pueble de cristianos ni menos de moros. No entiendan vuestras altezas que esto se puede hacer todo junto, conplir con las mercedes y poblar los pueblos
Fernando de Zafra
La población morisca pasó en poco tiempo de ser tratada con una inicial política de apaciguamiento, como correspondía a las condiciones de la capitulación, dirigida en lo religioso por fray Hernando de Talavera, confesor de la reina y primer arzobispo de la ciudad; a otra de mayor firmeza a partir de la visita del nuevo confesor, el cardenal Cisneros (1499). Como resultado, se obtiene un incremento de las "conversiones", pero también un motín en el Albaicín (arrabal granadino que había pasado a ser el ghetto islámico de la ciudad, mientras la antigua medina pasaba a ser remodelada y ocupada por repobladores cristianos[39] ) y una sublevación en las Alpujarras. Tales desórdenes fueron considerados como una ruptura de las condiciones de la capitulación por la parte islámica, con lo que, libres de toda cortapisa, los reyes emitieron la Pragmática de 11 de febrero de 1502, que obligaba al bautismo o al exilio de los musulmanes.[40]
En la práctica los bautismos fueron masivos, con una coerción poco disimulada. Más que un remedio, se originó un problema de integración, incluyendo la rebelión de las Alpujarras (1568-1571, considerada una nueva Guerra de Granada), su dispersión por los territorios castellanos del interior (siendo sustituidos por colonos cristianos viejos, en perjuicio de una agricultura tradicional extraordinariamente adaptada a un entorno natural muy delicado) y, con el tiempo, su expulsión (1609), junto con los moriscos de la Corona de Aragón.
Última edición por CORAZÓN ROJO el 9/12/2009, 7:37 am, editado 3 veces
CORAZÓN ROJO- Cantidad de envíos : 372
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Estaría bien que pusieras la fuente o fuentes de donde has sacado estos textos.
Javi Hispánico- Cantidad de envíos : 2112
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Batalla de San Quintin
El primer problema con el que se encontró Felipe II fue con la ambición cons­tante de los reyes de Francia de apoderarse de Nápoles y la Lombardía, como quedó patente en 1.556, cuando se coaligaron contra el monarca español el rey francés En­rique II y el Papa Paulo IV.
El duque de Alba recibe la orden de su soberano de marchar con sus tropas a terreno pontificio. Así lo hace, llegando a las puertas de Roma. Temeroso el Papa de que se repitiera lo sucedido cuando el saqueo por las tropas del duque de Borbón, solicitó un armisticio que le fue rápidamente concedido.
Tanto el de Alba como su rey no querían provocar un enfrentamiento con el Papa, al estar considerada España a la cabeza de las naciones cristianas.
Mientras se cumplía el armisticio, el francés duque de Guisa, invadió Nápoles, aunque no adelantó gran cosa en la conquista de este reino. En vista de ello, don Felipe ordena al general Manuel Filiberto de Saboya que invada Francia. Para llevar a cabo tal cometido, comenzó por introducir su ejército por la Picardía, marchando sobre San Quintín, que era la llave militar de aquella provincia, que estaba situada en la margen derecha del Somma y perfectamente fortificada.
Apenas en Francia se supo del sitio de San Quintín se aprestó un ejército de 20 mil infantes y 6 mil caballos a las ordenes del condestable Montmorency, que situado sobre Pierre-Pont, era punto estratégico desde donde se podían mandar refuerzos a San Quintín.
Los franceses siempre apoyándose en la orilla del Somma, quisieron vadearlo para llevar refuerzos a la plaza. Informado de ello, el general español aumentó en 500 arcabuceros las defensas del vado, evitando que el enemigo pudiera penetrarlo.
El ejército francés trató de retirarse, pero el general Filiberto de Saboya, cru­zando el Somma con la caballería, contuvo a los franceses obligándoles a volver grupas y aceptar batalla. Fue el conde Egmont quien con la artillería contribuyó mu­cho a la victoria.
Esta batalla, que tuvo lugar el 11 de agosto de 1.557, dejó tan desconcertado a los franceses, que los propios generales españoles opinaron que, dadas las circuns­tancias, lo mejor era abandonar San Quintín y marchar sobre París. No satisfecho Felipe II con esta noticia, se trasladó al campamento español y ordenó que lo primero era finalizar aquella batalla con la toma de San Quintín, como así sucedió.
La demora que ocasionó la toma de San Quintín le sirvió al ejército francés a rehacerse y llegar a París con tiempo para defenderla.
Después de esta célebre batalla, el Papa Paulo IV, temeroso de perder sus Estados, aceptó la paz, separándose del rey de Francia.
Para conmemorar la toma de San Quintín se construyó el monasterio del Escorial, dedicando el templo a San Lorenzo, en cuyo día se dio la batalla.
CORAZÓN ROJO- Cantidad de envíos : 372
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Tambien podemos poner la batalla de Pavia y la de Lepanto como grandes batallas. En Lepanto quebrantamos el dominio turco en el mediterraneo y en Pavia les dimos bien a los franceses como en las Gravellinas y en San Quintin, son todas de la misme época.
La defensa de Castelnouvo (en Montenegro), en tiempos de Carlos I, aunque perdimos, fue una de las batallas mas memorables que hemos tenido, y que se citó en pomeas por toda Europa forjandose el mito de los invencibles Tercios españoles.
El Tercio viejo de Francismo Sarmiento aguanta con 3500 hombres un ejercito otomano de 50.000 efectivos.
EL temible Barbarroja (el lider turco que creo un mito), les ofrece una rendicion honrosa, ofrenciondles via libre hasta italia conservando su honor y las armas y abandonando de facto la fortaleza; a lo que los españoles respondieron "que viniesen cuando quisiesen".
Los españoles causaron al enemigo unas 20.000 bajas, hasta que con la municion echada a perder por la lluvia, luchando cuerpo a cuerpo a cuchillada limpia, no quedaron mas que 100 hombres... Barbarroja cabreadisimo por las bajas sufridas manda ejecutar a la mitad y a los demas los hace prisioneros.
Otras batallas o asedios importantes que se dieron tambien por parte de los españoles fue el asedio de Amberes, la ciudad flamenca mas importante en aquel tiempo, con unos 100.000 habitantes, durante las guerras en Flandes.
Una ciudad rodeada por un enorme foso y protegido por un gran rio, lo que le daba fama de inexpugnable. La victoria se debio al ingenio de Alejandro Farnsio que mando construir puentes gigantescos sobre el rio, uno de 800 metros de largo, y tras muchos meses de continuos asaltos y escaramuzas tomo la ciudad.
Otra asedio importante que se dio en aquella guerra que duro 80 años fue Breda. El mando recayo sobre Ambrosio de Spinola. Tras un año de continuas escaramuzas, de zapadores que construian tuneles para socavar los cimientos de las murallas y dinamitar las torresl. De ataques y contrataques... con mucho sudor y sangre, la poblacion de Breda exahusta se rinde al poderio español.
Tampoco nos podemos olvidar de una de las más épicas victorias de los españoles, con el imperio ya en decadencia y con los ingleses disputandonos las rutas comerciales del caribe.
El Sitio de Cartagena de Indias.
Los casacas rojas construyen lo que fue su "Gran Armada Invencible", y con ciento y pico barcos y unos 29.000 hombres asaltaron varios fuertes en Cartagena de Indias, quedando al mando de Blase De Lezo la defensa con 3000 soldados y 600 flecheros indios.
No solo pudo aguantar la embestida de los britanicos, sino que los hizo huir con el rabo entre las piernas, causandoles unas 6000 bajas y un gran numero elevado de heridos.Los ingleses, en su huida, tuvieron que hundir muchos barcos por falta de tripulacion.
La humillacion fue tal, (pues los ingleses, en su arrogancia ya daban por segura la victoria y mandaron acuñar monedas donde se exponia a Blas de Lezo de rodillas y el orgullo español derrotado), que el Rey de Inglaterra prohibio a sus escribas e historiadores que hicieran ninguna referencia de lo sucedido.
Y muchas mas que ire poniendo segun me acuerde por que a mi las historias de batallas me flipan. Teniendo en cuenta muchas batallas de menor importancia en cuanto al tamaño de los contingentes, pero no por ello menos heroicas y dignas de mencion.
Rendicion de Breda- Diego Velazquez.
La defensa de Castelnouvo (en Montenegro), en tiempos de Carlos I, aunque perdimos, fue una de las batallas mas memorables que hemos tenido, y que se citó en pomeas por toda Europa forjandose el mito de los invencibles Tercios españoles.
El Tercio viejo de Francismo Sarmiento aguanta con 3500 hombres un ejercito otomano de 50.000 efectivos.
EL temible Barbarroja (el lider turco que creo un mito), les ofrece una rendicion honrosa, ofrenciondles via libre hasta italia conservando su honor y las armas y abandonando de facto la fortaleza; a lo que los españoles respondieron "que viniesen cuando quisiesen".
Los españoles causaron al enemigo unas 20.000 bajas, hasta que con la municion echada a perder por la lluvia, luchando cuerpo a cuerpo a cuchillada limpia, no quedaron mas que 100 hombres... Barbarroja cabreadisimo por las bajas sufridas manda ejecutar a la mitad y a los demas los hace prisioneros.
Otras batallas o asedios importantes que se dieron tambien por parte de los españoles fue el asedio de Amberes, la ciudad flamenca mas importante en aquel tiempo, con unos 100.000 habitantes, durante las guerras en Flandes.
Una ciudad rodeada por un enorme foso y protegido por un gran rio, lo que le daba fama de inexpugnable. La victoria se debio al ingenio de Alejandro Farnsio que mando construir puentes gigantescos sobre el rio, uno de 800 metros de largo, y tras muchos meses de continuos asaltos y escaramuzas tomo la ciudad.
Otra asedio importante que se dio en aquella guerra que duro 80 años fue Breda. El mando recayo sobre Ambrosio de Spinola. Tras un año de continuas escaramuzas, de zapadores que construian tuneles para socavar los cimientos de las murallas y dinamitar las torresl. De ataques y contrataques... con mucho sudor y sangre, la poblacion de Breda exahusta se rinde al poderio español.
Tampoco nos podemos olvidar de una de las más épicas victorias de los españoles, con el imperio ya en decadencia y con los ingleses disputandonos las rutas comerciales del caribe.
