El Pase Foral

por thingol24 29/8/2009, 2:46 am

Del blog de Rosa Díez:

27 de agosto de 2009

La declaración institucional realizada el martes por el gobierno tripartito de Cataluña ha venido a confirmar que los dirigentes de los partidos nacionalistas catalanes (entre los que incluyo, naturalmente, al Partido Socialista) de mayores quieren ser vascos. En su afán por enfrentarse al Estado y por decidir desde una parte de España la política y las políticas que nos afectan a todos los españoles, han adoptado como modelo de desobediencia civil institucional la fórmula del pase foral.

Wikipedia describe el pase foral como la denominación de una facultad inscrita en el ámbito del Derecho foral del Reino de Navarra y las provincias vascas para no cumplir las órdenes emanadas de la Monarquía española declarándolas nulas si atentaban contra su legislación propia, los Fueros. En Navarra inicialmente también se denominó "derecho de sobrecarta". La fórmula utilizada era: Sea Acatado, pero no cumplido

Y en esas están los gobernantes de Cataluña: en acatar pero no cumplir las leyes que dimanan del único órgano que representa la soberanía popular, el Congreso de los Diputados. Y en acatar pero no cumplir las sentencias de los Tribunales de Justicia cuando estas no les resultan de su agrado. Lo han hecho (lo primero y lo segundo) de forma reiterada en los últimos años. Recuérdese la última afrenta perpetrada con la Ley de Educación Catalana, que burlaba de forma obscena una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y la propia Ley Orgánica de Educación más los decretos que la desarrollan.

Ahora el Gobierno tripartito de Cataluña nos advierte que harán lo mismo con la sentencia del Constitucional respecto del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Carod Rovira advierte que llamarán a los ciudadanos a la calle para que manifiesten su rechazo y propone organizar la desobediencia civil. Ernest Maragall, Consejero de Educación y militante del Partido Socialista defiende un "gobierno de coalición PSOE-PSC que le permita a Montilla liderar, tras las próximas elecciones catalanas, "un proyecto de construcción nacional que nos acerque a un país libre, abierto, con carácter bien definido, referencia en Europa y en el mundo, el país que los catalanes trabajamos desde siempre para conseguir".

Podríamos limitarnos a rasgarnos las vestiduras y clamar contra el nacionalismo. Nos equivocaríamos: los nacionalistas no son el problema; ellos siempre han sido así. Están más o menos contenidos cuando funcionan los pactos de estado entre los grandes partid; pero les sale la vena asilvestrada en cuanto que éstos os nacionales muestran mucho más interés en mantener el poder que en defender el interés general. De forma más concreta, y en esta cuestión específicamente, la máxima responsabilidad de lo que está ocurriendo le corresponde al Partido Socialista Obrero Español, con su Secretario General a la cabeza. Que a nadie se le olvide que fue José Luís Rodríguez Zapatero quien llamó a la Moncloa a Artur Más para formalizar con él un pacto y revivir el Estatuto cuando estaba ya en la vía muerta y hasta el PSC había renunciado a su defensa. Y a partir de ahí, suma y sigue. ç

A nadie debe sorprenderle que ERC se plantee salir a la calle o incluso marcharse cautelarmente del Congreso de los Diputados; el partido independentista catalán no hace sino seguir la senda marcada por Zapatero, un gobernante que ha mostrado con hechos contrastados su disposición a ceder al chantaje. Más aún: Zapatero y su gobierno han abierto el camino a todos estos exabruptos con declaraciones como las de la Vicepresidenta Fernández de la Vega, su bronca pública a la Presidenta del Constitucional o las últimas declaraciones del Ministro de Justicia, Sr. Caamaño. Además el camino de la desobediencia civil ha sido abonado de forma permanente por la posición de apoyo a todas las normas catalanas que han venido sancionando la desigualdad entre españoles amparándose en un texto estatutario pendiente de sentencia constitucional. Merece la pena recordar la actitud del Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados cada vez que esta Diputada insiste en denunciar la discriminación que sufren en Cataluña aquellas personas que quieren utilizar la lengua común en el espacio público; o aquellos ciudadanos que quieren que sus hijos sean educados en la lengua castellana: siempre ha negado la existencia de cualquier discriminación y siempre ha alabado la política lingüística y educativa que se perpetra en Cataluña.

Estamos en un momento gravísimo de deconstrucción del Estado de Derecho. La puntilla la vino a dar el último acuerdo sobre Financiación Autonómica, en el que los nacionalistas catalanes impusieron a toda España su modelo. Un modelo que legaliza la asimetría de derechos entre ciudadanos españoles en función de la parte de España en que residan; un modelo en virtud del cual Cataluña es soberana y pacta con el Gobierno de la Nación la parte de la tarta que les corresponde, dejándole al Gobierno de España la única facultad de repartir los restos. Este acuerdo de Financiación es un nueva cesión de soberanía del Estado; Zapatero ha pasado de ser el coordinador de las diecisiete comunidades autónomas para someterse a la coordinación de una de ellas. A partir de este momento Cataluña es quien manda en España

Los nacionalistas catalanes con su gobierno al frente han conseguido que la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto (ese que sólo votaron en referéndum el 49,41% de los catalanes) se retrase tres años. Un tiempo precioso que han aprovechado para ir organizando su entramado soberanista. Un tiempo precioso en el que han arrancado un nuevo sistema de financiación contrario al principìo sagrado de igualdad entre españoles. Un tiempo precioso que el Gobierno de la nación se ha dedicado a ayudar a que se apuntale el edificio desde el que ahora amenazan la soberanía nacional.

No sé si, como se dice, la sentencia es ya conocida por los dirigentes del PSOE y del tripartito , lo que explicaría --según esas mismas fuentes-- estas reacciones preventivas. No sé si la sentencia echa para abajo cuestiones como las de la nación y la lengua, algo que dicen los nacionalistas catalanes --con Montilla a la cabeza--, que jamás consentirán: que acatarán pero nunca cumplirán. No sé si, por el contrario, toda esta escenificación obedece a que creen que todavía estamos en el tiempo de descuento y no hay que aflojar el lazo corredizo hasta que el Tribunal se pronuncie. Tampoco sé si están haciendo todo este ruido focalizado en las dos cuestiones reseñadas porque saben que la sentencia confirma la bilateralidad entre Cataluña y el Estado y quieren que esta cuestión --la capital-- pase desapercibida. Quienes sostienen esta hipótesis piensan que todo lo que estamos escuchando son juegos de artificio para disimular el triunfo de las tesis más soberanistas en el Constitucional, -o sea, la ruptura definitiva de un Estado igualitario.

Pronto lo sabremos. De momento, ahí está el Gobierno tripartito de Cataluña, añorando los viejos tiempos de la monarquía absolutista y reclamando, para sí, el pase foral. Algo que resultaría inimaginable en un país democrático y moderno, basado en los principios constitucionales de la igualdad y del imperio de la ley. Da grima que el partido que gobierna España no se atreva a decirles a sus compañeros que gobiernan Cataluña que esa institución fantasmal que tanto añoran y que amenazan con resucitar era una institución otorgada por reyes medievales y monarcas absolutos. Y da vergüenza constatar que a Zapatero le sigue importando más sacar adelante sus ocurrencias en el Congreso de los Diputados que defender el orden constitucional que le ha permitido llegar a ser Presidente del Gobierno de España.