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Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
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Hacer pensar
wad ras
Persia
Juanma_Breda
Fausto1880
Bernardo Galvez
10 participantes
Foro 1492 :: FOROS :: FORO DE HISTORIA
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Ya conocía la canción, y también conozco las barbaridades que se hacen en las guerras...¿y?
¿Con eso vas a refutar que el tirano impuso lo que quiso a propios y extraños? ¿Que se cargó a quien le molestaba, tanto si era enemigo como si no? ¿Eso no es otra forma de corrupción? La corrupción tiene muchas caras, lo que pasa es que a los de ahora es más fácil desenmascararlos que antes. Otra cosa es que paguen, pero ¿acaso te crees que con un dictador al estilo del que tuvimos esta conversación estaría teniendo lugar?
¿Con eso vas a refutar que el tirano impuso lo que quiso a propios y extraños? ¿Que se cargó a quien le molestaba, tanto si era enemigo como si no? ¿Eso no es otra forma de corrupción? La corrupción tiene muchas caras, lo que pasa es que a los de ahora es más fácil desenmascararlos que antes. Otra cosa es que paguen, pero ¿acaso te crees que con un dictador al estilo del que tuvimos esta conversación estaría teniendo lugar?
Persia- Cantidad de envíos : 2525
Edad : 108
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puntos patrióticos : 8225
Registro : 16/06/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Precisamente con el dictador que tuvimos antes había todo tipo de conversaciones de este y otro tipo.
Yo en la mili tenía un compañero que cuando se emborrachaba decía "¡soy comunista, Viva La Pasionaria!"
El padre Llanos, jesuita confesor de Franco, se hizo militante del PCE y Franco lo sabía.
Las asociaciones de Padres de Familia, Padres de Alumnos... estaban todas copadas por el PCE.
Yo en la mili tenía un compañero que cuando se emborrachaba decía "¡soy comunista, Viva La Pasionaria!"
El padre Llanos, jesuita confesor de Franco, se hizo militante del PCE y Franco lo sabía.
Las asociaciones de Padres de Familia, Padres de Alumnos... estaban todas copadas por el PCE.
Hacer pensar- Cantidad de envíos : 3168
Edad : 81
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puntos patrióticos : 11097
Registro : 27/02/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Hemos perdido el hilo del post y , como siempre, acabamos hablado y discutiendo de lo mismo , es decir, el bien que hizo Franco o el mal que hizo Franco, sus maravillosas leyes o sus atroces leyes.... y siempre lo mismo..... yo el primero por supuesto.
Pero..... mira cuanto odio tenemos en el cuerpo, mira la cantidad de veces en las que con solo "rascar" un poquito ...sale ese odio.
El odio por todo lo que sea nuestro pasado, nuestra historia, los desencuentros.
La ignorancia y perversión de ser católicos .... siempre sale lo mismo.
Pero no nos damos cuenta de que si estamos aquí es por la historia vivida por nuestros antepasados.... los lejanos y los cercanos.
Qué mania tenemos con perdernos en irreverencias.
Pero..... mira cuanto odio tenemos en el cuerpo, mira la cantidad de veces en las que con solo "rascar" un poquito ...sale ese odio.
El odio por todo lo que sea nuestro pasado, nuestra historia, los desencuentros.
La ignorancia y perversión de ser católicos .... siempre sale lo mismo.
Pero no nos damos cuenta de que si estamos aquí es por la historia vivida por nuestros antepasados.... los lejanos y los cercanos.
Qué mania tenemos con perdernos en irreverencias.
Valle- Cantidad de envíos : 3107
Edad : 64
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Registro : 03/01/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Bien, Valle, volvamos a los escándalos de corrupción.
Hacer pensar- Cantidad de envíos : 3168
Edad : 81
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Registro : 27/02/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Persia escribió:Ya conocía la canción, y también conozco las barbaridades que se hacen en las guerras...¿y?
Nos dá a entender como algunos por muy de la hoz y el martillo que sean son capaces de cambiar la chaqueta, la camisa, la corbata, los pantalones y lo que haga falta,esto nos indica quien es cada cual.
Las barbaridades que se hacen en las guerras no son ni comparadas con las que se hacen en las salas de torturas de las chekas(por ejemplo) quemar los pechos a monjas y violarlas, asesinar a religiosos, gente que se suponia que era de derechas(por ejemplo)quema de iglesias, librerias, conventos,y convertir estos lugares en almacenes o vete a saber qué, tirar por los acantilados a la gente, coserles la boca con hilo, simular fusilamientos, sacandolos en la madrugada, situarlos en una pared y simular la ejecución con la burla de los milicianos que particiban en la broma macabra.
¿Con eso vas a refutar que el tirano impuso lo que quiso a propios y extraños? ¿Que se cargó a quien le molestaba, tanto si era enemigo como si no? ¿Eso no es otra forma de corrupción? La corrupción tiene muchas caras, lo que pasa es que a los de ahora es más fácil desenmascararlos que antes. Otra cosa es que paguen, pero ¿acaso te crees que con un dictador al estilo del que tuvimos esta conversación estaría teniendo lugar?
Tú le llamas Tirano, vete a saber que nombre le pondrias al que hubiera si hubiese seguido la Republica y los militares no se hubiensen pronunciado y decidiesen acabar con aquel caos y anarquismo, quizas todavia estariamos siguiendo las normas de la Union Sovietica.
Acusas a Franco de echos de los cuales ni tienes prueba alguna ni documentación que avale lo que dices, por lo tanto lo tomo un comentario de taberna barrio bajera tan sucio como antiguo.
La corrupción ha existido siempre, antes en la época la Dictadura se tenia mucho cuidado en no ser descubierto, ya que ese señor Militar no le gustaba para nada la vida de lujos se habia forjado en las tierras de Africa, habia dormido al aire libre en más de una ocasión, habia escuchado silbar los proyectiles a su alrededor en más de una ocasión, las medallas que lucia se las habia ganado a pulso y en el combate, los honores de Arma presentada y Himno Nacional se lo habia ganado a pulso y en el lugar donde se vive o se muere, que necesidad tenia de demostrar nada a nadie? era el General más joven de Europa por meritos de guerra y en burgos fue elegido por unanimidad jefe todo lo demas son comentarios que indican la falta de conocimiento.
jabali- Cantidad de envíos : 2580
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Hacer pensar escribió:Bien, Valle, volvamos a los escándalos de corrupción.
Cierto vallamos a lo que nos atañe, aunque he creido conveniento y saliendome del hilo matizar algunas cosas que como bien apuntas se nota la "inquina" que se tiene a un pasado por algun forero
jabali- Cantidad de envíos : 2580
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Registro : 13/08/2011
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Vayamos a los hechos.
Hacer pensar- Cantidad de envíos : 3168
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
jabali escribió:Hacer pensar escribió:Bien, Valle, volvamos a los escándalos de corrupción.
Cierto vallamos a lo que nos atañe, aunque he creido conveniento y saliendome del hilo matizar algunas cosas que como bien apuntas se nota la "inquina" que se tiene a un pasado por algun forero
jabali...... es correcto.... te entiendo.Saludos.
Valle- Cantidad de envíos : 3107
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Corrupción , no directa de PSOE pero cercana , muy cercana...... fue el caso BFP: en 1992 se descubrió un delito de estafa cometido a través de una red de pagarés de empresa falsos de BFP Gestión y Asesoramiento Financiero, por valor de 4.000 millones de pesetas.
En 1994 fueron procesados y encarcelados Jordi Planasdemunt, alto cargo de CiU y director general del Institut Català de Finances, y otras 10 personas, entre ellas Salvador Forcadell, Caries Vila y Joan Basols.
En 1994 fueron procesados y encarcelados Jordi Planasdemunt, alto cargo de CiU y director general del Institut Català de Finances, y otras 10 personas, entre ellas Salvador Forcadell, Caries Vila y Joan Basols.
Valle- Cantidad de envíos : 3107
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Registro : 03/01/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Felipe González ¿Traidor, cínico o coherente anticomunista?
Una cruda y directa carta de Javier Parra, director de La Republica, sobre el ex presidente del gobierno español -Carta abierta a un traidor: Felipe González- nos recuerda el papel directo del socialdemócrata en la integración de España al neoliberalismo y a la definición de un modelo que hoy deja ver sus terribles consecuencias. Pero es FGM un traidor ¿o fue siempre un hijo del régimen dispuesto a salvar a España del malvado comunismo?
Esta es el resumen de letra abierta a un prócer de la patria corporativa escrita con harta razón por un hombre de izquierdas. Argumentos incuestionables en una ya larga perspectiva histórica. Aunque como todo decálogo genera más preguntas que respuestas:
-Nadie como usted durante la transición trabajó para acabar con el Partido Comunista de España. Mire, algo en lo que también coincide con Franco.
-Usted nos metió en la estructura de una organización criminal como es la OTAN, después de prometer que nunca lo haría, y de incluso incumplir el resultado del referendum de 1986 que se planteó en estos términos: “La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”. ¿Ve? Es usted un traidor y un mentiroso.
-Usted contribuyó decisivamente a anular el tejido social y la fuerza sindical que tenía este país en los años 80.
-Usted implantó el sistema educativo que supuso de facto la deseducación masiva y organizada de la sociedad española.
-Usted fue el principal responsable de que los derechos laborales fueran puestos a los pies de los caballos del gran capital.
-Usted inició el desmantelamiento del Estado con la mayor ola de privatizaciones que también ha vivido este país en su historia.
-Usted fue de la mano de grandes criminales como Ronald Reagan, responsable de organizar golpes de Estado, bombardeos indiscriminados y organizar movimientos terroristas anticomunistas en todo el mundo.
-Usted, por si alguien no lo sabe, dio un golpe incluso en su propio partido, el PSOE. ¿Recuerda cuando usted propuso en el XVIII Congreso retirar la definición de “marxista” y fue rechazada? Inmediatamente presentó la dimisión, convocó un Congreso extraordinario amañado, se salió con la suya y convirtió usted al PSOE en un pelele más al servicio del capital.
Señor Gonzalez, ¿usted para quién trabaja? ¿para quién trabajó desde los años 70? Porque desde luego para el pueblo español no, y para la izquierda tampoco.
No le voy a decir que se calle, señor González. Siga hablando como lo hace porque ya no engaña a nadie, sólo a esos incondicionales que no quieren ver que las estructuras del Estado que hoy se desmoronan fueron hechas a la imagen y semejanza de usted y de los que como usted trabajaron duramente por la aniquilación política, organizativa y cultural de la izquierda.
Usted, señor Gonzalez, es el pasado. Y aquellos a los que usted odia, los que perdieron la guerra, los que lucharon durante 40 años mientras ustedes estaban de vacaciones, los que perdieron la transición, los que van sembrando poco a poco semillas de justicia social, serán los que – como cantaba un gran luchador – consigan que haya un día en que “todos, al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad”.
Y para ir terminando, y sin dejar de citar a Labordeta, déjeme despedirme con otra frase suya, ésta vez más prosaica:
“Váyase usted a la mierda”.
Javier Parra, Concejal de Izquierda Unida en Paterna (Valencia) y director del diario digital LA REPÚBLICA.
Aún así: la historia del socialismo español y sus relaciones con la oligarquía va más lejos de la figura del presidente que llevó el PSOE al poder en 1982. Sin entrar en más detalles, el golpe del coronel Segismundo Casado en marzo del 1939 avalado por la corriente mayoritaria del partido, por la embajada británica y por el propio ejército de Franco con quien se negoció la entrega de Madrid simboliza y aclara el papel siempre subordinado del principal partido de las izquierdas en momentos claves de la historia nacional.
Un papel que FGM reprodujo a las mil maravillas cuando llegó su turno.
¿Traidor o hombre consecuente en la “Defensa de Occidente?
Gracias al magistral libro de Alfredo Grimaldos -La CIA en España. Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington, Debate, Barcelona, España 2006- se cierran todas las pistas sobre el papel del PSOE y el grupo bilbaino-sevillano-madrileño del PSOE en la organización de una izquierda afín al proyecto de Washington. No hay pues figura alguna de traidor en gentes como Txiqui Benegas, Javier Solana o el propio Felipe González: solo escenarios de simulación temprana para engañar, y nunca demasiado, a un electorado con querencias rojas que no quería saber la verdad aunque ni siquiera estuviera escondida.
«Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista. Este fino trabajo de construir un partido «de izquierdas», para impedir precisamente que la izquierda se haga con el poder en España, es obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. El primer diseño de esta larga operación se remonta hasta la década de los sesenta, cuando el régimen empezaba ya a ceder, inevitablemente, bajo la presión de las luchas obreras y las reivindicaciones populares. El crecimiento espectacular del PCE y la desaparición de los sindicatos y partidos anteriores a la Guerra Civil, especialmente UGT y el PSOE, hacen temer una supremacía comunista en la salida del franquismo. Los cerebros de la Transición comienzan a marcarse objetivos muy concretos.» (Alfredo Grimaldos, La CIA en España, Debate, Barcelona, España 2006, págs. 145-146.)
«En el propio Pentágono, Fernández Monzón es recibido por un coronel estadounidense. «Me puso frente a un gran mapa que tenían desplegado allí, lo señaló y me preguntó qué veía», recuerda el hoy general en reserva. «Yo le contesté: ‘Un mapamundi’. Y él insistió: ‘Pero ¿qué hay en el centro?’ El mapamundi se puede desplegar de distintas formas, claro, y ellos lo habían hecho de modo que en el centro exacto quedaba la península Ibérica. Entonces le contesté: ‘En el centro está España’. Y él, sonriente, remachó: ‘Pues por eso está usted aquí’.» «No es verdad todo lo que se ha dicho de la Transición. Como eso de que el rey fue el motor. Ni Suárez ni él fueron motores de nada», continúa Fernández Monzón. «Sólo piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del Atlántico, que se tradujo en una serie de líneas de acción, en unas operaciones que desembocaron en la Transición. Todo estuvo diseñado por la secretaría de Estado y la CIA, y ejecutado, en gran parte, por el SECED, con el conocimiento de Franco, de Carrero Blanco y de pocos más».» (Entrevista a Manuel Fernández Monzón, Ex capitán de los servicios de información y contrainteligencia de España, en Alfredo Grimaldos, La CIA en España, Debate, Barcelona, España 2006, pág. 18.)