El Sitio de Cartagena de Indias.
Los casacas rojas construyen lo que fue su "Gran Armada Invencible", y con ciento y pico barcos y unos 29.000 hombres asaltaron varios fuertes en Cartagena de Indias, quedando al mando de Blase De Lezo la defensa con 3000 soldados y 600 flecheros indios.
No solo pudo aguantar la embestida de los britanicos, sino que los hizo huir con el rabo entre las piernas, causandoles unas 6000 bajas y un gran numero elevado de heridos.Los ingleses, en su huida, tuvieron que hundir muchos barcos por falta de tripulacion.
La humillacion fue tal, (pues los ingleses, en su arrogancia ya daban por segura la victoria y mandaron acuñar monedas donde se exponia a Blas de Lezo de rodillas y el orgullo español derrotado), que el Rey de Inglaterra prohibio a sus escribas e historiadores que hicieran ninguna referencia de lo sucedido.
Y muchas mas que ire poniendo segun me acuerde por que a mi las historias de batallas me flipan. Teniendo en cuenta muchas batallas de menor importancia en cuanto al tamaño de los contingentes, pero no por ello menos heroicas y dignas de mencion.
Rendicion de Breda- Diego Velazquez.
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La Batalla de Garellano
Otra batalla memorabla fue la batalla de Garellano (un rio de Napoles) contra las franceses en 1503, durante la segunda Guerra de Napoles.
Los españoles contaban con 15.000 efectivos y los franceses con 25.000. La victoria fue para el bando español gracias a las estretegias y maniobras de nuestro general Gonzalo Fernandez Cordoba, que tras multiples engaños y repliegues les hace creer a los franceses que estan seguros, y coloca a sus huestes en puntos estrategicos, cogiendo a los franceses por sorpresa en un ataque al amanecer.
El comandante frances (Saluzza) que se encuentra en otro lugar cercano con su ejercito, toca retirada al enterarse del escalabro de sus tropas y decide retirarse a Gaeta (ciudad napolitana creo), con tan mala suerte de acabar en un terreno que era un lodazal lo que impedia el avance de sus carros y artilleria.
Gonzalo de Cordoba temiendo que se les escape, decide envolver a los franceses con su ejercito en una maniobra de tenaza.
En su avance, hostigado constantemente por los españoles, Saluzza se topa con otra dificultad natural a modo de cuello de botella, pues tenian que atravesar un desfiladoro. Aqui os podeis imaginar...
Saluzza que se encontraba algo mas adelante toca retirada nuevamente en lo que fue una huida desorganizada en toda regla. Aqui se produce una carniceria por parte de los españoles, tomando presos y asesinando a cientos de soldados, haciendose con el botin y con los materiales de guerra abandonados por los franceses.
Saluzza manda una debil oposion para estorbar el avance español, al mando de un genoves, para ganar tiempo y llegar asi a Gaeta. Ahi concluye la batalla.
Al dia siguiente las tropas españolas ya rodean Gaeta, y al poco, no le queda mas remedio a Saluzza que capitular.
El balance final en bajas fue de 4000 muertos franceses y 4000 heridos, por parte española se dieron 900 bajas.
PD: Un general digno de los grandes estrategas de la historia en mi opinion.
Los españoles contaban con 15.000 efectivos y los franceses con 25.000. La victoria fue para el bando español gracias a las estretegias y maniobras de nuestro general Gonzalo Fernandez Cordoba, que tras multiples engaños y repliegues les hace creer a los franceses que estan seguros, y coloca a sus huestes en puntos estrategicos, cogiendo a los franceses por sorpresa en un ataque al amanecer.
El comandante frances (Saluzza) que se encuentra en otro lugar cercano con su ejercito, toca retirada al enterarse del escalabro de sus tropas y decide retirarse a Gaeta (ciudad napolitana creo), con tan mala suerte de acabar en un terreno que era un lodazal lo que impedia el avance de sus carros y artilleria.
Gonzalo de Cordoba temiendo que se les escape, decide envolver a los franceses con su ejercito en una maniobra de tenaza.
En su avance, hostigado constantemente por los españoles, Saluzza se topa con otra dificultad natural a modo de cuello de botella, pues tenian que atravesar un desfiladoro. Aqui os podeis imaginar...
Saluzza que se encontraba algo mas adelante toca retirada nuevamente en lo que fue una huida desorganizada en toda regla. Aqui se produce una carniceria por parte de los españoles, tomando presos y asesinando a cientos de soldados, haciendose con el botin y con los materiales de guerra abandonados por los franceses.
Saluzza manda una debil oposion para estorbar el avance español, al mando de un genoves, para ganar tiempo y llegar asi a Gaeta. Ahi concluye la batalla.
Al dia siguiente las tropas españolas ya rodean Gaeta, y al poco, no le queda mas remedio a Saluzza que capitular.
El balance final en bajas fue de 4000 muertos franceses y 4000 heridos, por parte española se dieron 900 bajas.
PD: Un general digno de los grandes estrategas de la historia en mi opinion.
Última edición por thingol24 el 10/12/2009, 10:15 am, editado 3 veces
thingol24- Cantidad de envíos : 1284
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Y está esa batalla, de la cual desgraciadamente no recuerdo el nombre, en la que los españoles derrotaron a los aztecas, con Cortés a la cabeza con una humilde carga de 13 jinetes y creo que no eran mas de 50 infantes. Después de esa victoria, conseguida frente a unos cuantos miles de aztecas, España no tuvo mas dificultad en conseguir el resto de centroamérica.
Os recomiendo un libro: "Grandes batallas de la Historia" que ha sacado recientemente Canal de Historia en el que se relatan desde un punto de vista neutral las batallas mas importantes de la historia desde Qadesh (Egipto antiguo) hasta las recientes de Iraq.
Os recomiendo un libro: "Grandes batallas de la Historia" que ha sacado recientemente Canal de Historia en el que se relatan desde un punto de vista neutral las batallas mas importantes de la historia desde Qadesh (Egipto antiguo) hasta las recientes de Iraq.
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Sí, creo recordar que eran 600 españoles contra miles de aztecas en el primer desembarco que hizo en yucatan, no lo se pero la voy a buscar. (ademas de que es paisano mio, ejejej)
http://www.sanmiguelguide.com/hernan-cortes.htm
En 1518, se le encargó viajar a Yucatán para conocer el territorio, pero se le prohibió la fundación de colonias permanentes. Así salió de Santiago rumbo a México, y después de 10 días de navegación llegó a la isla de Cozumel ahí rescata a Jerónimo de Aguilar quien tiempo atrás había naufragado y fue hecho prisionero por los mayas, lo que le ayudó a aprender la lengua maya, Jerónimo de Aguilar sirvió de intérprete de Cortés durante su llegada a México. Continuó su expedición a lo largo de la costa de Yucatán hasta el río Tabasco al que llamaron Grijalva. Después ocurre la primera batalla contra los indígenas, obteniendo la victoria Cortés, así los mayas les entregaron mucha de la riqueza que tenían, y también algunas mujeres entre las que estaba la Malinche o Malitzin, quien fue muy importante para Cortés ya que hablaba maya y náhuatl; por lo que ella era la intérprete del náhuatl al maya, y Jerónimo de Aguilar era el intérprete entre el maya y el castellano. Más tarde la Malinche aprendió el castellano y fue ella la que fungía como intérprete directa de Cortés, con quien además tuvo un hijo
La batalla
http://hispanismo.org/hispanoamerica/1604-hernan-cortes-conquistador-de-la-nueva-espana.html
Una vez desembarcados, no tardaron Cortés y los suyos en oír unos extraños sonidos….Y resultaron ser unos tambores que tocaban con mucho arrebato…..Los indios estaban cerca….Y Cortés decidió esperarlos en la playa, donde, por ser un terreno descubierto, los indios no podrían tenderles trampas ni emboscadas. Cortés, para prever todo tipo de eventualidades que los salvajes pudieran ofrecer a la hispánica milicia, mandó disponer una línea cubierta con flecheros y escopeteros, de hombres escalonados desde la playa a las naves, por si fuese preciso acudir a la Caballería.
Los mayas, en efecto, llegaron al clarear el día, algo desconcertados. Cuando salieron a la playa y divisaron a los hispanos, casi inmóviles, desconociendo que sus armas pudiesen ser más certeras y mortales que las suyas, atacaron en masa, en medio de un desagradable y ensordecedor griterío. Cortés mandó entonces disparar a la vez a toda la artillería, lo que abrió una brecha en la masa asaltante. Sin embargo, los indios no se amilanaron ni ante el rugir de los cañones, y continuaron en su ofensiva….
Aquella dura batalla duró varias jornadas, ante la obstinación de los amerindios, pese a sus graves pérdidas…Fue entonces cuando Cortés decidió sacar los caballos. 12 eran sus jinetes, con sus caballos preparados para el ataque, en tanto que los demás eran de carga. Y entonces se produjo la primera victoria española en tierra firme : Los 12 caballos precipitaron la aterrorizada huida de centenares de mayas, que en su vida habían visto tan noble animal….Para ellos, sus resoplidos, sus corvetas, sus relinchos, eran algo diabólico, procedente de los dioses malignos….El caso es que el final de aquella batalla se produjo el día 25 de Marzo del año de 1519 de la era de Nuestro Señor Jesucristo; y gracias a ellos, los españoles pudieron tomar el territorio de Tabasco.
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Otra gran batalla de Hernan Cortes fue la "Batalla de Otumba", cuando tuvieron que huir de la capital azteca, Technochilan (o como demonios se escriba), en lo que se conoce como "La Noche Triste",
Los rebeldes aztecas, al mando de Coultipac (ni sorra como se escribe), el sucesor de Moctezuma, decide perseguirlos para acabar con los españoles en su totalidad.
Les dan alcance en Otumba con un ejercito de 40.000 indios (aqui no se ponen de acuerdo los historiadores, tras consultar varias fuentes, el numero es muy inexacto, pero es igual, se contaban por millares), por tan solo 500 españoles maltrechos y con pocas armas de fuego, y con unos cientos de indios aliados.
BATALLA DE OTUMBA
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Otumba
Cuitlahuac, con su hermano Matlatzincátzin , el Cihuacóatl que había nombrado líder de la batalla , rodearon con sus hombres a los debilitados españoles, que resistieron durante horas intercambiando flechas por disparos de ballesta, los mosquetes y la escasa artillería se habían perdido en las zanjas de Tenochtitlan . Hernán Cortés, decidió entonces jugar su última carga atacando al tepuchtlato (portaestandarte/caudillo) Cihuacóatl , notable en la batlla por ser el más alto y adornado de los guerreros aztecas y por tanto indicio claro de que era el jefe supremo de su ejército. Por primera vez en la historia de la Conquista de México, los españoles realizaron una modesta carga de caballería formada por 5 jinetes (Sandoval, Olid, Alonso de Ávila, Alvarado y Juan de Salamanca) que se abalanzaron sobre Cihuacóatl al grito de "¡SANTIAGO!".
"Llevaban a la guerra los más ricos vestidos y joyas que tenían. El capitán general, vestido ricamente, con una devisa de plumas sobre la cabeza, estaba en mitad del ejército, sentado en unas andas, sobre los hombros de caballeros principales; la guarnición que alrededor tenía era de los más fuertes y más señalados; tenían tanta cuenta con la bandera y estandarte, que, mientras la veían levantada, peleaban, y si estaba caída, como hombres vencidos, cada uno iba por su parte. Esto experimentó el muy valeroso y esforzado capitán don Fernando Cortés en aquella gran batalla de Otumba"..
El tepuchtlato (portaestandarte) Cihuacoatl, fue emboscado por Cortés, quién lo derribó de las andas y fue rematado de un espadazo por el soldado Juan de Salamanca, apoderándose de su insignia . Estas insignias eran señales del desarrollo de la batalla, y si caía era señal de que la batalla se estaba perdiendo. El ejercito Azteca rompió filas al no tener un mando...
"La victoria de los españoles se debió, en gran parte, al modo de pelear de los indios. "Como su mayor afán no era matar sino tomar prisioneros para los sacrificios, la batalla, después de la primera arremetida, se convertía en un conjunto de combates personales, sin orden ni concierto. Su cruenta religión los perdía. A ese afán debieron mil veces la vida los españoles, y aun Cortés mismo. Sin eso, fácil habría sido acabar con aquel puñado de hombres, por bravos que fuesen. En Otumba encontraran todos su sepulcro; mas los indios, privados del estandarte real por la sagacidad y arrojo de Cortés, desfallecieron, y aquella inmensa muchedumbre desapareció como niebla".
"Conquista y colonización de Méjico", Joaquín García Icazbalceta
Sin lugar a dudas este acontecimiento fue una pieza clave en la historia de México y del continente americano. Por ello a Otumba se le llega a denominar "La Heróica Otumba".
Tras esta victoria que inicialmente parecía imposible, los españoles pudieron retirarse a la ciudad aliada de Tlaxcala sin ser perseguidos más. Días después el emperador Cuitláhuac envió emisarios a los tlaxcaltecas proponiéndoles la paz a cambio de la entrega de Cortés y sus hombres, pero éstos rechazaron su idea y en su lugar acordaron una nueva alianza con los españoles para reconquistar Tenochtitlan.
http://www.sanmiguelguide.com/hernan-cortes.htm
En 1518, se le encargó viajar a Yucatán para conocer el territorio, pero se le prohibió la fundación de colonias permanentes. Así salió de Santiago rumbo a México, y después de 10 días de navegación llegó a la isla de Cozumel ahí rescata a Jerónimo de Aguilar quien tiempo atrás había naufragado y fue hecho prisionero por los mayas, lo que le ayudó a aprender la lengua maya, Jerónimo de Aguilar sirvió de intérprete de Cortés durante su llegada a México. Continuó su expedición a lo largo de la costa de Yucatán hasta el río Tabasco al que llamaron Grijalva. Después ocurre la primera batalla contra los indígenas, obteniendo la victoria Cortés, así los mayas les entregaron mucha de la riqueza que tenían, y también algunas mujeres entre las que estaba la Malinche o Malitzin, quien fue muy importante para Cortés ya que hablaba maya y náhuatl; por lo que ella era la intérprete del náhuatl al maya, y Jerónimo de Aguilar era el intérprete entre el maya y el castellano. Más tarde la Malinche aprendió el castellano y fue ella la que fungía como intérprete directa de Cortés, con quien además tuvo un hijo
La batalla
http://hispanismo.org/hispanoamerica/1604-hernan-cortes-conquistador-de-la-nueva-espana.html
Una vez desembarcados, no tardaron Cortés y los suyos en oír unos extraños sonidos….Y resultaron ser unos tambores que tocaban con mucho arrebato…..Los indios estaban cerca….Y Cortés decidió esperarlos en la playa, donde, por ser un terreno descubierto, los indios no podrían tenderles trampas ni emboscadas. Cortés, para prever todo tipo de eventualidades que los salvajes pudieran ofrecer a la hispánica milicia, mandó disponer una línea cubierta con flecheros y escopeteros, de hombres escalonados desde la playa a las naves, por si fuese preciso acudir a la Caballería.
Los mayas, en efecto, llegaron al clarear el día, algo desconcertados. Cuando salieron a la playa y divisaron a los hispanos, casi inmóviles, desconociendo que sus armas pudiesen ser más certeras y mortales que las suyas, atacaron en masa, en medio de un desagradable y ensordecedor griterío. Cortés mandó entonces disparar a la vez a toda la artillería, lo que abrió una brecha en la masa asaltante. Sin embargo, los indios no se amilanaron ni ante el rugir de los cañones, y continuaron en su ofensiva….
Aquella dura batalla duró varias jornadas, ante la obstinación de los amerindios, pese a sus graves pérdidas…Fue entonces cuando Cortés decidió sacar los caballos. 12 eran sus jinetes, con sus caballos preparados para el ataque, en tanto que los demás eran de carga. Y entonces se produjo la primera victoria española en tierra firme : Los 12 caballos precipitaron la aterrorizada huida de centenares de mayas, que en su vida habían visto tan noble animal….Para ellos, sus resoplidos, sus corvetas, sus relinchos, eran algo diabólico, procedente de los dioses malignos….El caso es que el final de aquella batalla se produjo el día 25 de Marzo del año de 1519 de la era de Nuestro Señor Jesucristo; y gracias a ellos, los españoles pudieron tomar el territorio de Tabasco.
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Otra gran batalla de Hernan Cortes fue la "Batalla de Otumba", cuando tuvieron que huir de la capital azteca, Technochilan (o como demonios se escriba), en lo que se conoce como "La Noche Triste",
Los rebeldes aztecas, al mando de Coultipac (ni sorra como se escribe), el sucesor de Moctezuma, decide perseguirlos para acabar con los españoles en su totalidad.
Les dan alcance en Otumba con un ejercito de 40.000 indios (aqui no se ponen de acuerdo los historiadores, tras consultar varias fuentes, el numero es muy inexacto, pero es igual, se contaban por millares), por tan solo 500 españoles maltrechos y con pocas armas de fuego, y con unos cientos de indios aliados.
BATALLA DE OTUMBA
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Otumba
Cuitlahuac, con su hermano Matlatzincátzin , el Cihuacóatl que había nombrado líder de la batalla , rodearon con sus hombres a los debilitados españoles, que resistieron durante horas intercambiando flechas por disparos de ballesta, los mosquetes y la escasa artillería se habían perdido en las zanjas de Tenochtitlan . Hernán Cortés, decidió entonces jugar su última carga atacando al tepuchtlato (portaestandarte/caudillo) Cihuacóatl , notable en la batlla por ser el más alto y adornado de los guerreros aztecas y por tanto indicio claro de que era el jefe supremo de su ejército. Por primera vez en la historia de la Conquista de México, los españoles realizaron una modesta carga de caballería formada por 5 jinetes (Sandoval, Olid, Alonso de Ávila, Alvarado y Juan de Salamanca) que se abalanzaron sobre Cihuacóatl al grito de "¡SANTIAGO!".
"Llevaban a la guerra los más ricos vestidos y joyas que tenían. El capitán general, vestido ricamente, con una devisa de plumas sobre la cabeza, estaba en mitad del ejército, sentado en unas andas, sobre los hombros de caballeros principales; la guarnición que alrededor tenía era de los más fuertes y más señalados; tenían tanta cuenta con la bandera y estandarte, que, mientras la veían levantada, peleaban, y si estaba caída, como hombres vencidos, cada uno iba por su parte. Esto experimentó el muy valeroso y esforzado capitán don Fernando Cortés en aquella gran batalla de Otumba"..
El tepuchtlato (portaestandarte) Cihuacoatl, fue emboscado por Cortés, quién lo derribó de las andas y fue rematado de un espadazo por el soldado Juan de Salamanca, apoderándose de su insignia . Estas insignias eran señales del desarrollo de la batalla, y si caía era señal de que la batalla se estaba perdiendo. El ejercito Azteca rompió filas al no tener un mando...
"La victoria de los españoles se debió, en gran parte, al modo de pelear de los indios. "Como su mayor afán no era matar sino tomar prisioneros para los sacrificios, la batalla, después de la primera arremetida, se convertía en un conjunto de combates personales, sin orden ni concierto. Su cruenta religión los perdía. A ese afán debieron mil veces la vida los españoles, y aun Cortés mismo. Sin eso, fácil habría sido acabar con aquel puñado de hombres, por bravos que fuesen. En Otumba encontraran todos su sepulcro; mas los indios, privados del estandarte real por la sagacidad y arrojo de Cortés, desfallecieron, y aquella inmensa muchedumbre desapareció como niebla".
"Conquista y colonización de Méjico", Joaquín García Icazbalceta
Sin lugar a dudas este acontecimiento fue una pieza clave en la historia de México y del continente americano. Por ello a Otumba se le llega a denominar "La Heróica Otumba".
Tras esta victoria que inicialmente parecía imposible, los españoles pudieron retirarse a la ciudad aliada de Tlaxcala sin ser perseguidos más. Días después el emperador Cuitláhuac envió emisarios a los tlaxcaltecas proponiéndoles la paz a cambio de la entrega de Cortés y sus hombres, pero éstos rechazaron su idea y en su lugar acordaron una nueva alianza con los españoles para reconquistar Tenochtitlan.
Última edición por thingol24 el 29/12/2009, 4:10 pm, editado 4 veces
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Ésa es!! la de Otumba!