Fragmentos de un alianza, y no de traición alguna, entre el PSOE de entonces y sus protectores en Berlín y Washington. Donde hizo falta un mesiánico redentor (los falsos mesías si gustan a las derechas) que hablando del cambio mantuviera el timón del poder en manos de los ganadores de la Guerra Civila. Ese fue el papel de Felipe González y su oposición a modo como relata el propio Grimaldos:
D.: Uno de los aspectos que más se intenta entonces es reorientar a la oposición.
A.G.: Aquí es clave sobre todo la refundación del PSOE. El Partido Socialista histórico ya no representaba a nadie, no contaba con peso sobre lo que se estaba cociendo aquí, ni en la lucha antifranquista cotidiana. Tenía mucho más protagonismo el comunismo tradicional, el PCE, y movimientos anarquistas por otro lado. En el Congreso de Suresnes, en 1974, lo que hacen es reinventarse un partido aprovechando unas siglas históricas. El PSOE del que hacen secretario general a Felipe González es un PSOE inventado. El dinero y la cobertura política lo pone fundamentalmente el partido socialdemócrata alemán, que canaliza también dinero de la CIA. Los mismos miembros del Servicio de Inteligencia español, el SECED, toman contacto con el PSOE. E incluso escoltan hasta Suresnes a Felipe González, le dan la documentación y le llevan. Estamos hablando del SECED, el servicio de Carrero Blanco. Y el militar José Faura, que acompañó a González, pasa a ser jefe del Estado Mayor del Ejército en el ‘94, con González ya en el poder.
Reprimir la República
D.: ¿En qué medida sucede algo similar con el Partido Comunista?
A.G.: Bueno, hay que tener en cuenta que Carrillo es un personaje algo turbio. En 1977 es el primer líder comunista que visita EE UU, que es recibido allí en loor de multitudes y es nombrado doctor Honoris Causa. Lo que hace Carrillo es aceptar la Transición impuesta desde arriba, el rey como heredero de Franco y contribuye decisivamente a acabar con quienes peleaban por la ruptura democrática. En 1977, cuando los legalizan, asumen la bandera monárquica y a partir de ese momento la consigna es reprimir la bandera republicana. Conservo todavía una bandera republicana rota por varios trozos por los servicios de seguridad del PCE.
Alfredo Grimaldos: “La Transición española se diseñó en la sede central de la CIA”
González, hijo de la clase media reaccionaria de Sevilla, no fue por desgracia un traidor. Esa etiqueta aplicaría quizás para alguien como Santiago Carrillo. Pero al césar lo que es del césar y al cruzado del anticomunismo mundial que es fue y será FGM se le puede decir de todo menos traidor.
http://tiemposdefuria.com/felipe-gonzalez-traidor-cinico-o-coherente-anticomunista/
Una cruda y directa carta de Javier Parra, director de La Republica, sobre el ex presidente del gobierno español -Carta abierta a un traidor: Felipe González- nos recuerda el papel directo del socialdemócrata en la integración de España al neoliberalismo y a la definición de un modelo que hoy deja ver sus terribles consecuencias. Pero es FGM un traidor ¿o fue siempre un hijo del régimen dispuesto a salvar a España del malvado comunismo?
Esta es el resumen de letra abierta a un prócer de la patria corporativa escrita con harta razón por un hombre de izquierdas. Argumentos incuestionables en una ya larga perspectiva histórica. Aunque como todo decálogo genera más preguntas que respuestas:
-Nadie como usted durante la transición trabajó para acabar con el Partido Comunista de España. Mire, algo en lo que también coincide con Franco.
-Usted nos metió en la estructura de una organización criminal como es la OTAN, después de prometer que nunca lo haría, y de incluso incumplir el resultado del referendum de 1986 que se planteó en estos términos: “La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”. ¿Ve? Es usted un traidor y un mentiroso.
-Usted contribuyó decisivamente a anular el tejido social y la fuerza sindical que tenía este país en los años 80.
-Usted implantó el sistema educativo que supuso de facto la deseducación masiva y organizada de la sociedad española.
-Usted fue el principal responsable de que los derechos laborales fueran puestos a los pies de los caballos del gran capital.
-Usted inició el desmantelamiento del Estado con la mayor ola de privatizaciones que también ha vivido este país en su historia.
-Usted fue de la mano de grandes criminales como Ronald Reagan, responsable de organizar golpes de Estado, bombardeos indiscriminados y organizar movimientos terroristas anticomunistas en todo el mundo.
-Usted, por si alguien no lo sabe, dio un golpe incluso en su propio partido, el PSOE. ¿Recuerda cuando usted propuso en el XVIII Congreso retirar la definición de “marxista” y fue rechazada? Inmediatamente presentó la dimisión, convocó un Congreso extraordinario amañado, se salió con la suya y convirtió usted al PSOE en un pelele más al servicio del capital.
Señor Gonzalez, ¿usted para quién trabaja? ¿para quién trabajó desde los años 70? Porque desde luego para el pueblo español no, y para la izquierda tampoco.
No le voy a decir que se calle, señor González. Siga hablando como lo hace porque ya no engaña a nadie, sólo a esos incondicionales que no quieren ver que las estructuras del Estado que hoy se desmoronan fueron hechas a la imagen y semejanza de usted y de los que como usted trabajaron duramente por la aniquilación política, organizativa y cultural de la izquierda.
Usted, señor Gonzalez, es el pasado. Y aquellos a los que usted odia, los que perdieron la guerra, los que lucharon durante 40 años mientras ustedes estaban de vacaciones, los que perdieron la transición, los que van sembrando poco a poco semillas de justicia social, serán los que – como cantaba un gran luchador – consigan que haya un día en que “todos, al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad”.
Y para ir terminando, y sin dejar de citar a Labordeta, déjeme despedirme con otra frase suya, ésta vez más prosaica:
“Váyase usted a la mierda”.
Javier Parra, Concejal de Izquierda Unida en Paterna (Valencia) y director del diario digital LA REPÚBLICA.
Aún así: la historia del socialismo español y sus relaciones con la oligarquía va más lejos de la figura del presidente que llevó el PSOE al poder en 1982. Sin entrar en más detalles, el golpe del coronel Segismundo Casado en marzo del 1939 avalado por la corriente mayoritaria del partido, por la embajada británica y por el propio ejército de Franco con quien se negoció la entrega de Madrid simboliza y aclara el papel siempre subordinado del principal partido de las izquierdas en momentos claves de la historia nacional.
Un papel que FGM reprodujo a las mil maravillas cuando llegó su turno.
¿Traidor o hombre consecuente en la “Defensa de Occidente?
Gracias al magistral libro de Alfredo Grimaldos -La CIA en España. Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington, Debate, Barcelona, España 2006- se cierran todas las pistas sobre el papel del PSOE y el grupo bilbaino-sevillano-madrileño del PSOE en la organización de una izquierda afín al proyecto de Washington. No hay pues figura alguna de traidor en gentes como Txiqui Benegas, Javier Solana o el propio Felipe González: solo escenarios de simulación temprana para engañar, y nunca demasiado, a un electorado con querencias rojas que no quería saber la verdad aunque ni siquiera estuviera escondida.
«Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista. Este fino trabajo de construir un partido «de izquierdas», para impedir precisamente que la izquierda se haga con el poder en España, es obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. El primer diseño de esta larga operación se remonta hasta la década de los sesenta, cuando el régimen empezaba ya a ceder, inevitablemente, bajo la presión de las luchas obreras y las reivindicaciones populares. El crecimiento espectacular del PCE y la desaparición de los sindicatos y partidos anteriores a la Guerra Civil, especialmente UGT y el PSOE, hacen temer una supremacía comunista en la salida del franquismo. Los cerebros de la Transición comienzan a marcarse objetivos muy concretos.» (Alfredo Grimaldos, La CIA en España, Debate, Barcelona, España 2006, págs. 145-146.)
«En el propio Pentágono, Fernández Monzón es recibido por un coronel estadounidense. «Me puso frente a un gran mapa que tenían desplegado allí, lo señaló y me preguntó qué veía», recuerda el hoy general en reserva. «Yo le contesté: ‘Un mapamundi’. Y él insistió: ‘Pero ¿qué hay en el centro?’ El mapamundi se puede desplegar de distintas formas, claro, y ellos lo habían hecho de modo que en el centro exacto quedaba la península Ibérica. Entonces le contesté: ‘En el centro está España’. Y él, sonriente, remachó: ‘Pues por eso está usted aquí’.» «No es verdad todo lo que se ha dicho de la Transición. Como eso de que el rey fue el motor. Ni Suárez ni él fueron motores de nada», continúa Fernández Monzón. «Sólo piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del Atlántico, que se tradujo en una serie de líneas de acción, en unas operaciones que desembocaron en la Transición. Todo estuvo diseñado por la secretaría de Estado y la CIA, y ejecutado, en gran parte, por el SECED, con el conocimiento de Franco, de Carrero Blanco y de pocos más».» (Entrevista a Manuel Fernández Monzón, Ex capitán de los servicios de información y contrainteligencia de España, en Alfredo Grimaldos, La CIA en España, Debate, Barcelona, España 2006, pág. 18.)
Fragmentos de un alianza, y no de traición alguna, entre el PSOE de entonces y sus protectores en Berlín y Washington. Donde hizo falta un mesiánico redentor (los falsos mesías si gustan a las derechas) que hablando del cambio mantuviera el timón del poder en manos de los ganadores de la Guerra Civila. Ese fue el papel de Felipe González y su oposición a modo como relata el propio Grimaldos:
D.: Uno de los aspectos que más se intenta entonces es reorientar a la oposición.
A.G.: Aquí es clave sobre todo la refundación del PSOE. El Partido Socialista histórico ya no representaba a nadie, no contaba con peso sobre lo que se estaba cociendo aquí, ni en la lucha antifranquista cotidiana. Tenía mucho más protagonismo el comunismo tradicional, el PCE, y movimientos anarquistas por otro lado. En el Congreso de Suresnes, en 1974, lo que hacen es reinventarse un partido aprovechando unas siglas históricas. El PSOE del que hacen secretario general a Felipe González es un PSOE inventado. El dinero y la cobertura política lo pone fundamentalmente el partido socialdemócrata alemán, que canaliza también dinero de la CIA. Los mismos miembros del Servicio de Inteligencia español, el SECED, toman contacto con el PSOE. E incluso escoltan hasta Suresnes a Felipe González, le dan la documentación y le llevan. Estamos hablando del SECED, el servicio de Carrero Blanco. Y el militar José Faura, que acompañó a González, pasa a ser jefe del Estado Mayor del Ejército en el ‘94, con González ya en el poder.
Reprimir la República
D.: ¿En qué medida sucede algo similar con el Partido Comunista?
A.G.: Bueno, hay que tener en cuenta que Carrillo es un personaje algo turbio. En 1977 es el primer líder comunista que visita EE UU, que es recibido allí en loor de multitudes y es nombrado doctor Honoris Causa. Lo que hace Carrillo es aceptar la Transición impuesta desde arriba, el rey como heredero de Franco y contribuye decisivamente a acabar con quienes peleaban por la ruptura democrática. En 1977, cuando los legalizan, asumen la bandera monárquica y a partir de ese momento la consigna es reprimir la bandera republicana. Conservo todavía una bandera republicana rota por varios trozos por los servicios de seguridad del PCE.
Alfredo Grimaldos: “La Transición española se diseñó en la sede central de la CIA”
González, hijo de la clase media reaccionaria de Sevilla, no fue por desgracia un traidor. Esa etiqueta aplicaría quizás para alguien como Santiago Carrillo. Pero al césar lo que es del césar y al cruzado del anticomunismo mundial que es fue y será FGM se le puede decir de todo menos traidor.
http://tiemposdefuria.com/felipe-gonzalez-traidor-cinico-o-coherente-anticomunista/
Cruz de Borgoña- Cantidad de envíos : 702
Edad : 49
Localización : Asturias, España.
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Registro : 20/07/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Un kibutz (voz con plural invariable, procedente del hebreo: קיבוץ, "agrupación") es una comuna agrícola israelí.
LA VANGUARDIA INTERNACIONAL DOMINGO, 31 OCTUBRE 2010, pagina 8
A lo largo de los años decenas de miles de personas de todo el mundo vivieron unos meses en un kibutz, pagando la estancia con su trabajo, como Bob Dylan, Jerry Seinfeld, Leonard Cohen o Felipe González.
http://es.scribd.com/doc/40531829/La-Vanguardia-31-Oct
Cruz de Borgoña- Cantidad de envíos : 702
Edad : 49
Localización : Asturias, España.
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Registro : 20/07/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
A este, no lo perdais de vista.
Javier Solana, el apacible guerrero atlantista
Higinio Polo
Rebelión
A principios de los años ochenta del siglo pasado, cuando el PSOE consiguió acceder al gobierno español con Felipe González, y el país creyó que llegaban tiempos de cambio, Javier Solana, compañero suyo en la dirección del partido y en el gobierno socialista, parecía, aún, un joven rebelde, barbado, casi contracultural, alejado de los fastos del poder, cercano a los ciudadanos, cabalgando a veces en una motocicleta el Madrid que todavía recordaba las noches de miedo del franquismo. Era un tipo que parecía dispuesto a cambiar el rostro de España.