Me pareció que debia aparecer.
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Totalmente, es heroica a más no poder, con tan solo un puñado de hombres lo que llegaron a hacer.... los "Leones de España", ejejeje
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Batalla de las Gravelinas
Como he dicho antes, estaban la batalla de Pavia y las Gravelinas, sendas victorias que como las de San Quintin, les dimos a los franceses.
Voy a resumir la de las Gravelinas porque no tiene desperdicio:
Tuvo lugar en el año 1558 en las Gravelinas (un pueblo cerca de Calais). El ejercito de Felipe II estaba al mando del Conde Egmont, y contaba con 18.000 efectivos; el ejercito frances al mando del Mariscal Thermes contaba con 14.000 hombres.
El ataque cogio de improviso al ejercito frances en las Gravelinas dado a la rapidez de las maniobras de los españoles, obligandoles a presentar batalla puesto que a las espaldas tenian un rio, y a su izquierda el mar y no podian huir.
Su mala situación, sin embargo, no impidió a los franceses creer que la victoria sería fácil. Cañonearon y atacaron con bastante desorden al ejército español, creyendo que se trataba de un contingente inferior. Una vez más se reveló la capacidad de los arcabuceros españoles, por aquel entonces los mejor armados y entrenados del continente. Los arcabuces acribillaron a la caballería francesa, y hasta el propio conde de Egmont cargó al mando de sus jinetes. A su vez, barcos vizcaínos e ingleses bombardeaban la retaguardia francesa, causándole numerosas bajas. La batalla de Gravelinas resultó un nuevo desastre para Francia, con miles de muertos y toda la artillería y banderas capturadas. Los franceses se vieron obligados a replegarse a sus fronteras.
Las bajas sufridas por los franceses alcanzaban la cuantiosa cifra de 12.000 muertos... los españoles sufrieron 300 muertes.
Voy a resumir la de las Gravelinas porque no tiene desperdicio:
Tuvo lugar en el año 1558 en las Gravelinas (un pueblo cerca de Calais). El ejercito de Felipe II estaba al mando del Conde Egmont, y contaba con 18.000 efectivos; el ejercito frances al mando del Mariscal Thermes contaba con 14.000 hombres.
El ataque cogio de improviso al ejercito frances en las Gravelinas dado a la rapidez de las maniobras de los españoles, obligandoles a presentar batalla puesto que a las espaldas tenian un rio, y a su izquierda el mar y no podian huir.
Su mala situación, sin embargo, no impidió a los franceses creer que la victoria sería fácil. Cañonearon y atacaron con bastante desorden al ejército español, creyendo que se trataba de un contingente inferior. Una vez más se reveló la capacidad de los arcabuceros españoles, por aquel entonces los mejor armados y entrenados del continente. Los arcabuces acribillaron a la caballería francesa, y hasta el propio conde de Egmont cargó al mando de sus jinetes. A su vez, barcos vizcaínos e ingleses bombardeaban la retaguardia francesa, causándole numerosas bajas. La batalla de Gravelinas resultó un nuevo desastre para Francia, con miles de muertos y toda la artillería y banderas capturadas. Los franceses se vieron obligados a replegarse a sus fronteras.
Las bajas sufridas por los franceses alcanzaban la cuantiosa cifra de 12.000 muertos... los españoles sufrieron 300 muertes.
Última edición por thingol24 el 29/12/2009, 4:03 pm, editado 3 veces
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Batalla de Pavia
BATALLA DE PAVIA
http://www.satrapa1.com/articulos/moderna/pavia/Batalla_Pavia.htm
Inicio de los enfrentamientos
La primera batalla tuvo lugar en Bicocca (cerca de Monza). La victoria aplastante de los tercios españoles hizo que en castellano la palabra 'bicoca' pasara a ser sinónimo de 'cosa fácil o barata'.
En la segunda batalla, la de Sesia, un ejército francés de 40.000 hombres comandado por Guillaume Gouffier, señor de Bonnivet, penetró en el Milanesado, pero fue igualmente rechazado. El marqués de Pescara, Fernando de Ávalos y Carlos III de Borbón (que recientemente se había aliado con el emperador Carlos) invadieron la Provenza. Sin embargo perdieron valioso tiempo en el sitio de Marsella, lo que propició la llegada de Francisco I y su ejército a Avignon y que los imperiales se retiraran. El 25 de octubre de 1524, el propio rey Francisco cruzó los Alpes y a comienzos de noviembre entraba en la ciudad de Milán (poniendo a Luis II de la Trémoille, como gobernador) después de haber arrasado varias plazas fuertes. Las tropas españolas evacuaron Milán y se refugiaron en Lodi y otras plazas fuertes. Dos mil españoles y cinco mil lansquenetes alemanes, mandados todos ellos por Antonio de Leyva, se atrincheraron en la vecina Pavía. Los franceses sitiaron la ciudad.
Antonio de Leyva, veterano de la Guerra de Granada, supo organizarse para resistir con 9.000 hombres más allá de lo que el enemigo esperaba, además del hambre y las enfermedades. Mientras tanto, otras guarniciones españolas veían como el enemigo reducía su número para mandar tropas a Pavía. Mientras los franceses aguardaban la capitulación de Leyva, recibieron noticias de un ejército que bajaba desde Alemania para apoyar la plaza sitiada: más de quince mil lansquenetes alemanes y austríacos bajo el mando de Jorge de Frundsberg, tenían órdenes del Emperador de poner fin al sitio y expulsar los franceses del Milanesado.
Francisco I decidió dividir sus tropas. Ordenó que parte de ellas se dirigieran a Génova y Nápoles e intentaran hacerse fuertes en estas ciudades. Mientras, en Pavía, los mercenarios alemanes y suizos comenzaban a sentirse molestos porque no recibían sus pagas. Los generales españoles empeñaron sus fortunas personales para pagarlas. Viendo la situación de sus oficiales, los dos mil arcabuceros españoles decidieron que seguirían defendiendo Pavía aún sin cobrar.
A mediados de enero llegaron los refuerzos bajo el mando del marqués de Pescara, Fernando de Ávalos, el virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy, y el condestable de Borbón, Carlos III. Avalos consiguió capturar el puesto de avance francés de San Angelo, cortando las líneas de comunicación entre Pavía y Milán. Posteriormente conquistaría a los franceses el castillo de Mirabello.
Finalmente llegaron los refuerzos imperiales a Pavía y los cañones comenzaron a abrir fuego el 24 de febrero de 1525. Los franceses decidieron resguardarse y esperar, sabedores de la mala situación económica de los imperiales y de que pronto los sitiados serían víctimas del hambre. Sin embargo atacaron varias veces con la artillería a los muros de Pavía. Pero las tropas desabastecidas, lejos de rendirse, comprendieron que los recursos se encontraban en el campamento francés, después de una arenga dicha por Leyva.
Así, los llamados "encamisados" comenzaron abriendo brechas en las posiciones francesas. Detrás, formaciones de piqueros franqueados por la caballería. Los tercios formaban de manera compacta, con largas picas protegiendo los arcabuceros. De esta forma, la caballería francesa caía al suelo antes de llegar incluso a tomar contacto con la infantería.
Los franceses consiguieron anular la artillería española, pero a costa de su retaguardia. En una arriesgada decisión, Francisco ordenó un ataque total de su caballería. Según avanzaban, la propia artillería francesa (superior a la española) tenía que cesar el fuego para no disparar a sus hombres. Los 3.000 arcabuceros de Alfonso de Ávalos dieron buena cuenta de los caballeros franceses, creando desconcierto entre estos. Mientras Lannoy al mando de la caballería y el marqués de Pescara, en la infantería, luchaban ya contra la infantería francesa comandada por Ricardo de la Pole y Francisco de Francia)]Lorena
La victoria española
En ese momento, Leyva sacó a sus hombres de la ciudad para apoyar a las tropas que habían venido en su ayuda y que se estaban batiendo con los franceses, de forma que los franceses se vieron atrapados entre dos fuegos que no pudieron superar. Comenzaron por rodear la retaguarda francesa (mandada por el duque de Alençon) y cortarles la retirada. Aunque agotados y hambrientos, constituían una muy respetable fuerza de combate. Bonnivet, principal consejero militar de Francisco, se suicidó. Los cadáveres franceses comenzaban a amontonarse unos encima de otros. Los más, viendo la derrota, intentaban escapar. Al final las bajas francesas ascendieron a 8.000 hombres.
El rey de Francia y su escolta combatía a pie, intentando abrirse paso. De pronto, Francisco cayó, y al erguirse, se encontró con un estoque español en su cuello. Un soldado de infantería, el vasco Juan de Urbieta, lo hacía preso. Diego Dávila, granadino, y Alonso Pita da Veiga, gallego, se juntaron con su compañero de armas. No sabían a quien acababan de apresar, pero por las vestimentas supusieron que se trataría de un gran señor. Informaron a sus superiores. Aquel preso resultó ser el rey de Francia. Otro participante célebre fue el extremeño Pedro de Valdivia, futuro conquistador de Chile.
Consecuencias
En la batalla murieron comandantes franceses como Bonnivet, Luis II La Tremoille, La Palice, Suffolk, y Francisco de Lorraine.
Tras la batalla Francisco I fue llevado a Madrid, donde llegó el 12 de agosto, quedando custodiado en la Casa y Torre de los Lujanes. La posición de Carlos I fue extremadamente exigente, y Francisco firma en 1526 el Francisco I renunciará al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.
Cuenta la leyenda que en las negociaciones de paz y de liberación de Francisco I, el emperador renunció a usar su lengua madre (francés borgoñón) y la lengua habitual de la diplomacia (italiano) para hablar por primera vez de manera oficial en español.
Posteriormente Francisco I se alió con el papado para luchar contra el Imperio Español, lo que produjo que Carlos I atacara y saqueara Roma en 1527 (Saqueo de Roma).
En la actualidad se sabe que Francisco I no estuvo en el edificio de los Lujanes, sino en el Alcázar de los Austrias, el que fue sustituido por el actual Palacio real de Madrid. Carlos I se desvivió por lograr que su "hermano" Francisco se sintiera cómodo y lleno de atenciones
http://www.satrapa1.com/articulos/moderna/pavia/Batalla_Pavia.htm
Inicio de los enfrentamientos
La primera batalla tuvo lugar en Bicocca (cerca de Monza). La victoria aplastante de los tercios españoles hizo que en castellano la palabra 'bicoca' pasara a ser sinónimo de 'cosa fácil o barata'.
En la segunda batalla, la de Sesia, un ejército francés de 40.000 hombres comandado por Guillaume Gouffier, señor de Bonnivet, penetró en el Milanesado, pero fue igualmente rechazado. El marqués de Pescara, Fernando de Ávalos y Carlos III de Borbón (que recientemente se había aliado con el emperador Carlos) invadieron la Provenza. Sin embargo perdieron valioso tiempo en el sitio de Marsella, lo que propició la llegada de Francisco I y su ejército a Avignon y que los imperiales se retiraran. El 25 de octubre de 1524, el propio rey Francisco cruzó los Alpes y a comienzos de noviembre entraba en la ciudad de Milán (poniendo a Luis II de la Trémoille, como gobernador) después de haber arrasado varias plazas fuertes. Las tropas españolas evacuaron Milán y se refugiaron en Lodi y otras plazas fuertes. Dos mil españoles y cinco mil lansquenetes alemanes, mandados todos ellos por Antonio de Leyva, se atrincheraron en la vecina Pavía. Los franceses sitiaron la ciudad.
Antonio de Leyva, veterano de la Guerra de Granada, supo organizarse para resistir con 9.000 hombres más allá de lo que el enemigo esperaba, además del hambre y las enfermedades. Mientras tanto, otras guarniciones españolas veían como el enemigo reducía su número para mandar tropas a Pavía. Mientras los franceses aguardaban la capitulación de Leyva, recibieron noticias de un ejército que bajaba desde Alemania para apoyar la plaza sitiada: más de quince mil lansquenetes alemanes y austríacos bajo el mando de Jorge de Frundsberg, tenían órdenes del Emperador de poner fin al sitio y expulsar los franceses del Milanesado.
Francisco I decidió dividir sus tropas. Ordenó que parte de ellas se dirigieran a Génova y Nápoles e intentaran hacerse fuertes en estas ciudades. Mientras, en Pavía, los mercenarios alemanes y suizos comenzaban a sentirse molestos porque no recibían sus pagas. Los generales españoles empeñaron sus fortunas personales para pagarlas. Viendo la situación de sus oficiales, los dos mil arcabuceros españoles decidieron que seguirían defendiendo Pavía aún sin cobrar.
A mediados de enero llegaron los refuerzos bajo el mando del marqués de Pescara, Fernando de Ávalos, el virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy, y el condestable de Borbón, Carlos III. Avalos consiguió capturar el puesto de avance francés de San Angelo, cortando las líneas de comunicación entre Pavía y Milán. Posteriormente conquistaría a los franceses el castillo de Mirabello.
Finalmente llegaron los refuerzos imperiales a Pavía y los cañones comenzaron a abrir fuego el 24 de febrero de 1525. Los franceses decidieron resguardarse y esperar, sabedores de la mala situación económica de los imperiales y de que pronto los sitiados serían víctimas del hambre. Sin embargo atacaron varias veces con la artillería a los muros de Pavía. Pero las tropas desabastecidas, lejos de rendirse, comprendieron que los recursos se encontraban en el campamento francés, después de una arenga dicha por Leyva.
Así, los llamados "encamisados" comenzaron abriendo brechas en las posiciones francesas. Detrás, formaciones de piqueros franqueados por la caballería. Los tercios formaban de manera compacta, con largas picas protegiendo los arcabuceros. De esta forma, la caballería francesa caía al suelo antes de llegar incluso a tomar contacto con la infantería.
Los franceses consiguieron anular la artillería española, pero a costa de su retaguardia. En una arriesgada decisión, Francisco ordenó un ataque total de su caballería. Según avanzaban, la propia artillería francesa (superior a la española) tenía que cesar el fuego para no disparar a sus hombres. Los 3.000 arcabuceros de Alfonso de Ávalos dieron buena cuenta de los caballeros franceses, creando desconcierto entre estos. Mientras Lannoy al mando de la caballería y el marqués de Pescara, en la infantería, luchaban ya contra la infantería francesa comandada por Ricardo de la Pole y Francisco de Francia)]Lorena
La victoria española
En ese momento, Leyva sacó a sus hombres de la ciudad para apoyar a las tropas que habían venido en su ayuda y que se estaban batiendo con los franceses, de forma que los franceses se vieron atrapados entre dos fuegos que no pudieron superar. Comenzaron por rodear la retaguarda francesa (mandada por el duque de Alençon) y cortarles la retirada. Aunque agotados y hambrientos, constituían una muy respetable fuerza de combate. Bonnivet, principal consejero militar de Francisco, se suicidó. Los cadáveres franceses comenzaban a amontonarse unos encima de otros. Los más, viendo la derrota, intentaban escapar. Al final las bajas francesas ascendieron a 8.000 hombres.
El rey de Francia y su escolta combatía a pie, intentando abrirse paso. De pronto, Francisco cayó, y al erguirse, se encontró con un estoque español en su cuello. Un soldado de infantería, el vasco Juan de Urbieta, lo hacía preso. Diego Dávila, granadino, y Alonso Pita da Veiga, gallego, se juntaron con su compañero de armas. No sabían a quien acababan de apresar, pero por las vestimentas supusieron que se trataría de un gran señor. Informaron a sus superiores. Aquel preso resultó ser el rey de Francia. Otro participante célebre fue el extremeño Pedro de Valdivia, futuro conquistador de Chile.
Consecuencias
En la batalla murieron comandantes franceses como Bonnivet, Luis II La Tremoille, La Palice, Suffolk, y Francisco de Lorraine.
Tras la batalla Francisco I fue llevado a Madrid, donde llegó el 12 de agosto, quedando custodiado en la Casa y Torre de los Lujanes. La posición de Carlos I fue extremadamente exigente, y Francisco firma en 1526 el Francisco I renunciará al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.
Cuenta la leyenda que en las negociaciones de paz y de liberación de Francisco I, el emperador renunció a usar su lengua madre (francés borgoñón) y la lengua habitual de la diplomacia (italiano) para hablar por primera vez de manera oficial en español.
Posteriormente Francisco I se alió con el papado para luchar contra el Imperio Español, lo que produjo que Carlos I atacara y saqueara Roma en 1527 (Saqueo de Roma).
En la actualidad se sabe que Francisco I no estuvo en el edificio de los Lujanes, sino en el Alcázar de los Austrias, el que fue sustituido por el actual Palacio real de Madrid. Carlos I se desvivió por lograr que su "hermano" Francisco se sintiera cómodo y lleno de atenciones
Última edición por thingol24 el 29/12/2009, 4:02 pm, editado 1 vez
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Gran batalla la de Pavía, en muchas ocasiones los españoles, en aparente inferioridad de fuerzas, vencemos a un enemigo mucho mayor.
PD: ¿alguien sabe donde está actualmente Cartagena de Indias?
PD: ¿alguien sabe donde está actualmente Cartagena de Indias?
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
En colombia creo...
PD: Grande Blas, ejeje
PD: Grande Blas, ejeje
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Blas de Lezo y la Invencible Inglesa en Cartagena de Indias
Este va dedicado a Tercios, ya pusimos algun post al respecto, pero vuelvo a poner el video para que lo veas y se te pongan los pelos de punta, jejejeej
PD: Y por ti tambien Gonzalo, aunque tu ya lo tienes muy visto, ejejejej
¡¡Grande Blas!!
Tambien dejo un link con un post dedicado a los tercios, por si alguien quiere echarle un vistazo...
https://1492.forosactivos.net/foro-de-historia-f4/homenaje-a-los-tercios-espanoles-video-t2302.htm
PD: Y por ti tambien Gonzalo, aunque tu ya lo tienes muy visto, ejejejej
¡¡Grande Blas!!
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La Batalla de Tunez.
El pirata Berberisco Barbarroja, apoyado por Soliman el Magnífico se habia convertido en el dueño del mediterraneo, suponiendo una seria y constante amenaza para occidente y los paises de la cuenca mediterranea.
Había llegado el momento de actuar.
El día 2 de marzo de 1.535 partió de Barcelona una gran flota formada por más de 300 barcos, aportados mayoritariamente por España y en menor mediada por el Papa y los Genoveses, los cuales veian amenazado continuamente su comercio en el mediterraneo.
Al mando de la flota se puso el Gran Almirante Andrea Doria.
La flota llevaba los ya conocidos y temidos Tercios Viejos con 50.000 hombres mandados por el Duque de Alba, si bien es cierto que el propio Carlos V se reservó la Jefatura suprema.
La cual no fue meramente simbólica, sino que participó activamente en la contienda.
El 16 de junio saltaron a tierra los Tercios Viejos para establecer la cabeza de puente y facilitar el montaje del campamento base.
Carlos V desembarco el primer día dirigiendo personalmente el avance sobre la fortaleza de la Goleta, en la cual el pirata Barbarroja se encontraba atrincherado con sus hombres.
El 14 de Julio comenzó la batalla y más de 300 piezas de artilleria batieron , desde tierra y mar las defensas de la Goleta.
El Emperador con su escolta de nobles tomo el mando de los Tercios Viejos y se lanzarón sobre las brechas creadas por la artillería en las murallas.
El ataque fue fulminante.
Los Tercio avanzarón a sangre y fuego, las defensas cayeron y Barbarroja se vió obligado a huir precipitadamente.
El 20 de Julio, con un calor espantoso, Carlos V ordena el avance hacia la ciudad de Túnez.
La batalla se centro en la posesión de los pozos de agua próximos a la ciudad, en la que participo el emperador lanza en ristre.
Inmediatamente después tronaron los cañones y la toma de Túnez resulto más fácil gracias a la participación de miles de cautivos cristianos que lograron escapar y atacaron a los defensores por la espalda.
Carlos V permaneció en Tunez hasta el 17 de agosto para consolidar las defensas de su conquista.
El 5 de mayo de 1.536 el emperador, tras su triunfal recepción en Sicilia y Nápoles, entro en Roma donde celebro con su ejercito un triunfo semejante a los de la Roma Imperial.
http://www.islaperdida.com/paginas/c5tunez.htm
Tercio de Alburquerque.Tercio de Ambrosio Spinola
Bandera de Compañia de mediados S.XVII Bandera Imperial Felipe II
(Tercio Morados Viejos)
Tercio de Liga 1571 Tercio Amarillos Viejos 1680
Había llegado el momento de actuar.