En su juventud, becado por esas fundaciones norteamericanas que preparan a los jóvenes lobos de países menores que después servirán con fervor a Washington, aprendió el idioma del imperio en Estados Unidos, donde vivió durante varios años, y se convirtió después en un sencillo profesor socialista. Participó en el congreso del PSOE en Suresnes, en la periferia de París, en 1974, donde se ejecutó la operación política (organizada y supervisada por los servicios secretos alemanes y norteamericanos) que apartó de la dirección socialista a los viejos dirigentes de la guerra civil, como Rodolfo Llopis (quien había colaborado con Negrín), y eligió a los jóvenes leones de Felipe González, un socialista sevillano que había llegado a París con un pasaporte facilitado por los servicios de inteligencia que había creado el almirante Carrero Blanco. Solana, elevado a la dirección del PSOE, participó en muchas de las negociaciones de la transición y fue elegido diputado en las primeras elecciones de 1977. Cinco años después, estaba en el gobierno.
Ese joven de 1982 (aunque tuviese ya cuarenta años), que todavía conservaba el aspecto y el lenguaje de un hombre de izquierda, fue adoptando con cautela otra piel, o tal vez, de forma más sencilla, reveló su verdadero carácter. Es probable que él mismo no imaginase su destino cuando, junto a González, empezó a sucumbir ante las hipotecas del poder. Solana pasó de escribir folletos contra la entrada de España en la OTAN a defender la permanencia en la agresiva alianza militar dirigida por Estados Unidos. Ahora sabemos que aquellas palabras eran tan hipócritas como lo fueron en su día las proclamas republicanas del PSOE en los primeros años del nuevo monarca impuesto. Él fue, como portavoz del gobierno, uno de los protagonistas de la gran estafa en ese referéndum sobre la OTAN en 1986, cuya manipulación desde los medios de comunicación fue una de las mayores vergüenzas de la joven y tutelada democracia española. González, Solana y sus compañeros de gobierno ni siquiera cumplirían después las condiciones que ellos mismos habían decidido para defender la permanencia de España en la OTAN. Fue un vergonzoso fraude, pero Solana, como González, se enorgullece de su gesto. Consiguió ser ministro de Cultura, de Educación, y, finalmente, de Asuntos Exteriores. Seguía hablando de paz, pero ya transitaba el camino de la guerra. Cuando abandonó el gobierno español en 1995 (apenas cinco meses antes de que González y el PSOE perdieran las elecciones), estaba preparado para dar el salto a las instituciones internacionales: Washington premiaría su aplicación guerrera y atlantista aceptando que fuera nombrado secretario general de la OTAN ese mismo año: pasó de ser ministro de Asuntos Exteriores a hombre de confianza del Pentágono y de la Casa Blanca. Aquel joven que, según gusta recordar, protestaba en los años sesenta contra la infame guerra de Vietnam, se encontraba en ese momento en el corazón de los guerreros del imperio, dispuesto ahora a defender la bondad de los soldados de Washington.
En esas oficinas de la OTAN se fue convirtiendo en un torvo funcionario que, pese a mantener ante la prensa internacional, con consumada hipocresía, la ficción de una cercana calidez, era capaz de defender el bombardeo de poblaciones civiles mientras escenificaba la utilidad de la muerte ante los micrófonos, de defender las matanzas más ignominiosas en nombre de la libertad y de la democracia. Fueron los mismos años en que Yeltsin dirigió la criminal implantación del capitalismo en la antigua URSS, que ha causado la muerte de millones de personas, pero Solana, en sus contactos con el gobierno ruso del alcohólico Yeltsin, siempre mantuvo el apoyo a una desastrosa política que sembró la desesperación y la miseria en las antiguas repúblicas soviéticas. Mantuvo ese cargo de secretario de la OTAN durante cuatro años: cuando lo abandonó había dejado listo el asunto de Kosovo y la definitiva desmembración de Yugoslavia.
En 1999, aplicando las decisiones de Estados Unidos, dirigió la agresión contra Yugoslavia, ignorando a la ONU, violando los tratados internacionales y las convenciones de Ginebra. La OTAN atacó durante cuatro meses multitud de objetivos sobre ciudades y bombardeó a la población civil serbia, causando miles de muertos y llegando a bombardear Belgrado, como en los días de la Segunda Guerra Mundial. Tenían preparado el pretexto: hablaron al mundo de “limpieza étnica”, que, supuestamente, estaba siendo impulsada por el gobierno serbio. Mientras, Estados Unidos y la OTAN armaban a las milicias terroristas del UÇK, creadas por la CIA alrededor del traficante de drogas Hashim Thaçi, un asesino tan feroz que sus propios compañeros apodaron como la serpiente.
Washington y Solana conocían perfectamente las actividades de Thaçi y del UÇK, y sabían que estaban apoyando a desalmados traficantes de drogas y asesinos, pero Solana no tuvo reparos morales en defender públicamente que la guerra de la OTAN contra aquella empequeñecida y débil Yugoslavia era una “guerra humanitaria”. Después, Solana, ya como Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior no tuvo tampoco empacho en apoyar al mismo mafioso Thaçi para presidir el Kosovo que se había convertido en un protectorado de Estados Unidos. Se culminaba así la destrucción de la antigua Yugoslavia socialista y se doblaba el espinazo a Serbia, el último aliado de Moscú en la zona.
No debe creer el lector que estas palabras son una exageración: la propia prensa norteamericana informó en su día de las actividades de la mafia albanokosovar y de los beneficios que conseguían de la droga, la prostitución, el tráfico de órganos y los asesinatos por encargo de los que se nutrieron Thaçi y el UÇK: el relato de sus actividades es mucho más tenebroso y feroz, como recuerda la espantosa “casa amarilla” de la ciudad albanesa de Burel, donde fueron trasladadas por el UÇK centenares de personas para extraerles sus órganos, venderlos después, y asesinarlos finalmente. Washington siempre ha trabajado con mercenarios y asesinos como Thaçi, y Solana lo sabía, pero no tuvo nada que decir cuando Thaçi se convirtió en primer ministro de Kosovo y proclamó la independencia en febrero de 2008, reconocida de inmediato por Estados Unidos, aun sabiendo que violaba, otra vez, el derecho internacional.
Javier Solana no tuvo reparos morales en ser protagonista, y después cómplice, de quienes pisoteaban la Carta de las Naciones Unidos, violaban el Derecho Internacional e ignoraban las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Esa trocha de guerreros infames sería recorrida después por Bush y sus neocons en Afganistán, Iraq y en otros frentes menores donde mostraban el músculo de Washington, pero antes Solana ya había cometido la indignidad de hablar de “guerras humanitarias”. Desde la secretaría general de la OTAN pasó a asumir la responsabilidad de convertirse en el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, durante diez años: hasta ahora mismo, cuando, a finales de 2009, fue sustituido en ese puesto por una baronesa, Catherine Ashton.
Ese hombre es Javier Solana. Es curioso comprobar cómo, a lo largo de esa transformación, de esa metamorfosis casi kafkiana, Solana iba recortando su barba, dejando apenas una sombra, recordatoria de su pasado de joven rebelde. Ahora, casi a punto de alcanzar los setenta años, Solana, convertido en una caricatura de sí mismo, ha pasado a ser asesor para “asuntos internacionales” del grupo Acciona, del empresario José Manuel Entrecanales, vástago de una familia que medró económicamente con la dictadura franquista. Pero los años no pasan en vano, y el endurecido Solana, a quien no tembló el pulso durante los días de los infames bombardeos sobre la población civil en Yugoslavia, se emocionaba recientemente ante los halagos que le prodigaban quienes frecuentan los salones del poder, cuando Juan Carlos de Borbón le otorgaba el collar de la Orden del Toisón de Oro por los servicios prestados, mientras espera que el gobierno de Rodríguez Zapatero le organice el merecido homenaje por su trayectoria. Dicen quienes le conocen que Solana es un hombre apacible, cercano, educado, agradable en el trato, cuyas maneras se han suavizado con los años
La vida nos enseñó a todos hace tiempo que los suaves comportamientos de hombres como él son apenas un disfraz, que les ayuda a soportar la vergüenza. Solana, viviendo en la mentira, acompañando la hipocresía de los poderosos, compartiendo la infamia de la guerra, se muestra hoy como un veterano apacible, un soldado atlantista amante de la paz que se vio envuelto en las guerras por el destino caprichoso. Es probable que ahora le asalte alguna vez el recuerdo de aquel joven barbado que cabalgaba una motocicleta en el Madrid del último franquismo, cuando pensaba que corría hacia el futuro, sin sospechar que se dirigía hacia un destino gris de funcionario, de muñeco del imperio, de partícipe intelectual en todas las matanzas que han jalonado este inicio del siglo XXI, de veterano dinosaurio a quien todos recuerdan aprobando todas las guerras de los últimos veinte años.
Mas informacion sobre este criminal de guerra español:
MACABRA BROMA SERBIA CON NECROLOGICAS DE SOLANA
Cuatro detenidos en Belgrado por colgar una necrológica de Javier Solana
La Policía serbia detuvo este domingo a cuatro personas por su presunta implicación en la elaboración y colocación de carteles en Belgrado con una necrológica del alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana. De acuerdo con las autoridades, los acusados tenían en su poder cien carteles con “contenido insultante” contra el jefe de la diplomacia europea. “Nuestro querido Javier Solana falleció el 28 de septiembre en el 66º año de su vida criminal”, rezaba uno de ellos.
28.9.2008.
El Genocida de Serbia Javier Solana.
SEMANARIO SERBIO (http://www.semanarioserbio.com/) publica la foto de mencionada necrologica no con animo de insultar a Javier Solana (a pesar de tratarse de una persona que, lógicamente, no disfruta de ningún tipo de nuestro respeto) sino con deseo de ofrecer la información más completa al lector.
Cuatro personas permanecen detenidas después de que la Policía de Belgrado les encontrara un cartel con una necrologica del alto representante de la UE para la seguridad y la política exterior, Javier Solana.
Y es que Solana era secretario general de la OTAN en 1999, cuando la organización bombardeó Serbia en respuesta a las atrocidades de las autoridades serbias en la provincia de Kosovo, ahora reconocida internacionalmente como independiente.
Dos de los detenidos tenían unos cien carteles con “contenido insultante” contra Solana, según la Policía. Los medios de comunicación serbios han publicado algunas de las frases contenidas en los carteles. “Nuestro querido Javier Solana falleció el 28 de septiembre en el 66º año de su vida criminal”, rezaba el cartel.
En el cartel también se enumera a “los afligidos” partidos que conforman la actual coalición gubernamental, la UE, la OTAN y quienes apoyan el ingreso de Serbia en la UE.
Los carteles aparecieron esta mañana en varios puntos del centro de Belgrado, según la radio B92. Estas fuentes indicaron que dos de los detenidos eran menores y que uno de ellos pertenecía a una organización denominada 1389, fecha de la batalla de Kosovo entre serbios y otomanos, considerada como el acto fundacional de la nación serbia por el nacionalismo.
Fuente:”Semanario Serbio”
Javier Solana, el apacible guerrero atlantista
Higinio Polo
Rebelión
A principios de los años ochenta del siglo pasado, cuando el PSOE consiguió acceder al gobierno español con Felipe González, y el país creyó que llegaban tiempos de cambio, Javier Solana, compañero suyo en la dirección del partido y en el gobierno socialista, parecía, aún, un joven rebelde, barbado, casi contracultural, alejado de los fastos del poder, cercano a los ciudadanos, cabalgando a veces en una motocicleta el Madrid que todavía recordaba las noches de miedo del franquismo. Era un tipo que parecía dispuesto a cambiar el rostro de España.
En su juventud, becado por esas fundaciones norteamericanas que preparan a los jóvenes lobos de países menores que después servirán con fervor a Washington, aprendió el idioma del imperio en Estados Unidos, donde vivió durante varios años, y se convirtió después en un sencillo profesor socialista. Participó en el congreso del PSOE en Suresnes, en la periferia de París, en 1974, donde se ejecutó la operación política (organizada y supervisada por los servicios secretos alemanes y norteamericanos) que apartó de la dirección socialista a los viejos dirigentes de la guerra civil, como Rodolfo Llopis (quien había colaborado con Negrín), y eligió a los jóvenes leones de Felipe González, un socialista sevillano que había llegado a París con un pasaporte facilitado por los servicios de inteligencia que había creado el almirante Carrero Blanco. Solana, elevado a la dirección del PSOE, participó en muchas de las negociaciones de la transición y fue elegido diputado en las primeras elecciones de 1977. Cinco años después, estaba en el gobierno.
Ese joven de 1982 (aunque tuviese ya cuarenta años), que todavía conservaba el aspecto y el lenguaje de un hombre de izquierda, fue adoptando con cautela otra piel, o tal vez, de forma más sencilla, reveló su verdadero carácter. Es probable que él mismo no imaginase su destino cuando, junto a González, empezó a sucumbir ante las hipotecas del poder. Solana pasó de escribir folletos contra la entrada de España en la OTAN a defender la permanencia en la agresiva alianza militar dirigida por Estados Unidos. Ahora sabemos que aquellas palabras eran tan hipócritas como lo fueron en su día las proclamas republicanas del PSOE en los primeros años del nuevo monarca impuesto. Él fue, como portavoz del gobierno, uno de los protagonistas de la gran estafa en ese referéndum sobre la OTAN en 1986, cuya manipulación desde los medios de comunicación fue una de las mayores vergüenzas de la joven y tutelada democracia española. González, Solana y sus compañeros de gobierno ni siquiera cumplirían después las condiciones que ellos mismos habían decidido para defender la permanencia de España en la OTAN. Fue un vergonzoso fraude, pero Solana, como González, se enorgullece de su gesto. Consiguió ser ministro de Cultura, de Educación, y, finalmente, de Asuntos Exteriores. Seguía hablando de paz, pero ya transitaba el camino de la guerra. Cuando abandonó el gobierno español en 1995 (apenas cinco meses antes de que González y el PSOE perdieran las elecciones), estaba preparado para dar el salto a las instituciones internacionales: Washington premiaría su aplicación guerrera y atlantista aceptando que fuera nombrado secretario general de la OTAN ese mismo año: pasó de ser ministro de Asuntos Exteriores a hombre de confianza del Pentágono y de la Casa Blanca. Aquel joven que, según gusta recordar, protestaba en los años sesenta contra la infame guerra de Vietnam, se encontraba en ese momento en el corazón de los guerreros del imperio, dispuesto ahora a defender la bondad de los soldados de Washington.