El día 2 de marzo de 1.535 partió de Barcelona una gran flota formada por más de 300 barcos, aportados mayoritariamente por España y en menor mediada por el Papa y los Genoveses, los cuales veian amenazado continuamente su comercio en el mediterraneo.
Al mando de la flota se puso el Gran Almirante Andrea Doria.
La flota llevaba los ya conocidos y temidos Tercios Viejos con 50.000 hombres mandados por el Duque de Alba, si bien es cierto que el propio Carlos V se reservó la Jefatura suprema.
La cual no fue meramente simbólica, sino que participó activamente en la contienda.
El 16 de junio saltaron a tierra los Tercios Viejos para establecer la cabeza de puente y facilitar el montaje del campamento base.
Carlos V desembarco el primer día dirigiendo personalmente el avance sobre la fortaleza de la Goleta, en la cual el pirata Barbarroja se encontraba atrincherado con sus hombres.
El 14 de Julio comenzó la batalla y más de 300 piezas de artilleria batieron , desde tierra y mar las defensas de la Goleta.
El Emperador con su escolta de nobles tomo el mando de los Tercios Viejos y se lanzarón sobre las brechas creadas por la artillería en las murallas.
El ataque fue fulminante.
Los Tercio avanzarón a sangre y fuego, las defensas cayeron y Barbarroja se vió obligado a huir precipitadamente.
El 20 de Julio, con un calor espantoso, Carlos V ordena el avance hacia la ciudad de Túnez.
La batalla se centro en la posesión de los pozos de agua próximos a la ciudad, en la que participo el emperador lanza en ristre.
Inmediatamente después tronaron los cañones y la toma de Túnez resulto más fácil gracias a la participación de miles de cautivos cristianos que lograron escapar y atacaron a los defensores por la espalda.
Carlos V permaneció en Tunez hasta el 17 de agosto para consolidar las defensas de su conquista.
El 5 de mayo de 1.536 el emperador, tras su triunfal recepción en Sicilia y Nápoles, entro en Roma donde celebro con su ejercito un triunfo semejante a los de la Roma Imperial.
http://www.islaperdida.com/paginas/c5tunez.htm
Tercio de Alburquerque.Tercio de Ambrosio Spinola
Bandera de Compañia de mediados S.XVII Bandera Imperial Felipe II
(Tercio Morados Viejos)
Tercio de Liga 1571 Tercio Amarillos Viejos 1680
Última edición por thingol24 el 30/12/2009, 2:27 am, editado 8 veces
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Batalla de Bicoca
Bueno, antes de nada, decir que esta batalla fue la que precedio a la victoria de Pavia que comente antes, y la comento porque sin contar los muertos por la artilleria francesa antes del enfrentamiento directo, no perdimos ni un solo hombre, y le causamos al enemigo mas de 3000 bajas, es bastante significativo.
BATALLA DE BICOCA (29 de abril de 1522)
Victoria del general Próspero Colonna sobre los franceses y triunfo de los arcabuceros españoles sobre la infantería suiza, que supuso el definitivo declinar de éstos.
La Quinta Campaña de Italia finalizó con la derrota de los franceses en Bicoca cuando se dirigían hacia Monza para tratar de cortar el camino de Suiza al ejército hispano-alemán del emperador Carlos V.
El ejército francés, al mando del general Lautrec, estaba formado por 15.000 mercenarios suizos, perteneciente a la famosa y temida infantería que era dueña de los campos de batalla desde los últimos 50 años. Pedro Navarro formó junto a los franceses y se enfrentó por segunda vez a sus antiguos compañeros de armas. Por su parte, el jefe de las tropas imperiales era el anciano general Prospero Colona, de 69 años, que contaba con unos 4.000 arcabuceros españoles como fuerza principal de su ejército.
Tras el encuentro de ambos ejército, Colonna desplegó los arcabuceros españoles al otro lado de un camino, detrás de un terraplén coronado por una empalizada, apoyados por varias piezas de artillería. Los piqueros suizos formaron frente a ellos en dos grandes cuadros erizados de lanzas y de miles de hombres, y comenzaron su avance contra el ejército imperial.
Los españoles rompieron el fuego y comenzaron a lanzar sobre los suizos andanadas sin cesar, disparando por filas. Los piqueros sufrieron unas mil bajas, pero a pesar de ello continuaron su avance y lograron atravesar el camino. Pero el terreno se empinó y las bajas aumentaron sin cesar, alcanzando la cifra de 22 capitanes y unos 3.000 soldados. La carnicería era tal y la impotencia de los piqueros en su avance era tal que los suizos iniciaron la retirada dando siempre frente a los españoles, que no sufrieron ninguna baja en la batalla.
Consideraciones sobre la batalla
La batalla de Bicoca supuso la derrota definitiva de la infantería suiza, que fue barrida definitivamente de los campos de batalla, y el nacimiento de un nuevo tipo de combatiente: el arcabucero. El Marqués de Pescara tomó parte en la batalla junto al anciano general Colonna y tomó muy buena nota de esta nueva arma, que utilizaría en posteriores campañas al mando de tropas españolas.
BATALLA DE BICOCA (29 de abril de 1522)
Victoria del general Próspero Colonna sobre los franceses y triunfo de los arcabuceros españoles sobre la infantería suiza, que supuso el definitivo declinar de éstos.
La Quinta Campaña de Italia finalizó con la derrota de los franceses en Bicoca cuando se dirigían hacia Monza para tratar de cortar el camino de Suiza al ejército hispano-alemán del emperador Carlos V.
El ejército francés, al mando del general Lautrec, estaba formado por 15.000 mercenarios suizos, perteneciente a la famosa y temida infantería que era dueña de los campos de batalla desde los últimos 50 años. Pedro Navarro formó junto a los franceses y se enfrentó por segunda vez a sus antiguos compañeros de armas. Por su parte, el jefe de las tropas imperiales era el anciano general Prospero Colona, de 69 años, que contaba con unos 4.000 arcabuceros españoles como fuerza principal de su ejército.
Tras el encuentro de ambos ejército, Colonna desplegó los arcabuceros españoles al otro lado de un camino, detrás de un terraplén coronado por una empalizada, apoyados por varias piezas de artillería. Los piqueros suizos formaron frente a ellos en dos grandes cuadros erizados de lanzas y de miles de hombres, y comenzaron su avance contra el ejército imperial.
Los españoles rompieron el fuego y comenzaron a lanzar sobre los suizos andanadas sin cesar, disparando por filas. Los piqueros sufrieron unas mil bajas, pero a pesar de ello continuaron su avance y lograron atravesar el camino. Pero el terreno se empinó y las bajas aumentaron sin cesar, alcanzando la cifra de 22 capitanes y unos 3.000 soldados. La carnicería era tal y la impotencia de los piqueros en su avance era tal que los suizos iniciaron la retirada dando siempre frente a los españoles, que no sufrieron ninguna baja en la batalla.
Consideraciones sobre la batalla
La batalla de Bicoca supuso la derrota definitiva de la infantería suiza, que fue barrida definitivamente de los campos de batalla, y el nacimiento de un nuevo tipo de combatiente: el arcabucero. El Marqués de Pescara tomó parte en la batalla junto al anciano general Colonna y tomó muy buena nota de esta nueva arma, que utilizaría en posteriores campañas al mando de tropas españolas.
Por otra parte, el empleo de las armas de fuego por los españoles no era nada nuevo, puesto que ya el Gran Capitán había derrotado a los franceses en La Batalla de Ceriñola en 1503. En aquella ocasión las armas de fuego utilizadas fueron espingardas y escopetas en lugar de arcabuces.
http://www.ingenierosdelrey.com/guerras/1521_italia/1522_bicoca.htm
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Batalla de Ceriñola
BATALLA DE CERIÑOLA (28 de abril de 1503)
Victoria del Gran Capitán sobre el duque de Nemours.
Con los refuerzos alemanes recién llegados, el Gran Capitán salió con sus 6.000 hombres el 27 de abril de Barletta en busca del duque de Nemours. Ese mismo día acampó en Cannas, el antiguo campo de batalla de Anibal. Al día siguiente se dirigió hacia Ceriñola formado de la siguiente forma:
La marcha fue muy penosa por el calor y la sed que agobiaban a los soldados. Pero lo aguantaron todo, especialmente al ver que su general, el primero en la fatiga, cedía su caballo a un soldado rendido de cansancio. Por fin llegaron a la vista de Ceriñola, lugar elegido por el Gran Capitán para dar la batalla, y comenzaron los trabajos de preparación del terreno.
Ceriñola era una aldea asentada en lo alto de una loma cuyos declives naturales estaban cubiertos de viñedos. Un profundo barranco discurre el fondo de la loma, sirviendo a modo de foso natural. En el fondo del barranco los españoles colocaron estacas puntiagudas para impedir el paso de la caballería, y movieron la tierra de los bordes para que se hundiese con el peso de un hombre. Los brazos del foso fueron prolongados para tratar de rodear toda la loma, que fue donde se asentó el ejército. Solo quedó algo al descubierto el flanco izquierdo, que el Gran Capitán trató de fortificar levantando un parapeto y asentando allí la artillería. Durante seis horas los soldados del Gran Capitán estuvieron fortificando la posición.
Una vez instaladas las tropas en el campamento, al caer la tarde los jinetes de Fabricio Colonna trajeron el aviso de la llegada de los franceses. El Gran Capitán aprestó a sus hombres para la lucha y las distribuyó en tres escuadrones:
Dividió la caballería gruesa en dos unidades al mando de Próspero Colonna y Diego de Mendoza y la desplegó a ambos flancos de la posición. La caballería ligera de Fabricio Colonna y Pedro de Paz quedó fuera del campamento.
Al llegar los franceses ante la posición española se suscitó una discusión sobre la conveniencia de dejar la batalla para el día siguiente. Ese era el parecer del duque de Nemours. Pero se oyeron voces discordantes tachando esa postura de cobardía, entre las cuales se hallaban las de Chaudieu, coronel jefe de las tropas suizas, e Ivo de Alegre, por lo que el duque decidió dar la batalla inmediatamente. Para ello dispuso sus fuerzas en tres porciones:
Comenzó la batalla con la carga de la caballería de Luis de Ars sobre la izquierda española. Fue detenida por el foso y las estacas de la defensa y diezmada por los fuegos de los espingarderos, escopeteros y artillería españoles dirigidos por Pedro Navarro. En un momento dado estallaron varios carros de polvora españoles, y hubo unos instantes de alarma entre las filas españoles. Pero el Gran Capitán resolvió la situación arengando a sus soldados diciendoles:
La noche avanzaba, pero el duque de Nemours quiso aprovechar el incidente para volver a la carga. Su caballería es detenida y diezmada de nuevo. Tras este nuevo fracaso, el duque de Nemours inició insensatamente con sus tropas una marcha de flanco ante la posición española en busca de un paso por donde penetrar en el dispositivo defensivo. La marcha se efectuó bajo el terrible fuego de los espingarderos españoles hasta que un tiro de espingarda derribó al duque del caballo y acabó con su vida.
A pesar de la muerte de su jefe el ánimo de los franceses no flaqueó. El coronel suizo Chaudieu se lanzó al ataque del centro del parapeto español, defendido por los piqueros alemanes. Por tres veces llegó hasta el parapeto, y por tres veces fue detenido por aquella muralla de picas infranqueable, hasta que, atacado de flanco por los espingarderos españoles, una bala acabó con la vida del coronel suizo. Sin jefe que les dirigiera, los soldados suizos y gascones se desbandaron y en su huida chocaron contra la caballería ligera situada a su retaguardia, a la cual logran desordenar.
El Gran Capitán comprendió que había llegado el momento decisivo de la batalla, por lo que ordenó un ataque general. Los franceses se desbandaron y fueron perseguidos hasta el campamento del que habían salido aquella tarde camino de la batalla. El ejército francés quedó desecho. Luis de Ars logró refugiarse en Venosa, perseguido de cerca por Pedro de Paz. Ivo de Alegre huyó a Gaeta con sus jinetes sin entrar en combate. Aquella noche Próspero Colonna y otros capitanes españoles cenaron en la tienda del duque de Nemours la comida que éste tenía preparada para su regreso.
La batalla duró lo que el crepúsculo de aquel día, pues no era noche cerrada cuando los españoles lograron la victoria. Las pérdidas francesas fueron de más de tres mil hombres, toda su artillería y equipaje y la mayor parte de sus banderas. Según el cronista Bernáldez, don Tristán de Acuña hizo un recuento de cadáveres por orden del Gran Capitán, y el número resultante ascendió a 3.664, si bien el propio don Tristán reconoció que habría que añadir más de un centenar de muertos más debido a los cadáveres que fueron enterrados sin que él lo supervisara personalmente. Los españoles solo sufrieron menos de cien muertos.
Entre los cadáveres se recogió el del duque de Nemours, al que reconocieron por los anillos que lucía en sus dedos. Don Gonzalo se conmovió ante su vista y derramó lágrimas ante él. Para honrarle dispuso que se le embalsamara y le condujo en andas hasta Barletta con un séquito de cien hombres de armas con hachas encendidas y una escolta de una compañía de soldados. En Barletta se le ofrecieron exequias y se le enterró en el monasterio de San Francisco.
Tras la victoria española se entregaron sin combatir las ciudades de Canosa, Malfi y otras muchas. Pocos días después Nápoles envió al Gran Capitán una diputación de su nobleza y de los principales ciudadanos para ofrecerle las llaves de la capital del reino. El triunfo del Gran Capitán tras la batalla de Ceriñola fue completo y consiguió todo el reino de Nápoles para los Reyes Católicos.
Consideraciones sobre la batalla
Victoria del Gran Capitán sobre el duque de Nemours.
Con los refuerzos alemanes recién llegados, el Gran Capitán salió con sus 6.000 hombres el 27 de abril de Barletta en busca del duque de Nemours. Ese mismo día acampó en Cannas, el antiguo campo de batalla de Anibal. Al día siguiente se dirigió hacia Ceriñola formado de la siguiente forma:
- Vanguardia, con 1.000 caballos ligeros al mando de Próspero Colonna y Pedro de Paz.
- Grueso, formado por 2.000 infantes españoles al mando de Pedro Navarro, Francisco Pizarro y García de Paredes.
- Retaguardia, al mando del Gran Capitán y formada por 2.000 lansquenetes alemanes, 700 hombres de armas y algunos caballos ligeros al mando de Fabricio Colonna y Diego de Mendoza.
La marcha fue muy penosa por el calor y la sed que agobiaban a los soldados. Pero lo aguantaron todo, especialmente al ver que su general, el primero en la fatiga, cedía su caballo a un soldado rendido de cansancio. Por fin llegaron a la vista de Ceriñola, lugar elegido por el Gran Capitán para dar la batalla, y comenzaron los trabajos de preparación del terreno.
Ceriñola era una aldea asentada en lo alto de una loma cuyos declives naturales estaban cubiertos de viñedos. Un profundo barranco discurre el fondo de la loma, sirviendo a modo de foso natural. En el fondo del barranco los españoles colocaron estacas puntiagudas para impedir el paso de la caballería, y movieron la tierra de los bordes para que se hundiese con el peso de un hombre. Los brazos del foso fueron prolongados para tratar de rodear toda la loma, que fue donde se asentó el ejército. Solo quedó algo al descubierto el flanco izquierdo, que el Gran Capitán trató de fortificar levantando un parapeto y asentando allí la artillería. Durante seis horas los soldados del Gran Capitán estuvieron fortificando la posición.
Una vez instaladas las tropas en el campamento, al caer la tarde los jinetes de Fabricio Colonna trajeron el aviso de la llegada de los franceses. El Gran Capitán aprestó a sus hombres para la lucha y las distribuyó en tres escuadrones:
- Primer escuadrón: a la derecha apoyado en Ceriñola, formado por infantería española al mando de Zamudio, Pizarro y Villalba.
- Segundo escuadrón: en el centro, formado por los lansquenetes alemanes.
- Tercer escuadrón: a la izquierda, formado por infantería española al mando de Pedro Navarro.
Dividió la caballería gruesa en dos unidades al mando de Próspero Colonna y Diego de Mendoza y la desplegó a ambos flancos de la posición. La caballería ligera de Fabricio Colonna y Pedro de Paz quedó fuera del campamento.
Al llegar los franceses ante la posición española se suscitó una discusión sobre la conveniencia de dejar la batalla para el día siguiente. Ese era el parecer del duque de Nemours. Pero se oyeron voces discordantes tachando esa postura de cobardía, entre las cuales se hallaban las de Chaudieu, coronel jefe de las tropas suizas, e Ivo de Alegre, por lo que el duque decidió dar la batalla inmediatamente. Para ello dispuso sus fuerzas en tres porciones:
- Ala derecha: los hombres de armas que formaban la caballería de línea, al mando de Luis de Ars.
- Centro: infantería suiza y gascona, al mando de Chaudieu, desplegada un poco retrasada como si se tratase de un segundo escalón.
- Ala izquierda: la caballería ligera, al mando de Ivo de Alegre, desplegada también retrasada respecto al centro.
Comenzó la batalla con la carga de la caballería de Luis de Ars sobre la izquierda española. Fue detenida por el foso y las estacas de la defensa y diezmada por los fuegos de los espingarderos, escopeteros y artillería españoles dirigidos por Pedro Navarro. En un momento dado estallaron varios carros de polvora españoles, y hubo unos instantes de alarma entre las filas españoles. Pero el Gran Capitán resolvió la situación arengando a sus soldados diciendoles:
- "¡Buen anuncio ...! Estas son las luminarias de la victoria."
La noche avanzaba, pero el duque de Nemours quiso aprovechar el incidente para volver a la carga. Su caballería es detenida y diezmada de nuevo. Tras este nuevo fracaso, el duque de Nemours inició insensatamente con sus tropas una marcha de flanco ante la posición española en busca de un paso por donde penetrar en el dispositivo defensivo. La marcha se efectuó bajo el terrible fuego de los espingarderos españoles hasta que un tiro de espingarda derribó al duque del caballo y acabó con su vida.
A pesar de la muerte de su jefe el ánimo de los franceses no flaqueó. El coronel suizo Chaudieu se lanzó al ataque del centro del parapeto español, defendido por los piqueros alemanes. Por tres veces llegó hasta el parapeto, y por tres veces fue detenido por aquella muralla de picas infranqueable, hasta que, atacado de flanco por los espingarderos españoles, una bala acabó con la vida del coronel suizo. Sin jefe que les dirigiera, los soldados suizos y gascones se desbandaron y en su huida chocaron contra la caballería ligera situada a su retaguardia, a la cual logran desordenar.
El Gran Capitán comprendió que había llegado el momento decisivo de la batalla, por lo que ordenó un ataque general. Los franceses se desbandaron y fueron perseguidos hasta el campamento del que habían salido aquella tarde camino de la batalla. El ejército francés quedó desecho. Luis de Ars logró refugiarse en Venosa, perseguido de cerca por Pedro de Paz. Ivo de Alegre huyó a Gaeta con sus jinetes sin entrar en combate. Aquella noche Próspero Colonna y otros capitanes españoles cenaron en la tienda del duque de Nemours la comida que éste tenía preparada para su regreso.
La batalla duró lo que el crepúsculo de aquel día, pues no era noche cerrada cuando los españoles lograron la victoria. Las pérdidas francesas fueron de más de tres mil hombres, toda su artillería y equipaje y la mayor parte de sus banderas. Según el cronista Bernáldez, don Tristán de Acuña hizo un recuento de cadáveres por orden del Gran Capitán, y el número resultante ascendió a 3.664, si bien el propio don Tristán reconoció que habría que añadir más de un centenar de muertos más debido a los cadáveres que fueron enterrados sin que él lo supervisara personalmente. Los españoles solo sufrieron menos de cien muertos.
Entre los cadáveres se recogió el del duque de Nemours, al que reconocieron por los anillos que lucía en sus dedos. Don Gonzalo se conmovió ante su vista y derramó lágrimas ante él. Para honrarle dispuso que se le embalsamara y le condujo en andas hasta Barletta con un séquito de cien hombres de armas con hachas encendidas y una escolta de una compañía de soldados. En Barletta se le ofrecieron exequias y se le enterró en el monasterio de San Francisco.