En esas oficinas de la OTAN se fue convirtiendo en un torvo funcionario que, pese a mantener ante la prensa internacional, con consumada hipocresía, la ficción de una cercana calidez, era capaz de defender el bombardeo de poblaciones civiles mientras escenificaba la utilidad de la muerte ante los micrófonos, de defender las matanzas más ignominiosas en nombre de la libertad y de la democracia. Fueron los mismos años en que Yeltsin dirigió la criminal implantación del capitalismo en la antigua URSS, que ha causado la muerte de millones de personas, pero Solana, en sus contactos con el gobierno ruso del alcohólico Yeltsin, siempre mantuvo el apoyo a una desastrosa política que sembró la desesperación y la miseria en las antiguas repúblicas soviéticas. Mantuvo ese cargo de secretario de la OTAN durante cuatro años: cuando lo abandonó había dejado listo el asunto de Kosovo y la definitiva desmembración de Yugoslavia.
En 1999, aplicando las decisiones de Estados Unidos, dirigió la agresión contra Yugoslavia, ignorando a la ONU, violando los tratados internacionales y las convenciones de Ginebra. La OTAN atacó durante cuatro meses multitud de objetivos sobre ciudades y bombardeó a la población civil serbia, causando miles de muertos y llegando a bombardear Belgrado, como en los días de la Segunda Guerra Mundial. Tenían preparado el pretexto: hablaron al mundo de “limpieza étnica”, que, supuestamente, estaba siendo impulsada por el gobierno serbio. Mientras, Estados Unidos y la OTAN armaban a las milicias terroristas del UÇK, creadas por la CIA alrededor del traficante de drogas Hashim Thaçi, un asesino tan feroz que sus propios compañeros apodaron como la serpiente.
Washington y Solana conocían perfectamente las actividades de Thaçi y del UÇK, y sabían que estaban apoyando a desalmados traficantes de drogas y asesinos, pero Solana no tuvo reparos morales en defender públicamente que la guerra de la OTAN contra aquella empequeñecida y débil Yugoslavia era una “guerra humanitaria”. Después, Solana, ya como Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior no tuvo tampoco empacho en apoyar al mismo mafioso Thaçi para presidir el Kosovo que se había convertido en un protectorado de Estados Unidos. Se culminaba así la destrucción de la antigua Yugoslavia socialista y se doblaba el espinazo a Serbia, el último aliado de Moscú en la zona.
No debe creer el lector que estas palabras son una exageración: la propia prensa norteamericana informó en su día de las actividades de la mafia albanokosovar y de los beneficios que conseguían de la droga, la prostitución, el tráfico de órganos y los asesinatos por encargo de los que se nutrieron Thaçi y el UÇK: el relato de sus actividades es mucho más tenebroso y feroz, como recuerda la espantosa “casa amarilla” de la ciudad albanesa de Burel, donde fueron trasladadas por el UÇK centenares de personas para extraerles sus órganos, venderlos después, y asesinarlos finalmente. Washington siempre ha trabajado con mercenarios y asesinos como Thaçi, y Solana lo sabía, pero no tuvo nada que decir cuando Thaçi se convirtió en primer ministro de Kosovo y proclamó la independencia en febrero de 2008, reconocida de inmediato por Estados Unidos, aun sabiendo que violaba, otra vez, el derecho internacional.
Javier Solana no tuvo reparos morales en ser protagonista, y después cómplice, de quienes pisoteaban la Carta de las Naciones Unidos, violaban el Derecho Internacional e ignoraban las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Esa trocha de guerreros infames sería recorrida después por Bush y sus neocons en Afganistán, Iraq y en otros frentes menores donde mostraban el músculo de Washington, pero antes Solana ya había cometido la indignidad de hablar de “guerras humanitarias”. Desde la secretaría general de la OTAN pasó a asumir la responsabilidad de convertirse en el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, durante diez años: hasta ahora mismo, cuando, a finales de 2009, fue sustituido en ese puesto por una baronesa, Catherine Ashton.
Ese hombre es Javier Solana. Es curioso comprobar cómo, a lo largo de esa transformación, de esa metamorfosis casi kafkiana, Solana iba recortando su barba, dejando apenas una sombra, recordatoria de su pasado de joven rebelde. Ahora, casi a punto de alcanzar los setenta años, Solana, convertido en una caricatura de sí mismo, ha pasado a ser asesor para “asuntos internacionales” del grupo Acciona, del empresario José Manuel Entrecanales, vástago de una familia que medró económicamente con la dictadura franquista. Pero los años no pasan en vano, y el endurecido Solana, a quien no tembló el pulso durante los días de los infames bombardeos sobre la población civil en Yugoslavia, se emocionaba recientemente ante los halagos que le prodigaban quienes frecuentan los salones del poder, cuando Juan Carlos de Borbón le otorgaba el collar de la Orden del Toisón de Oro por los servicios prestados, mientras espera que el gobierno de Rodríguez Zapatero le organice el merecido homenaje por su trayectoria. Dicen quienes le conocen que Solana es un hombre apacible, cercano, educado, agradable en el trato, cuyas maneras se han suavizado con los años
La vida nos enseñó a todos hace tiempo que los suaves comportamientos de hombres como él son apenas un disfraz, que les ayuda a soportar la vergüenza. Solana, viviendo en la mentira, acompañando la hipocresía de los poderosos, compartiendo la infamia de la guerra, se muestra hoy como un veterano apacible, un soldado atlantista amante de la paz que se vio envuelto en las guerras por el destino caprichoso. Es probable que ahora le asalte alguna vez el recuerdo de aquel joven barbado que cabalgaba una motocicleta en el Madrid del último franquismo, cuando pensaba que corría hacia el futuro, sin sospechar que se dirigía hacia un destino gris de funcionario, de muñeco del imperio, de partícipe intelectual en todas las matanzas que han jalonado este inicio del siglo XXI, de veterano dinosaurio a quien todos recuerdan aprobando todas las guerras de los últimos veinte años.
Mas informacion sobre este criminal de guerra español:
MACABRA BROMA SERBIA CON NECROLOGICAS DE SOLANA
Cuatro detenidos en Belgrado por colgar una necrológica de Javier Solana
La Policía serbia detuvo este domingo a cuatro personas por su presunta implicación en la elaboración y colocación de carteles en Belgrado con una necrológica del alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana. De acuerdo con las autoridades, los acusados tenían en su poder cien carteles con “contenido insultante” contra el jefe de la diplomacia europea. “Nuestro querido Javier Solana falleció el 28 de septiembre en el 66º año de su vida criminal”, rezaba uno de ellos.
28.9.2008.
El Genocida de Serbia Javier Solana.
SEMANARIO SERBIO (http://www.semanarioserbio.com/) publica la foto de mencionada necrologica no con animo de insultar a Javier Solana (a pesar de tratarse de una persona que, lógicamente, no disfruta de ningún tipo de nuestro respeto) sino con deseo de ofrecer la información más completa al lector.
Cuatro personas permanecen detenidas después de que la Policía de Belgrado les encontrara un cartel con una necrologica del alto representante de la UE para la seguridad y la política exterior, Javier Solana.
Y es que Solana era secretario general de la OTAN en 1999, cuando la organización bombardeó Serbia en respuesta a las atrocidades de las autoridades serbias en la provincia de Kosovo, ahora reconocida internacionalmente como independiente.
Dos de los detenidos tenían unos cien carteles con “contenido insultante” contra Solana, según la Policía. Los medios de comunicación serbios han publicado algunas de las frases contenidas en los carteles. “Nuestro querido Javier Solana falleció el 28 de septiembre en el 66º año de su vida criminal”, rezaba el cartel.
En el cartel también se enumera a “los afligidos” partidos que conforman la actual coalición gubernamental, la UE, la OTAN y quienes apoyan el ingreso de Serbia en la UE.
Los carteles aparecieron esta mañana en varios puntos del centro de Belgrado, según la radio B92. Estas fuentes indicaron que dos de los detenidos eran menores y que uno de ellos pertenecía a una organización denominada 1389, fecha de la batalla de Kosovo entre serbios y otomanos, considerada como el acto fundacional de la nación serbia por el nacionalismo.
Fuente:”Semanario Serbio”
Cruz de Borgoña- Cantidad de envíos : 702
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Verdaderamente es un gran articulo....... seguro que nadie esperaba este documento..... y realmente el post sigue fuerte.....porque ..... ESTA HA SIDO LA CORRUPCION ( sostenida en el tiempo) MÁS PROFUNDA y estable que ha tenido y tiene el estado español.
Buena información.
Dios mío..... esos lideres de antaño!!!
Buena información.
Dios mío..... esos lideres de antaño!!!
Valle- Cantidad de envíos : 3107
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Registro : 03/01/2012
Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Muy buen artículo y documentos en general pero... El PCE se hundió por sí mismo no lo hundió Felipe González.
Se mantuvo apoyando a la dictadura pero en democracia, no tiene nada que hacer y más ahora que ha perdido las subvenciones de La URSS.
Se mantuvo apoyando a la dictadura pero en democracia, no tiene nada que hacer y más ahora que ha perdido las subvenciones de La URSS.
Hacer pensar- Cantidad de envíos : 3168
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Vamos a poner a España que no la va a conocer ni la madre que la parió
Alfonso Guerra.
- Destruyó todo el legado positivo del franquismo (especialmente soberanía nacional, condiciones de vida de las clases trabajadoras y medias con su infumable "reforma laboral", y política exterior independiente).
- Privatizó la mayoría de empresas públicas en sectores estratégicos "reconversión industrial". Y aún encima reprimió de forma violenta la oposición a sus medidas (Sucesos de Reinosa).
- Metió a España en la OTAN, en la UE y reconoció a Israel (Adolfo Suárez se llevaba bien con Hafez Al Assad).
- Bajo su gobierno se promovió el hedonismo y el consumo de drogas desde la TV pública (Almodóvar, movida madrileña), siendo víctima de la heroína y del sida toda una generación. Quizás la OTAN metiese esa heroína en España. (Mirar este otro hilo: http://www.paisesmadrilenos.com/t13920-la-mafia-gitana-y-su-relacion-con-la-otan#81859)
- Firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear en 1987, relegando a España a ser un país de segunda fila.
- Corrupción flagrante: no contento con expropiar Rumasa encima se la reparte entre sus colegas.
- Y todo esto bajo las siglas de un partido SOCIALISTA, OBRERO, traicionando así a socialistas incautos con buenas intenciones. En el libro "La CIA en España" de Alfredo Grimaldos, se dice que González sería un agente de la CIA (alias Isidoro), que también crearía al proprio PSOE para que no hubiese un verdadero partido socialista fuerte en España. Si Pablo Iglesias levantase la cabeza...
- Creó el engendro de la LOGSE ("La LOGSE se diseñó para fabricar analfabetos" Juan Eslava Galán).
- En sus últimos años de gobierno, con el objetivo de volver a ganar unas elecciones que tenía muy complicadas desenterró el tema de la Guerra Civil, algo completamente temerario en un país en el que llevamos matándonos entre nosotros ya desde la época prerromana.
- Con un gobierno tan nefasto le dejó en bandeja en gobierno a Aznar en el 96. Allí continuó al expolio a España bajo un patrioterismo neoliberal. El mismo Aznar (que no es que sea precisamente santo de mi devoción) dijo que cada vez que gobierna el PSOE arruinan España. Ahí tuvo razón.
- González casi dobló la tasa de suicidios entre 1982 y 1996:
Creo que al hombre no debe importarle mucho este tema cuando va a bordo de su yate, purito en mano.
En efecto fue desastroso por todo lo que cita el autor con notable acierto; pero lo peor, si cabe, es que instauró en ESPAÑA "un régimen", una manera de pensar y de actuar fuera de toda limitación moral o ética; sus sucesores, entre ellos pero no de forma exclusiva ni mucho menos, ZP, profundizó el desastre pero con una estulticia mucho mas acusada.
Yo he tenido que escuchar por la tele...
- Que la Democracia se consolidó en... ¡1982!.
- Que la "Movida" fue algo maravilloso y superlativo que trajo el PSOE.
- Que los años 80 fueron años de "prosperidad" y "libertad" (el paro iba a más cada año que pasaba, y los muertos por drogas también).
- Que Tierno Galván fue un entrañable alcalde, amigo de los jóvenes.
En realidad:
El largo rastro de la "epidemia de heroína"
lo largo de los ochenta y principios de los noventa la «epidemia» del consumo de heroína en forma de inyección ocasionó en España un gran aumento de la mortalidad juvenil, la demanda de atención sanitaria, y la delincuencia contra la propiedad, generando intensa alarma social, y siendo la responsable de que «las drogas» llegaran a percibirse como uno de los tres principales problemas de la población, junto el paro y el terrorismo.
Aunque la máxima incidencia de uso problemático de heroína se alcanzó seguramente en la primera mitad de los ochenta, el mayor impacto y visibilidad de la epidemia se produjo a principios de los noventa. La mortalidad relacionada con las drogas alcanzó entonces su punto álgido (figura 1), llegando a ser la primera causa de muerte entre los jóvenes de las grandes ciudades. A partir de los datos publicados6-8 se estima que en España el mayor impacto de la mortalidad por sobredosis se produjo en 1991-1992 con más de 1.700 muertes anuales (11,5 muertes por cada 100.000 jóvenes de 15-39 años, 10,1% de todas las muertes de esas edades), en más del 90% de las cuales estaba implicada la inyección de heroína.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=s1135-57272006000500009&script=sci_arttext
1700 muertos al año por drogas. ¡Son 4 al día!
Y además...
La "epidemia de SIDA" de la cual habla mi fuente en realidad fue una epidemia de efectos inmunosupresores de las drogas (y del AZT que empezó a usarse desde 1987). En 1996 cambiaron a un "tratamiento" menos venenoso, de ahí la caída en el número de muertes. Los "10 años de latencia del VIH" son los 10 años que suele necesitar la heroína para matar a alguien.
El "entrañable" Tierno Galván echó gasolina al fuego de las drogas...
Los 80 fueron paro creciente año a año, drogas de todo tipo crecientes de año a año, terrorismo espeluznante y además con muy, muy pocas salidas culturales: No había Internet y sólo había TVE 1 y TVE 2. Muy pocas personas tenían jardín como para poder instalar una de las enormes (y carísimas) antenas parabólicas para ver TVs extranjeras.
Era asfixiante vivir el cerrado clima cultural de aquella época.
Otra cuestión de la cual nadie habla: La Demografía.
El hundimiento demográfico venía de tiempos de la UCD, pero con Felipe González conseguimos tener tasas demográficas inferiores a las de la Guerra Civil, y ahí nos quedamos... otro "éxito" Felipista.
Demográficamente el Felipismo estuvo viviendo de las rentas del Franquismo.
"El pueblo español, desde hace siglos, detesta todo hombre ejemplar, o, cuando menos, está ciego para sus cualidades excelentes. Cuando se deja conmover por alguien, se trata, casi invariablemente, de algún personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios."
Ortega y Gasset
Alfonso Guerra.
- Destruyó todo el legado positivo del franquismo (especialmente soberanía nacional, condiciones de vida de las clases trabajadoras y medias con su infumable "reforma laboral", y política exterior independiente).
- Privatizó la mayoría de empresas públicas en sectores estratégicos "reconversión industrial". Y aún encima reprimió de forma violenta la oposición a sus medidas (Sucesos de Reinosa).
- Metió a España en la OTAN, en la UE y reconoció a Israel (Adolfo Suárez se llevaba bien con Hafez Al Assad).
- Bajo su gobierno se promovió el hedonismo y el consumo de drogas desde la TV pública (Almodóvar, movida madrileña), siendo víctima de la heroína y del sida toda una generación. Quizás la OTAN metiese esa heroína en España. (Mirar este otro hilo: http://www.paisesmadrilenos.com/t13920-la-mafia-gitana-y-su-relacion-con-la-otan#81859)
- Firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear en 1987, relegando a España a ser un país de segunda fila.
- Corrupción flagrante: no contento con expropiar Rumasa encima se la reparte entre sus colegas.
- Y todo esto bajo las siglas de un partido SOCIALISTA, OBRERO, traicionando así a socialistas incautos con buenas intenciones. En el libro "La CIA en España" de Alfredo Grimaldos, se dice que González sería un agente de la CIA (alias Isidoro), que también crearía al proprio PSOE para que no hubiese un verdadero partido socialista fuerte en España. Si Pablo Iglesias levantase la cabeza...
- Creó el engendro de la LOGSE ("La LOGSE se diseñó para fabricar analfabetos" Juan Eslava Galán).
- En sus últimos años de gobierno, con el objetivo de volver a ganar unas elecciones que tenía muy complicadas desenterró el tema de la Guerra Civil, algo completamente temerario en un país en el que llevamos matándonos entre nosotros ya desde la época prerromana.
- Con un gobierno tan nefasto le dejó en bandeja en gobierno a Aznar en el 96. Allí continuó al expolio a España bajo un patrioterismo neoliberal. El mismo Aznar (que no es que sea precisamente santo de mi devoción) dijo que cada vez que gobierna el PSOE arruinan España. Ahí tuvo razón.
- González casi dobló la tasa de suicidios entre 1982 y 1996:
Creo que al hombre no debe importarle mucho este tema cuando va a bordo de su yate, purito en mano.
En efecto fue desastroso por todo lo que cita el autor con notable acierto; pero lo peor, si cabe, es que instauró en ESPAÑA "un régimen", una manera de pensar y de actuar fuera de toda limitación moral o ética; sus sucesores, entre ellos pero no de forma exclusiva ni mucho menos, ZP, profundizó el desastre pero con una estulticia mucho mas acusada.
Yo he tenido que escuchar por la tele...
- Que la Democracia se consolidó en... ¡1982!.
- Que la "Movida" fue algo maravilloso y superlativo que trajo el PSOE.
- Que los años 80 fueron años de "prosperidad" y "libertad" (el paro iba a más cada año que pasaba, y los muertos por drogas también).
- Que Tierno Galván fue un entrañable alcalde, amigo de los jóvenes.
En realidad:
El largo rastro de la "epidemia de heroína"
lo largo de los ochenta y principios de los noventa la «epidemia» del consumo de heroína en forma de inyección ocasionó en España un gran aumento de la mortalidad juvenil, la demanda de atención sanitaria, y la delincuencia contra la propiedad, generando intensa alarma social, y siendo la responsable de que «las drogas» llegaran a percibirse como uno de los tres principales problemas de la población, junto el paro y el terrorismo.
Aunque la máxima incidencia de uso problemático de heroína se alcanzó seguramente en la primera mitad de los ochenta, el mayor impacto y visibilidad de la epidemia se produjo a principios de los noventa. La mortalidad relacionada con las drogas alcanzó entonces su punto álgido (figura 1), llegando a ser la primera causa de muerte entre los jóvenes de las grandes ciudades. A partir de los datos publicados6-8 se estima que en España el mayor impacto de la mortalidad por sobredosis se produjo en 1991-1992 con más de 1.700 muertes anuales (11,5 muertes por cada 100.000 jóvenes de 15-39 años, 10,1% de todas las muertes de esas edades), en más del 90% de las cuales estaba implicada la inyección de heroína.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=s1135-57272006000500009&script=sci_arttext
1700 muertos al año por drogas. ¡Son 4 al día!
Y además...
La "epidemia de SIDA" de la cual habla mi fuente en realidad fue una epidemia de efectos inmunosupresores de las drogas (y del AZT que empezó a usarse desde 1987). En 1996 cambiaron a un "tratamiento" menos venenoso, de ahí la caída en el número de muertes. Los "10 años de latencia del VIH" son los 10 años que suele necesitar la heroína para matar a alguien.
El "entrañable" Tierno Galván echó gasolina al fuego de las drogas...
Los 80 fueron paro creciente año a año, drogas de todo tipo crecientes de año a año, terrorismo espeluznante y además con muy, muy pocas salidas culturales: No había Internet y sólo había TVE 1 y TVE 2. Muy pocas personas tenían jardín como para poder instalar una de las enormes (y carísimas) antenas parabólicas para ver TVs extranjeras.
Era asfixiante vivir el cerrado clima cultural de aquella época.
Otra cuestión de la cual nadie habla: La Demografía.
El hundimiento demográfico venía de tiempos de la UCD, pero con Felipe González conseguimos tener tasas demográficas inferiores a las de la Guerra Civil, y ahí nos quedamos... otro "éxito" Felipista.
Demográficamente el Felipismo estuvo viviendo de las rentas del Franquismo.
"El pueblo español, desde hace siglos, detesta todo hombre ejemplar, o, cuando menos, está ciego para sus cualidades excelentes. Cuando se deja conmover por alguien, se trata, casi invariablemente, de algún personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios."
Ortega y Gasset
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Ya han pasado más de 25 años de aquellos sucesos, en plena "reconversión industrial" ochentera española, en el municipio cántabro de Reinosa.
Los constantes EREs y despidos en varias de las fábricas y empresas que conformaban el tejido industrial de la comarca cántabra de Campoo - Los Valles habían ido dejando en la calle a unas 2.000 personas en un par de años (Reinosa tenía 13.000 habitantes en aquel entonces) y amenazaban con aumentar la cifra en más de 1.000 despidos más.
Los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos convulsos días (un abuelo mío, trabajador industrial en Reinosa, tomó parte en ellos, yo apenas era un niño de 12 años cuando tuvieron lugar), cuando la ciudad cántabra se echó a la calle en protesta por la salvaje política del gobierno de Felipe Gonzalez, fueron silenciados en prácticamente todo el estado, no haciéndose eco los medios de información de semejante batalla campal en la que murió un trabajador y hubo decenas de heridos.
Como no, para no romper las seculares tradiciones españoles, los responsables de todo aquello, con nombres y apellidos tan de sobra conocidos como el señor X del GAL, José Barrionuevo o Luis Roldán, jamás tuvieron que rendir cuentas, ser juzgados, ni tan siquiera pedir perdón por vender los trabajos de los españoles a gusto de Bruselas, y encima, reprimir violentamente las protestas de personas que solo buscaban y buscan un futuro digno.
"La reconversión industrial había venido afectando fuertemente a la localidad cántabra, de 13.000 habitantes en aquella época, con la pérdida de 2.000 puestos de trabajo durante los dos años previos; además dicha reconversión, que todavía no se había cerrado, amenazaba todavía a, al menos, 1.000 puestos de trabajo más. En diciembre ya había habido protestas en otra empresa local, Cenemesa (actual Gamesa), en tanto que Farga Casanova (la actual Forjas de Cantabria) había presentado un expediente de regulación de empleo. Durante esa primavera de 1987 la principal amenaza provenía de los planes de reconversión de la empresa siderúrgica Forjas y Aceros de Reinosa, S.A. (la antigua Naval y Sidenor y la actual GERDAU SIDENOR), que empleaba 1.763 trabajadores y preveía la reducción de plantilla hasta 1.300 empleados, dadas las pérdidas de más de 3.000 millones de pesetas de los últimos años. A eso había que añadir que se calculaba que cada despido en Forjas y Aceros acarrearía otros tres parados en la comarca.
Marzo
El día 11 de marzo de 1987 el ex-presidente del Consejo de Administración de Forjas y Aceros, Enrique Antolín se presentó en la empresa para despedirse del resto de consejeros y recoger sus pertenencias, ya que había sido nombrado consejero de Obras Públicas del Gobierno Vasco. Cuando tuvieron conocimiento de ello, miembros del comité de empresa obligaron a Antolín a dirigirse al llamado búnker (el edificio de control de calidad de la empresa) donde le retuvieron durante toda la noche junto a algunos cargos directivos.
El día 12 de marzo, tras haber sido cortadas las líneas telefónicas de la empresa, 34 miembros de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil asaltaron el búnker para liberar a Antolín, mientras 321 guardias civiles dispersaban a los obreros concentrados a la entrada de la factoría utilizando pelotas de goma y botes de humo; el número total de efectivos utilizados fue facilitado por el entonces ministro del Interior José Barrionuevo. Durante los enfrentamientos que siguieron por toda la ciudad cántabra varios guardias perdieron sus armas (algunas fueron inutilizadas y entregadas a los guardias municipales; un fusil fue recuperado en Torrelavega varios días después; una pistola no apareció), otros nueve fueron capturados y posteriormente liberados por los trabajadores, y los heridos llenaron el ambulatorio local. El saldo final de la refriega de unas cuatro horas fue de ocho heridos graves y sesenta leves (entre ellos varios guardias civiles).
En declaraciones recogidas en el diario El País un guardia civil que resulto herido grave declaró que
[...] no nos mataron porque no quisieron. Una nube de piedras cayó sobre nosotros durante minutos que no tenían fin [...] Al fin, algunos de los obreros dijeron a los que apedreaban desde arriba que ya estaba bien, que había que acabar. Así que salimos a la avenida de Navarra, pero allí otros muchachos que no habían participado en la refriega nos derribaron al suelo para desarmarnos. De repente, uno de ellos, con un trozo de losa en la mano, me golpeó varias veces en la cabeza. Tuvieron que darme siete puntos ayer. Yo fui uno de los guardias que perdió el cetme (el fusil), pero ¿cómo evitarlo ante la locura de aquellos hombres que me acorralaban?
En el mismo diario también se recogen las declaraciones de un obrero que perdió un ojo en los incidentes:
Eran aproximadamente las 8.30. Me encontraba en la portería de la fábrica con un montón de compañeros. Los guardias estaban a unos 300 metros frente a nosotros. Y de repente el caos estalló en forma de una lluvia de pelotas de goma y botes de humo. Pero no puedo contar mi caso porque cuando recuperé de conciencia viajaba en el interior de una ambulancia evacuado hacia el ambulatorio y después a Santander. Fue, según me han contado, el impacto de una pelota de goma [...] En el interior de las naves aún siguieron disparando pelotas y botes con un humo que nos asfixiaba.
Las respuestas de los diversos partidos políticos no se hicieron esperar, con el PSOE (en el Gobierno) vertiendo las culpas en una parte de los trabajadores y la población reinosana, AP (el actual PP, en el Gobierno cántabro) pidiendo la aclaración de los hechos e Izquierda Unida denunciando el uso de fuego real por parte de la Guardia Civil. A raíz de los incidentes de Reinosa, el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cantabria, teniente coronel Tomás Sanz Fernández, fue destituido el 30 de marzo.
El mismo día en que se produjo la destitución de Sanz Fernández, trabajadores de Cenemesa cortaron la vía férrea Madrid - Santander, clara muestra de que la conflictividad en la comarca no había cesado.
Abril
El 1 de abril el ayuntamiento de Reinosa, con todos sus grupos políticos (PSOE, AP y PCE) acordó solicitar la retirada de las fuerzas de la Guardia Civil de la localidad, que ascendían a 430 agentes, ocho tanquetas y un helicóptero.
El 4 de abril se produjeron nuevos enfrentamientos en la localidad entre guardias civiles y manifestantes que cortaron la vía férrea durante varias horas; los guardias usaron pelotas de goma y botes de humo. El resultado de los enfrentamientos fue de tres heridos graves y dieciocho leves. Estos enfrentamientos comenzaron con una marcha de protesta, cacerolada incluida, por las calles de Reinosa el día 3.
Al día siguiente, 5 de abril, continuaron los enfrentamientos entre trabajadores de Cenemesa y las dotaciones de dos tanquetas de la Guardia Civil; los trabajadores volvieron a cortar el tráfico ferroviario durante unas horas. El saldo final fue de quince heridos leves.