Tras la victoria española se entregaron sin combatir las ciudades de Canosa, Malfi y otras muchas. Pocos días después Nápoles envió al Gran Capitán una diputación de su nobleza y de los principales ciudadanos para ofrecerle las llaves de la capital del reino. El triunfo del Gran Capitán tras la batalla de Ceriñola fue completo y consiguió todo el reino de Nápoles para los Reyes Católicos.
Consideraciones sobre la batalla
La importancia táctica de esta batalla radica en el empleo de las armas de fuego por parte de la infantería, pues fueron realmente los espingarderos españoles quienes derrotaron a la caballería francesa. Este empleo del arma de fuego por la infantería fue repetido eficazmente por Próspero Colonna en la batalla de Bicoca el 29 de abril de 1523, en la que unos 4.000 arcabuceros españoles pararon el avance de dos cuadros de 15.000 piqueros suizos.
http://www.ingenierosdelrey.com/guerras/1500_italia/1503_cerinola.htm
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Batalla de Muhlberg
Batalla de Mühlberg
La batalla de Mühlberg tuvo lugar el 24 de abril de 1547 en esta localidad alemana entre las tropas del emperador Carlos V y las de la liga esmalcada, con el triunfo de las primeras
La reforma luterana estaba creando una escisión no sólo religiosa, sino también política en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico. Los opositores al emperador Carlos I formaron la Liga de Esmalcalda y desafiaron la autoridad imperial. Carlos y su hermano el archiduque Fernando (futuro emperador) se unieron para combatir contra la Liga. Por razones no confesionales, sino estratégicas, contaron con el apoyo del protestante duque Mauricio de Sajonia. Las tropas de los Habsburgo estaban compuestas por 8.000 veteranos de los tercios españoles compuestas por el Tercio de Hungría, con 2.800 infantes a las órdenes del maestro de campo Álvaro de Sande; el Tercio de Lombardía, con 3.000 hombres gobernados por Rodrigo de Arce, y el Tercio de Nápoles, con poco más de dos mil soldados, dirigido por Alonso Vivas a las órdenes del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, 16.000 lansquenetes alemanes, 10.000 italianos comandados por Octavio Farnesio y otros 5.000 belgas y flamencos capitaneados por el conde de Buren, Maximiliano de Egmont. En total, 44.000 soldados de infantería a los que hay que añadir otros 7.000 de caballería. La Liga contaba con una fuerza similar comandada por Juan Federico, el elector de Sajonia, y por Felipe el Magnánimo, el landgrave de Hesse.
La Batalla
Las tropas de la Liga estaban acampadas a orillas del río en las proximidades de la actual localidad de Mühlberg an der Elbe, hoy perteneciente al estado alemán de Brandeburgo y en aquella época al de Sajonia. Habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla y se consideraban protegidas por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable. Mas no era así; el ejército imperial averiguó el emplazamiento del enemigo y antes de la madrugada del 24 de abril de 1547, aprovechando la nocturnidad, la audacia de algunos arcabuceros españoles como Cristóbal de Mondragón, que cruzaron el río a nado, la eficacia de los pontoneros imperiales y el arrojo de los tercios españoles enardecidos por el emperador, se abalanzaron por sorpresa sobre el desprevenido ejército protestante que, en su intento de ponerse a salvo con la huida, fue aniquilado, mientras que sus jefes, Juan Federico y Felipe I de Hesse, eran apresados.
Consecuencias
La Liga de Esmalcalda quedó disuelta, sus jefes encarcelados en el castillo de Halle, a Mauricio de Sajonia se le otorgó el cargo de elector, y Carlos V salió triunfante y reforzado en su poder imperial. Sin embargo, esta euforia no fue muy duradera ya que los príncipes alemanes se aliaron con Enrique II de Francia en el Tratado de Chambord, quien tomó las plazas imperiales de Metz, Toul y Verdún, al tiempo que los turcos tomaban Trípoli y Mauricio de Sajonia traicionaba la confianza de Carlos y le atacaba en Innsbruck, pudiendo escapar por los nevados pasos de los Alpes para salvarse en Italia.
La huida de Innsbruck supone una humillación para el Emperador y además fracasa estrepitosamente al intentar recuperar Metz (1553). La solución definitiva se alcanzará en la Paz de Augsburgo de 1555 por la que cada príncipe podrá determinar la religión de su territorio (cuius regio, eius religio), y la posición del Emperador quedará irremediablemente debilitada en el interior del Imperio.
Carlos V en la Batalla de Mulberg (Tiziano)
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_M%C3%BChlberg
La batalla de Mühlberg tuvo lugar el 24 de abril de 1547 en esta localidad alemana entre las tropas del emperador Carlos V y las de la liga esmalcada, con el triunfo de las primeras
La reforma luterana estaba creando una escisión no sólo religiosa, sino también política en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico. Los opositores al emperador Carlos I formaron la Liga de Esmalcalda y desafiaron la autoridad imperial. Carlos y su hermano el archiduque Fernando (futuro emperador) se unieron para combatir contra la Liga. Por razones no confesionales, sino estratégicas, contaron con el apoyo del protestante duque Mauricio de Sajonia. Las tropas de los Habsburgo estaban compuestas por 8.000 veteranos de los tercios españoles compuestas por el Tercio de Hungría, con 2.800 infantes a las órdenes del maestro de campo Álvaro de Sande; el Tercio de Lombardía, con 3.000 hombres gobernados por Rodrigo de Arce, y el Tercio de Nápoles, con poco más de dos mil soldados, dirigido por Alonso Vivas a las órdenes del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, 16.000 lansquenetes alemanes, 10.000 italianos comandados por Octavio Farnesio y otros 5.000 belgas y flamencos capitaneados por el conde de Buren, Maximiliano de Egmont. En total, 44.000 soldados de infantería a los que hay que añadir otros 7.000 de caballería. La Liga contaba con una fuerza similar comandada por Juan Federico, el elector de Sajonia, y por Felipe el Magnánimo, el landgrave de Hesse.
La Batalla
Las tropas de la Liga estaban acampadas a orillas del río en las proximidades de la actual localidad de Mühlberg an der Elbe, hoy perteneciente al estado alemán de Brandeburgo y en aquella época al de Sajonia. Habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla y se consideraban protegidas por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable. Mas no era así; el ejército imperial averiguó el emplazamiento del enemigo y antes de la madrugada del 24 de abril de 1547, aprovechando la nocturnidad, la audacia de algunos arcabuceros españoles como Cristóbal de Mondragón, que cruzaron el río a nado, la eficacia de los pontoneros imperiales y el arrojo de los tercios españoles enardecidos por el emperador, se abalanzaron por sorpresa sobre el desprevenido ejército protestante que, en su intento de ponerse a salvo con la huida, fue aniquilado, mientras que sus jefes, Juan Federico y Felipe I de Hesse, eran apresados.
Consecuencias
La Liga de Esmalcalda quedó disuelta, sus jefes encarcelados en el castillo de Halle, a Mauricio de Sajonia se le otorgó el cargo de elector, y Carlos V salió triunfante y reforzado en su poder imperial. Sin embargo, esta euforia no fue muy duradera ya que los príncipes alemanes se aliaron con Enrique II de Francia en el Tratado de Chambord, quien tomó las plazas imperiales de Metz, Toul y Verdún, al tiempo que los turcos tomaban Trípoli y Mauricio de Sajonia traicionaba la confianza de Carlos y le atacaba en Innsbruck, pudiendo escapar por los nevados pasos de los Alpes para salvarse en Italia.
La huida de Innsbruck supone una humillación para el Emperador y además fracasa estrepitosamente al intentar recuperar Metz (1553). La solución definitiva se alcanzará en la Paz de Augsburgo de 1555 por la que cada príncipe podrá determinar la religión de su territorio (cuius regio, eius religio), y la posición del Emperador quedará irremediablemente debilitada en el interior del Imperio.
Carlos V en la Batalla de Mulberg (Tiziano)
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_M%C3%BChlberg
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Sobre la batalla de Cartagena de Indias: hay que recordar también (aparte de el ingenido de Blas de Lezo) la bravura de los soldados españoles, que en inferioridad de mas de 4 a 1 mantuvieron las linias y rechazaron al enemigo.
tercios.- Cantidad de envíos : 1505
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Re: GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Sí, por supuesto. Lo que más temian los ingleses eran sobre todo las cargas españolas, ya no estabamos en tiempos de los tercios, pero la infanteria española seguia siendo la mas temida a la hora de luchar cuerpo a cuerpo.
Pero tambien hay que alabar la vida entera de este cojo, tuerto y manco, que en cada batalla perdia una parte de su cuerpo. Su bautismo de fuego perdio una pierna de un cañonazo, un brazo por un balazo en otra, un ojo a causa de la esquirla de un bombazo... Apreso muchos barcos ingleses, algunos muy famosos y de muchos cañones. Aprovisiono a las fuerzas sitiadas en Barcelona, eludiendo a un monton de barcos ingleses mediante mucho ingenio, creando cortinas de humo con barcas quemadas y heno... Son muchas las hazañas de este hombre, no solo Cartagena de indias, para que luego muriese como un perro sin mas reconocimiento, y fuese olvidado por la historia....
Esta es la cruda realidad de aquella España de grandes heroes, ingrata con sus mejores y mas fieles servidores.
Pero tambien hay que alabar la vida entera de este cojo, tuerto y manco, que en cada batalla perdia una parte de su cuerpo. Su bautismo de fuego perdio una pierna de un cañonazo, un brazo por un balazo en otra, un ojo a causa de la esquirla de un bombazo... Apreso muchos barcos ingleses, algunos muy famosos y de muchos cañones. Aprovisiono a las fuerzas sitiadas en Barcelona, eludiendo a un monton de barcos ingleses mediante mucho ingenio, creando cortinas de humo con barcas quemadas y heno... Son muchas las hazañas de este hombre, no solo Cartagena de indias, para que luego muriese como un perro sin mas reconocimiento, y fuese olvidado por la historia....
Esta es la cruda realidad de aquella España de grandes heroes, ingrata con sus mejores y mas fieles servidores.
Última edición por thingol24 el 30/12/2009, 5:58 am, editado 1 vez
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