El 11 de abril se produjo una manifestación por las calles de la capital cántabra (convocada por CCOO y con el apoyo de USO, la CNT y todos los partidos políticos excepto PSOE y AP) en la que de 11.000 a 20.000 trabajadores, de los que más de 2000 provenían de Reinosa y su comarca, protestaron por la desindustrialización en Cantabria y las políticas de los gobiernos español y cántabro al respecto.
Dos días después, la Asamblea de Cantabria (con la oposición del PSOE) aprobó una proposición no de ley de AP y ADP (Agrupación Demócrata Popular) urgiendo la reindustrialización de la comarca reinosana y las destituciones del ministro del Interior (José Barrionuevo), del director de la Guardia Civil (Luis Roldán) y del delegado del Gobierno en Cantabria (Antonio Pallarés) como responsables políticos de los incidentes de los días 11 y 12 de marzo y de "tomar medidas de fuerza totalmente desproporcionada". Asimismo, la Asamblea declaró su solidaridad con "el pueblo cántabro" invitándolo a "no cesar en sus reivindicaciones y manifestaciones legítimas".
El 15 de abril se produjeron nuevos enfrentamientos entre obreros de Cenemesa y la Guardia Civil. Los trabajadores cortaron durante varias horas la carretera Santander - Palencia y respondieron a con lanzamiento de piedras a los botes de humo y las pelotas de goma de los guardias. Los incidentes con más violencia se produjeron en Matamorosa (en las cercanías de Reinosa), que fue ocupada por las tanquetas de la Guardia Civil. El resultado final fue de un herido grave (por culatazos) y diecisiete leves entre los trabajadores, y dos guardias heridos.
Al día siguiente, 16 de abril, se reprodujeron las enfrentamientos en Reinosa y alrededores, con los trabajadores cortando de nuevo la carretera Santander - Palencia y la línea férrea Santander - Madrid. Los oficios religiosos del Jueves Santo tuvieron que ser suspendidos al ser ocupadas las iglesias por obreros que huían de la Guardia Civil. A consecuencia de los enfrentamientos se produjeron 21 heridos y 28 detenidos, a los que se incautaron tornillos y bolas de acero. Durante estos enfrentamientos (que duraron unas séis horas) la Guardia Civil ocupó la capital campurriana con tanquetas, jeeps y un camión blindado, además de tener un helicóptero sobrevolando la zona; también entraron en los Almacenes Cupido, donde detuvieron a los dos dependientes y a uno de los dueños, e incendiaron la funeraria de la localidad por el lanzamiento de una bomba de humo desde una tanqueta. Por su parte, los trabajadores colocaron barricadas en los dos puntos de acceso a la ciudad. El resultado final de los enfrentamientos fue de un muerto (el trabajador Gonzalo Ruiz, que falleció el 5 de mayo a consecuencia de la inhalación del humo tóxico de un bote lanzado por la Guardia Civil al interior de un garaje en el que se refugiaba), dos heridos graves, uno menos grave y diecisiete heridos leves.
Consecuencias
Como resultado de los enfrentamientos ocurridos en Reinosa y su comarca los días 12 de marzo y 4, 5, 15 y 16 de abril de 1987, y en los que la Guardia Civil empleó helicópteros, tanquetas, jeeps, un camión blindado, balas de goma, botes de humo y munición real contra trabajadores que usaron a su vez piedras, tirachinas, tuercas, tornillos, bolas de acero y barricadas, se produjo un balance de un trabajador muerto, 15 heridos graves, un herido menos grave y 128 leves, con mayoría de heridos de entre los trabajadores. Los trabajadores retuvieron durante unas horas contra su voluntad al ex-director de Forjas y Aceros, cortaron la carretera Santander-Palencia y la vía férrea Santander-Madrid, así como los accesos a Reinosa; por su parte, la Guardia Civil ocupó varias veces Reinosa y Matamorosa, además de realizar una petición a las emisoras de radio locales para que divulgaran una información "más benevolente que objetiva".
Los días 6 y 7 de mayo, a raíz de la muerte de Gonzalo Ruiz, se produjeron sendas huelgas generales en Reinosa y su comarca, con paros de dos horas en el resto de Cantabria el día 7 (fecha del entierro del trabajador muerto). Además, durante la campaña electoral para las autonómicas y municipales, realizaron mítines en Reinosa los principales líderes de AP e IU. Por su parte, en el mítin del PSOE del 30 de mayo, los oradores tuvieron que soportar los insultos, pitadas e incluso una lluvia de huevos y piedras. Finalmente, tras una manifestación en Madrid (3 de julio) y una ronda de nuevas negociaciones, la Dirección General de Trabajo aprobó el expediente de regulación de empleo de 436 trabajadores de Forjas y Aceros."
No se olvida a quien murió defendiendo su puesto de trabajo ni olvidamos tampoco quienes son los traidores que nos venden al mejor postor y salen indemnes. Esta es nuestra democracia y nuestra libertad de mierda.
Un pueblo con COJONES y no unos pusilánimes como los que son cada vez más numerosos a lo largo de occidente.
Es Importante que estos acontecimientos no se olviden y que los reinosanos, o todos los españoles, recuerden lo que pasó porque, de esa manera se tiene un referente.
El abuelo le podrá contar al nieto cómo defendían su familia con la vida y así el nieto crecerá en valores sanos, como defender la justicia, ser solidarios y proteger la familia.
Este recuerdo de Reinosa, y de los que ocurrió en los AHV, hacen las veces de ese abuelo que nos recuerda, de vez en cuando, que no somos ovejas, sino hombres con un par de cojones peludos que a veces se hinchan de mala hostia.
Aquello eran cojones y meterle miedo de verdad a los lacayos del poder. Mis respetos. Antes la gente era valiente. Esto nos demuestra que nos hemos vuelto unos mierdecillas que nos merecemos lo peor por cobardes.
Como curiosidad, os brindo un extracto de la evolución demográfica de Reinosa, para que veamos como afectó a aquella localidad el desmantelamiento por parte de Felipe GonCIAlez de la industria de la localidad:
"Como gran parte de las zonas del interior de Cantabria, Reinosa sufre una pérdida de población constante. Tras alcanzar su máxima población en los años 80, la industria de la comarca fue perdiendo progresivamente importancia, lo que obligó a muchos reinosanos a emigrar a otras zonas de Cantabria. En la actualidad la cifra de habitantes supera por poco los 10.000 habitantes
Evolución demográfica
1900- - 1910- -1920- -1930- -1940- -1950- -1960-
2.979 -2.924- 4.180- 8.606- 8.481 -9.450 -10.044
-1970- -1980- -1990- -2000- -2007
-10.863 13.172- 12.847 -11.193 -10.220"
http://es.wikipedia.org/wiki/Reinosa
D.E.P. Gonzalo Ruiz.
Los constantes EREs y despidos en varias de las fábricas y empresas que conformaban el tejido industrial de la comarca cántabra de Campoo - Los Valles habían ido dejando en la calle a unas 2.000 personas en un par de años (Reinosa tenía 13.000 habitantes en aquel entonces) y amenazaban con aumentar la cifra en más de 1.000 despidos más.
Los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos convulsos días (un abuelo mío, trabajador industrial en Reinosa, tomó parte en ellos, yo apenas era un niño de 12 años cuando tuvieron lugar), cuando la ciudad cántabra se echó a la calle en protesta por la salvaje política del gobierno de Felipe Gonzalez, fueron silenciados en prácticamente todo el estado, no haciéndose eco los medios de información de semejante batalla campal en la que murió un trabajador y hubo decenas de heridos.
Como no, para no romper las seculares tradiciones españoles, los responsables de todo aquello, con nombres y apellidos tan de sobra conocidos como el señor X del GAL, José Barrionuevo o Luis Roldán, jamás tuvieron que rendir cuentas, ser juzgados, ni tan siquiera pedir perdón por vender los trabajos de los españoles a gusto de Bruselas, y encima, reprimir violentamente las protestas de personas que solo buscaban y buscan un futuro digno.
"La reconversión industrial había venido afectando fuertemente a la localidad cántabra, de 13.000 habitantes en aquella época, con la pérdida de 2.000 puestos de trabajo durante los dos años previos; además dicha reconversión, que todavía no se había cerrado, amenazaba todavía a, al menos, 1.000 puestos de trabajo más. En diciembre ya había habido protestas en otra empresa local, Cenemesa (actual Gamesa), en tanto que Farga Casanova (la actual Forjas de Cantabria) había presentado un expediente de regulación de empleo. Durante esa primavera de 1987 la principal amenaza provenía de los planes de reconversión de la empresa siderúrgica Forjas y Aceros de Reinosa, S.A. (la antigua Naval y Sidenor y la actual GERDAU SIDENOR), que empleaba 1.763 trabajadores y preveía la reducción de plantilla hasta 1.300 empleados, dadas las pérdidas de más de 3.000 millones de pesetas de los últimos años. A eso había que añadir que se calculaba que cada despido en Forjas y Aceros acarrearía otros tres parados en la comarca.
Marzo
El día 11 de marzo de 1987 el ex-presidente del Consejo de Administración de Forjas y Aceros, Enrique Antolín se presentó en la empresa para despedirse del resto de consejeros y recoger sus pertenencias, ya que había sido nombrado consejero de Obras Públicas del Gobierno Vasco. Cuando tuvieron conocimiento de ello, miembros del comité de empresa obligaron a Antolín a dirigirse al llamado búnker (el edificio de control de calidad de la empresa) donde le retuvieron durante toda la noche junto a algunos cargos directivos.
El día 12 de marzo, tras haber sido cortadas las líneas telefónicas de la empresa, 34 miembros de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil asaltaron el búnker para liberar a Antolín, mientras 321 guardias civiles dispersaban a los obreros concentrados a la entrada de la factoría utilizando pelotas de goma y botes de humo; el número total de efectivos utilizados fue facilitado por el entonces ministro del Interior José Barrionuevo. Durante los enfrentamientos que siguieron por toda la ciudad cántabra varios guardias perdieron sus armas (algunas fueron inutilizadas y entregadas a los guardias municipales; un fusil fue recuperado en Torrelavega varios días después; una pistola no apareció), otros nueve fueron capturados y posteriormente liberados por los trabajadores, y los heridos llenaron el ambulatorio local. El saldo final de la refriega de unas cuatro horas fue de ocho heridos graves y sesenta leves (entre ellos varios guardias civiles).
En declaraciones recogidas en el diario El País un guardia civil que resulto herido grave declaró que
[...] no nos mataron porque no quisieron. Una nube de piedras cayó sobre nosotros durante minutos que no tenían fin [...] Al fin, algunos de los obreros dijeron a los que apedreaban desde arriba que ya estaba bien, que había que acabar. Así que salimos a la avenida de Navarra, pero allí otros muchachos que no habían participado en la refriega nos derribaron al suelo para desarmarnos. De repente, uno de ellos, con un trozo de losa en la mano, me golpeó varias veces en la cabeza. Tuvieron que darme siete puntos ayer. Yo fui uno de los guardias que perdió el cetme (el fusil), pero ¿cómo evitarlo ante la locura de aquellos hombres que me acorralaban?
En el mismo diario también se recogen las declaraciones de un obrero que perdió un ojo en los incidentes:
Eran aproximadamente las 8.30. Me encontraba en la portería de la fábrica con un montón de compañeros. Los guardias estaban a unos 300 metros frente a nosotros. Y de repente el caos estalló en forma de una lluvia de pelotas de goma y botes de humo. Pero no puedo contar mi caso porque cuando recuperé de conciencia viajaba en el interior de una ambulancia evacuado hacia el ambulatorio y después a Santander. Fue, según me han contado, el impacto de una pelota de goma [...] En el interior de las naves aún siguieron disparando pelotas y botes con un humo que nos asfixiaba.
Las respuestas de los diversos partidos políticos no se hicieron esperar, con el PSOE (en el Gobierno) vertiendo las culpas en una parte de los trabajadores y la población reinosana, AP (el actual PP, en el Gobierno cántabro) pidiendo la aclaración de los hechos e Izquierda Unida denunciando el uso de fuego real por parte de la Guardia Civil. A raíz de los incidentes de Reinosa, el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cantabria, teniente coronel Tomás Sanz Fernández, fue destituido el 30 de marzo.
El mismo día en que se produjo la destitución de Sanz Fernández, trabajadores de Cenemesa cortaron la vía férrea Madrid - Santander, clara muestra de que la conflictividad en la comarca no había cesado.
Abril
El 1 de abril el ayuntamiento de Reinosa, con todos sus grupos políticos (PSOE, AP y PCE) acordó solicitar la retirada de las fuerzas de la Guardia Civil de la localidad, que ascendían a 430 agentes, ocho tanquetas y un helicóptero.
El 4 de abril se produjeron nuevos enfrentamientos en la localidad entre guardias civiles y manifestantes que cortaron la vía férrea durante varias horas; los guardias usaron pelotas de goma y botes de humo. El resultado de los enfrentamientos fue de tres heridos graves y dieciocho leves. Estos enfrentamientos comenzaron con una marcha de protesta, cacerolada incluida, por las calles de Reinosa el día 3.
Al día siguiente, 5 de abril, continuaron los enfrentamientos entre trabajadores de Cenemesa y las dotaciones de dos tanquetas de la Guardia Civil; los trabajadores volvieron a cortar el tráfico ferroviario durante unas horas. El saldo final fue de quince heridos leves.
El 11 de abril se produjo una manifestación por las calles de la capital cántabra (convocada por CCOO y con el apoyo de USO, la CNT y todos los partidos políticos excepto PSOE y AP) en la que de 11.000 a 20.000 trabajadores, de los que más de 2000 provenían de Reinosa y su comarca, protestaron por la desindustrialización en Cantabria y las políticas de los gobiernos español y cántabro al respecto.
Dos días después, la Asamblea de Cantabria (con la oposición del PSOE) aprobó una proposición no de ley de AP y ADP (Agrupación Demócrata Popular) urgiendo la reindustrialización de la comarca reinosana y las destituciones del ministro del Interior (José Barrionuevo), del director de la Guardia Civil (Luis Roldán) y del delegado del Gobierno en Cantabria (Antonio Pallarés) como responsables políticos de los incidentes de los días 11 y 12 de marzo y de "tomar medidas de fuerza totalmente desproporcionada". Asimismo, la Asamblea declaró su solidaridad con "el pueblo cántabro" invitándolo a "no cesar en sus reivindicaciones y manifestaciones legítimas".
El 15 de abril se produjeron nuevos enfrentamientos entre obreros de Cenemesa y la Guardia Civil. Los trabajadores cortaron durante varias horas la carretera Santander - Palencia y respondieron a con lanzamiento de piedras a los botes de humo y las pelotas de goma de los guardias. Los incidentes con más violencia se produjeron en Matamorosa (en las cercanías de Reinosa), que fue ocupada por las tanquetas de la Guardia Civil. El resultado final fue de un herido grave (por culatazos) y diecisiete leves entre los trabajadores, y dos guardias heridos.
Al día siguiente, 16 de abril, se reprodujeron las enfrentamientos en Reinosa y alrededores, con los trabajadores cortando de nuevo la carretera Santander - Palencia y la línea férrea Santander - Madrid. Los oficios religiosos del Jueves Santo tuvieron que ser suspendidos al ser ocupadas las iglesias por obreros que huían de la Guardia Civil. A consecuencia de los enfrentamientos se produjeron 21 heridos y 28 detenidos, a los que se incautaron tornillos y bolas de acero. Durante estos enfrentamientos (que duraron unas séis horas) la Guardia Civil ocupó la capital campurriana con tanquetas, jeeps y un camión blindado, además de tener un helicóptero sobrevolando la zona; también entraron en los Almacenes Cupido, donde detuvieron a los dos dependientes y a uno de los dueños, e incendiaron la funeraria de la localidad por el lanzamiento de una bomba de humo desde una tanqueta. Por su parte, los trabajadores colocaron barricadas en los dos puntos de acceso a la ciudad. El resultado final de los enfrentamientos fue de un muerto (el trabajador Gonzalo Ruiz, que falleció el 5 de mayo a consecuencia de la inhalación del humo tóxico de un bote lanzado por la Guardia Civil al interior de un garaje en el que se refugiaba), dos heridos graves, uno menos grave y diecisiete heridos leves.
Consecuencias
Como resultado de los enfrentamientos ocurridos en Reinosa y su comarca los días 12 de marzo y 4, 5, 15 y 16 de abril de 1987, y en los que la Guardia Civil empleó helicópteros, tanquetas, jeeps, un camión blindado, balas de goma, botes de humo y munición real contra trabajadores que usaron a su vez piedras, tirachinas, tuercas, tornillos, bolas de acero y barricadas, se produjo un balance de un trabajador muerto, 15 heridos graves, un herido menos grave y 128 leves, con mayoría de heridos de entre los trabajadores. Los trabajadores retuvieron durante unas horas contra su voluntad al ex-director de Forjas y Aceros, cortaron la carretera Santander-Palencia y la vía férrea Santander-Madrid, así como los accesos a Reinosa; por su parte, la Guardia Civil ocupó varias veces Reinosa y Matamorosa, además de realizar una petición a las emisoras de radio locales para que divulgaran una información "más benevolente que objetiva".
Los días 6 y 7 de mayo, a raíz de la muerte de Gonzalo Ruiz, se produjeron sendas huelgas generales en Reinosa y su comarca, con paros de dos horas en el resto de Cantabria el día 7 (fecha del entierro del trabajador muerto). Además, durante la campaña electoral para las autonómicas y municipales, realizaron mítines en Reinosa los principales líderes de AP e IU. Por su parte, en el mítin del PSOE del 30 de mayo, los oradores tuvieron que soportar los insultos, pitadas e incluso una lluvia de huevos y piedras. Finalmente, tras una manifestación en Madrid (3 de julio) y una ronda de nuevas negociaciones, la Dirección General de Trabajo aprobó el expediente de regulación de empleo de 436 trabajadores de Forjas y Aceros."
No se olvida a quien murió defendiendo su puesto de trabajo ni olvidamos tampoco quienes son los traidores que nos venden al mejor postor y salen indemnes. Esta es nuestra democracia y nuestra libertad de mierda.
Un pueblo con COJONES y no unos pusilánimes como los que son cada vez más numerosos a lo largo de occidente.
Es Importante que estos acontecimientos no se olviden y que los reinosanos, o todos los españoles, recuerden lo que pasó porque, de esa manera se tiene un referente.
El abuelo le podrá contar al nieto cómo defendían su familia con la vida y así el nieto crecerá en valores sanos, como defender la justicia, ser solidarios y proteger la familia.
Este recuerdo de Reinosa, y de los que ocurrió en los AHV, hacen las veces de ese abuelo que nos recuerda, de vez en cuando, que no somos ovejas, sino hombres con un par de cojones peludos que a veces se hinchan de mala hostia.
Aquello eran cojones y meterle miedo de verdad a los lacayos del poder. Mis respetos. Antes la gente era valiente. Esto nos demuestra que nos hemos vuelto unos mierdecillas que nos merecemos lo peor por cobardes.
Como curiosidad, os brindo un extracto de la evolución demográfica de Reinosa, para que veamos como afectó a aquella localidad el desmantelamiento por parte de Felipe GonCIAlez de la industria de la localidad:
"Como gran parte de las zonas del interior de Cantabria, Reinosa sufre una pérdida de población constante. Tras alcanzar su máxima población en los años 80, la industria de la comarca fue perdiendo progresivamente importancia, lo que obligó a muchos reinosanos a emigrar a otras zonas de Cantabria. En la actualidad la cifra de habitantes supera por poco los 10.000 habitantes
Evolución demográfica
1900- - 1910- -1920- -1930- -1940- -1950- -1960-
2.979 -2.924- 4.180- 8.606- 8.481 -9.450 -10.044
-1970- -1980- -1990- -2000- -2007
-10.863 13.172- 12.847 -11.193 -10.220"
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D.E.P. Gonzalo Ruiz.
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
Me quedo con la cita de Ortega y quiero llamar la atención sobre el decálogo del socialismo para la juventud.
Quiere hacerlos más borregos, igualados por el más torpe, la enseñanza desastrosa cuyo artífice Rubalcaba sigue con ansias de poder.
Quiere hacerlos más borregos, igualados por el más torpe, la enseñanza desastrosa cuyo artífice Rubalcaba sigue con ansias de poder.
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Re: Escándalos de corrupción durante el gobierno socialista de Felipe González
http://identitaria.es/2011/09/20/inmigracion-en-espana-el-felipismo-1983-1996/
INMIGRACIÓN EN ESPAÑA: EL FELIPISMO (1983-1996)
Cuando el felipismo llega al poder apenas hay en España 200.000 inmigrantes y cuando pierde las elecciones de 1996, la cifra ha crecido pero muy levemente: apenas 542.314 ciudadanos extranjeros, el 1,37% de la población residen dentro de nuestras fronteras. En buena medida se trata de inmigrantes marroquíes que han participado como mano de obra barata en los “eventos del 92”, especialmente en la Expo de Sevilla y muy particularmente en las obras vinculadas a las Olimpiadas de Barcelona. Aun así se trata de una inmigración que está muy por debajo de la de otros países europeos y que crece muy lentamente: en 1986 apenas había 241.971 inmigrantes (el 0,63%), cinco años después sube un 0,30% pasando a 360.655 y cuando Felipe González debe entregar el poder apenas ha subido medio punto quedando en 542.314 inmigrantes. Buena parte de esa inmigración todavía procede de la Unión Europea o bien se trata de estudiantes adscritos a distintos programas de intercambio de alumnos o simplemente becarios extranjeros que siguen preparándose en España. De todas formas, a partir de 1992-3 es cuando empiezan a notarse acumulaciones de inmigrantes en algunas zonas de Barcelona y de la costa catalana, en el cinturón de Madrid y poco más. ¿Qué estaba ocurriendo?
Dejando aparte los GAL, la corrupción y el nepotismo, el terrorismo, el desbarajuste autonómico, las características del período felipista se reducen a nuestro ingreso (mal negociado) en la Comunidad Europea (luego Unión Europea) que impuso una brutal reconversión industrial, el inicio de la llegada de fondos estructurales a modo de compensación y la política de prestigio concentrada en la fecha emblemática de 1992. Todo ello sobre el trasfondo de una situación internacional extremadamente movediza que se inicia con la crisis de la URSS y del bloque comunista y termina cuando el mundo ya está abocado al proceso globalizador.
El análisis de lo que representó este período está muy lúcidamente realizado en el llamado “Informe Petras” (2). Lo primero que destacó el sociólogo norteamericano James Petras es que todas las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Felipe González estuvieron inspiradas por criterios en absoluto socialistas y completamente liberales: “La modernización de la economía española entre 1982 y 1995 comprendió básicamente tres estrategias interrelacionadas: liberalizar la economía, insertar más a España en la división internacional del trabajo (integrada en la CE) y configurar un nuevo “régimen regulador”. La liberalización abarcó todo el periodo socialista y afectó profundamente a todos los sectores, regiones y clases de población. Las medidas clave incluían la liberalización de los mercados, privatización de empresas públicas y bancos, libre convertibilidad y flexibilización del mercado laboral. La creciente inserción de España en la división internacional del trabajo, en especial como miembro de la CE, significaba básicamente especialización, desde el momento que España sólo era capaz de competir con éxito en un número limitado de áreas. La integración acarreó dos procesos asimétricos interrelacionados: una transferencia desproporcionada de fondos de inversión de la CE a España y una balanza comercial muy desfavorable para el país. También fue asimétrica la “internacionalización del capital”. La práctica común del capital foráneo (europeo, en la mayoría de los casos) fue adquirir empresas españolas, mientras no hubo apenas participación española en compañías extranjeras. El resultado ha sido la conversión de España en una plataforma de exportación de mano de obra a compañías multinacionales de capital extranjero. Emergió un nuevo “régimen regulador” (conjunto de reglas que dan forma al proceso de acumulación, y los actores sociales que las establecen). El período posterior a 1982 constituyó un periodo de transición entre una industria nacional (que se fue gestando a partir de 1960 bajo el franquismo y en los años de la transición), y una posición internacional basada en los servicios. Durante el régimen regulador “industrial nacional”, los principales actores sociales eran funcionarios públicos nacionales y dirigentes empresariales, cívicos y sindicales. Bajo el nuevo régimen regulador, los actores principales pasaron a ser prestamistas extranjeros, directores de bancos y de multinacionales, altos funcionarios de la CE y funcionarios públicos vinculados a las redes internacionales”.
Este “nuevo régimen regulador” tuvo como efecto el inicio del tránsito de una economía productiva a una economía financiera con la consiguiente desindustrialización, la conversión de España en un “país de servicios” y, finalmente, la “desnacionalización” de la economía (esto es, el que sectores cada vez mayores de la economía española pasaran a estar controlados por el capital extranjero). No es que se “desregulara” la economía, sino que se reguló (en la jerga de la época, se “liberalizó”) para que beneficiara al capital financiero internacional y a la penetración de las multinacionales. Socialmente, en ese período se desmanteló la legislación laboral procedente del franquismo y, por tanto, proclamada con demasiada celeridad como “anti-obrera” y “anti-demócrata”, y se sustituyó por otra que tenía como pivote la flexibilización laboral, apoyada por los sindicatos y que, a fin de cuentas, atentaba contra los derechos de los trabajadores y era anti-obrera en la práctica diaria. Si esta era la vía que el felipismo inició, hoy no cabe sino considerar a esta política y a su impulsor sino como una de las mayores tragedias en la historia social de España.
A partir de la estatización de RUMASA (menos de 100 días después de que Felipe González jurara el cargo) resultó evidente que quienes gestionaban el poder en ese momento tenían la ambición de incluirse en la élite económica –la beautifoul people- y para hacerlo estaban dispuestos a cualquier cosa: ciertamente, el PSOE llevaba más de 40 años aquejado de una irreprimible “hambre” de poder, pero eso no le legitimaba para expropiar un holding gigantesco y liquidarlo por precios irrisorios a los amigos del poder, justo tras haberlo saneado con cargo al presupuesto público. Desde ese momento hasta cuando poco antes de estallar el escándalo que afectó a Luis Roldán (cuando, Cristina Alberdi, ministra de justicia felipista, salió en su defensa diciendo que el único pecado de Roldán era haberse lanzado “al mercado” y salir beneficiado), resultó evidente que la corrupción empezaba a generalizarse y se transformaba –como el caciquismo durante la restauración- en el principal rasgo de la estructura del poder del régimen nacido en 1978.
Lo más sorprendente es que el felipismo –que desde el principio al fin no supuso otra cosa recortes a la democracia, a los derechos de los trabajadores, una exacción continua de los fondos públicos, la malversación permanente y el comisionismo convertido en la actividad política más lucrativa- pudiera sostenerse durante trece largos años en el poder. Si lo hizo, tal como señala Petras en su informe fue porque: “En un Estado que se encamina a dominar las cadenas de comunicación y a concentrar el liderazgo en la élite política, la ‘ciudadanía’ se reduce a votar por un menú político de élite, en vez de ser orientada activamente a formular los contenidos del menú. En este sentido, los votantes no son ciudadanos, en la medida en que en nigún modo son miembros de una comunidad política”. Para el felipismo la “modernización” del país era la justificación para todos los desajustes que estaba teniendo el sistema. Nos decían por activa y por pasiva que esa “modernización” revertiría en la consolidación de la democracia en España… cuando en realidad ocurrió justamente lo contrario. La primera mutación se produjo en las clases trabajadores.
Hacia 1988 ya era evidente que la primera legislatura felipista ya había operado una ruptura en el interior de la clase obrera: la mutación que habían sufrido los sindicatos era elocuente. El grueso de sus afiliados ya no eran obreros de tajo y taller, sino encargados y cuadros intermedios, trabajadores fijos y funcionarios sindicales todos ellos dotados de unos salarios situados por encima de la media; por el contrario, lo que ya por entonces era el grueso de la clase obrera estaba fuera de los dos sindicatos mayoritarios; se trataba de jóvenes, trabajadores eventuales, trabajadores a tiempo parcial o irregular, nuevos contratos cada vez más en precio, con sueldos escasos, sino ridículos. El felipismo generó una fractura social e incluso generacional. En efecto, los padres eran los mejor pagados y por tanto, los hijos podían permitirse el trabajar por sueldos miserables que no les permitían vivir solos pero sí acceder al mercado del consumo. Y esto correspondía a la división laboral antes citada: los “padres” correspondían a los trabajadores fijos y los “hijos” a los eventuales. Se había iniciado la gran (y fatal) mutación que permitió diez años después a la inmigración acceder como nueva masa laboral eventual que al no disponer de “padres” arraigados en el mercado laboral tuvieron que sobrevivir a base de pisos patera, regímenes de realquiler en el que cada habitación de un piso alquilado a un inmigrante era aprovechado por éste para realquilar las habitaciones a otros inmigrantes o el desgraciado y lamentable régimen de “camas calientes” en donde las mafias de la inmigración alquilaban tres turnos de camas, cada una de 8 horas, para que los inmigrantes durmieran. Los inmigrantes, a falta de “padres” con contratos fijos, cobrando incluso menos que los eventuales nacionales, debieron agruparse para poder sobrevivir y a la vista de que algunos que habían practicado la reagrupación familiar demandaban mejores condiciones, el aznarismo más tarde inició un régimen de subsidios a la inmigración que el zapaterismo exasperó.
Durante el felipismo el miedo se introdujo en la sociedad española y contribuyó a estabilizarla socialmente: nadie protestaba porque quien lo hacía –si no era delegado sindical y estos estaban poco dispuestos a hacerlo- se arriesgaba a ser despedido y perder su estatus laboral iniciando el incierto camino del paro cuya mejor posibilidad era la de encontrar antes o después un puesto de trabajo que ya no estaría nunca más acogido a un contrato indefinido. El miedo introdujo en la segunda mitad de los años 80 el silencio ante la patronal y la aceptación de cualquier tipo de condición que el empresario quisiera imponer a sus trabajadores. Eso o el paro. Los años 60 y 70 habían quedado atrás: en esa época era posible trabajar mucho y ganarse bien la vida accediendo al sueño español (piso de propiedad, segunda residencia, vacaciones para toda la familia y utilitario). El proteccionismo franquista era especialmente visible en la contratación laboral a fin de cerrar las puertas a revueltas obreras (y también porque una parte importante del régimen estaba afecta a las ideas nacionalsindicalistas y a la doctrina social de la Iglesia con toda su carga de paternalismo social). A partir de mediados de los 80 el empleo se convierte en la prioridad número uno de los españoles. Perderlo supone una tragedia personal. Se gana dinero, pero las jóvenes generaciones, a pesar de que trabajen con denuedo, cobran poco y no pueden formar nuevas familias, la natalidad que ya flaqueaba desde la segunda mitad de los años 70 (a causa de la inseguridad de la transición, de los primeros problemas de inflación y empleo que aparecieron en esa turbulenta época y del cambio de costumbres de la sociedad española) se desploma a partir de ese momento… Y ese es otro de los elementos nuevos que aparecen y que son a menudo utilizados como excusa para justificar la llegada masiva de inmigración: la baja demografía. Era baja, en efecto, y seguía bajando, pero eso no implicaba que la sociedad fuera a medio plazo inviable, sino que la tendencia podía rectificarse mejorando la fiscalidad de las nuevas parejas que decidían tener hijos, mediante un régimen de ayudas a la maternidad y, finalmente, mediante campañas favorables al aumento de la natalidad… medidas todas ellas que individuos como Alfonso Guerra consideraban “fascistas”. Guerra llegó a quitar los “puntos” que el franquismo había concedido a los trabajadores por cada hijo que tuvieran. La “ingeniería social” practicada por Zapatero no es una fatalidad del PSOE: es una constante desde la transición (3). Veinte años después de que el felipismo saludara el descenso de natalidad como un resultado de la nueva moral sexual (¡!) y que apareciera la figura del trabajador precarizado, en 2005, Zapatero sentenciaba que había que abrir las puertas a la inmigración y aceptar lo que viniera para compensar nuestra caída demográfica reconociendo que la política social del felipismo había constituido una verdadera catástrofe para este país.
¿Qué había detrás de todo esto? La irrupción del liberalismo y la asunción de esta doctrina por parte de la socialdemocracia. Para estabilizar a un régimen de este tipo es preciso que las clases populares, la mayoría de la población, esté instalada en la inseguridad y que ella misma se vaya instalando en esos pagos. Un trabajador que con su pareja apenas gana 2.500 euros, que está pagando una hipoteca y el plazo de un vehículo y le quedan todavía décadas por liberarse de estas deudas, difícilmente se “portará mal”, tenderá a ser un ciudadano inhibido de cualquier cosa que le pueda causar problemas, estará ausente de cualquier protesta e incluso aceptará que lo degüellen si eso le pudiera mantener en su status laboral y en la seguridad de que podrá seguir pagando (en un plazo remoto) su última deuda.
A lo que hay que añadir el entartaintment, la doctrina del entretenimiento enunciada por Zbgnieg Brzezinsky en la primera mitad de los años 70 y que puede resumirse así, de la misma manera que el imperio romano al iniciarse su fase crítica y cuando los problemas se acumularon para la población, decidió ofrecer a sus ciudadanos “panem et circensis”, ahora, los regímenes capitalistas a la vista de las crisis que tendrían que ver en las décadas siguientes solamente podría desmovilizar las protestas mediante el recurso al espectáculo. No fue por casualidad que durante el período de Felipe González se pusiera especial énfasis en el desarrollo de las televisión privada, se incentivara la creación de canales regionales de TV y, finalmente, se universalizara la contemplación de cualquier deporta, especialmente el fútbol, que, en su conjunto se convirtieron en un verdadero “opio del pueblo”, o sin utilizar un lenguaje tan arcaico, pasaran a ser el elemento desmovilizador y narcotizante de la ciudadanía.
No es raro que durante los años de Felipe González la sociedad civil, el asociacionismo, entraran en crisis. Inmediatamente después de la subida del PSOE al poder ya se hablaba de “desencanto”. Diez años después, el desencanto se había transformado en frustración y decepción y lo que era peor “absentismo” de cualquier actividad comunitaria o política con el consiguiente repliegue a lo particular. Los únicos sectores políticamente activos pertenecían a la extrema-izquierda entre cuyos tópicos figuraba desde el episodio del asesinato de Lucrecia Pérez (4)
Esta característica introducida por el felipismo contribuyó a crear un clima de condescendencia hacia la inmigración. En aquellos años, la inmigración era un fenómeno todavía virginal, los inmigrantes eran todos considerados como reediciones de la desgraciada Lucrecia Pérez, y en realidad eran algo mucho más terrible: el ejército de reserva del capitalismo liberal que se estaba formando en aquel momento y cuya función era tirar a la baja de los salarios aumentando artificialmente el número de trabajadores en busca de un empleo y, consiguiente e inapelablemente, reduciendo el precio de la fuerza de trabajo (5). Negar la repercusión negativa de la inmigración en el coste de la fuerza de trabajo es negar la lógica más elemental que rige la economía de mercado. Hoy no puede cuestionarse –a menos racionalmente, harina de otro costal es si lo que se pretende es negar contra toda lógica los argumentos anti-inmigracionistas recurriendo a la interpretación torticera de estadísticas o simplemente a su falseamiento amparados moralmente en el hecho de que la realidad es susceptible de generar “xenofobia y racismo”. Ya hemos recordado en la introducción que aunque el PIB español haya crecido entre el 3% y el 4% en la década que va entre 1997 y 2007, los salarios reales han disminuido especialmente en construcción, hostelería, servicio doméstico y agricultura. Dicho de otra manera: la inmigración, desde el principio, perjudicó a las franjas salariales peor pagadas de estos cuatro sectores (6).
James Petras tenía razón en situar el papel felipismo como elemento transformador de la sociedad española cumpliendo el encargo de asignarle un lugar en la división internacional del trabajo: ese lugar era la desindustrialización de España y su conversión en un “país de servicios”. Lo más sorprendente –y lo que verdaderamente sorprendió a Petras- fue que los “progresistas” admitían la gestión de Felipe González y el contraste entre sus propuestas de la transición y la tarea de gobierno diametralmente opuesta a sus principios desde la integración en la OTAN hasta la defensa cerrada de liberalismo. Escribía Petras: “Es llamativa la indiferencia de los progresistas frente al destino de millones de ciudadanos mal pagados y subempleados sin futuro. ¿Dónde están?” y él mismo se respondía: “Están activos; pero concentran su actividad en asuntos que afectan a minorías que representan a lo sumo un 2% de la población: minorías étnicas, drogodependientes, prostitutas, gays y lesbianas, racismo, acoso sexual… ¿Por qué eluden un compromiso con la realidad nacional y social?”. El felipismo entendió pronto que luchar por los derechos de las minorías no le comportaba ningún riesgo de enfrentarse al capital, harina de otro costal era asumir la defensa de los desheredados y de los trabajadores: implicaba la posibilidad de chocar con el capital, la alta finanza, las multinacionales y los conglomerados mediáticos que asumía su defensa en tanto que eran creación suya. Las minorías empezaron siendo para el felipismo la coartada moral que implicaba pocos riesgos. Además, las ONGs se conformaban con unas subvenciones que permitían que una parte de los fondos concedidos revirtieran en forma de gabelas a los mismos que las concedían, permitían “colocar” a los amigos o a los familiares, y finalmente generaban “buena conciencia”. Fue a partir del felipismo cuando las ONGs más absurdas empezaron a ser jugosamente subvencionadas y desprovistas de toda forma de fiscalización a pesar de vivir de los dineros públicos. La tendencia no varió con el aznarismo que siguió subvencionando a esas ONGs en la inmensa mayoría de los casos absolutamente inútiles y, finalmente, el zapaterismo extremizó esta práctica dilapidando fondos en los proyectos más absurdos, distantes y enloquecidos. Paralelamente, mientras el PSOE hablaba del 0’5% de ayuda al desarrollo, mientras entregaba fondos a espuertas para “tareas humanitarias”, desviaba la atención del problema central que se estaba generando: la pobreza iba en aumento en España, el empleo se precarizaba, la corrupción se enseñoreaba del Estado, los ayuntamientos y las comunidades autónomas. El régimen de subsidios y subvenciones que ha conocido bajo el zapaterismo su período dorado, nació con el felipismo y se mantuvo durante el aznarato. Nadie, absolutamente nadie, ningún gobierno ni de centro-derecha ni de izquierda es completamente inocente del desbarajuste que está rodeando al fenómeno migratorio en España.
Pero hubiera sido imposible llegar a ese desbarajuste sin establecer antes el marco legal a… vulnerar. Fue en 1985, cuando el felipismo trató de evitar (por imposición del club europeo) que España se convirtiera en la puerta trasera por la que se colaban millones de inmigrantes en el viejo continente. Por entonces España no estaba todavía integrada en la Comunidad Europea así que la Ley Orgánica 7/1985 de 1º de julio sobre Derechos y Libertades de Extranjeros en España tenia como finalidad establecer restricciones a la llegada de inmigrantes a nuestro país. La ley era restrictiva y se dijo que era de las más duras de Europa. Objeto de un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el Defensor del Pueblo, la sentencia del Tribunal Constitucional 115/1987 de 7 de julio, que anulaba algunos artículos (art. 26.2, párrafo segundo, el inciso «y solicitar del órgano competente su autorización» del art. 7 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, el art. 8.2 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, el inciso segundo del art. 34 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, «en ningún caso podrá acordarse la suspensión de las resoluciones administrativas adoptadas de conformidad con lo establecido en la presente Ley»). La Ley, hecha a prisa y corriendo para satisfacer a los futuros socios europeos y el aumento de los flujos migratorios experimentada a causa de los eventos del 92, generaron la necesidad de una nueva ley que se elaboró cuando todavía persistía el impacto del asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez y estaba al frente del ministerio Cristina Alberdi. Por entonces ya existían asociaciones de inmigrantes que presionaron al gobierno y llegaron a exigir que la reagrupación familiar fuera automática y entendida como “derecho fundamental” (véase El País. 18, abril, 1985), realizada por la presidente de Madres Dominicanas, Bernarda Jiménez, de la misma nacionalidad que Lucrecia Pérez. Otras asociaciones siguieron insistiendo en que la ley daba excesivo protagonismo a la policía en materia de inmigración planteándose que cuando España ocupara el semestre de presidencia europea, se redactara una nueva ley a lo que Felipe González accedió (y, por supuesto, no cumplió). En esos años también empieza a parecer en los medios la retórica de la “integración” como objetivo fácilmente alcanzable (a pesar de que nunca se había alcanzado, y nunca se alcanzaría en país alguno de Europa) pero el nuevo mito mediático ya estaba lanzado al terreno y a partir de ahí de lo que se trataba era de dilapidar cuantos más fondos mejor en “proyectos de integración”, los mismos que sistemáticamente habían ido fracasando en Europa. Pero en aquel tiempo los socialistas españoles, completamente ignorantes de lo que estaba ocurriendo en países como Reino Unido, Francia, Holanda, Alemania, pensaban que más allá de nuestras fronteras todo iba bien y que si existían tensiones era por la presencia de grupúsculos xenófobos y racistas, los mismos que habían asesinado a Lucrecia Pérez. El PSOE no podía evitar coquetear en aquella época con el “papeles para todos”, de la misma forma que su sindicato y sus juventudes estaban completamente instalados en esa ficción al calor de la cual José Luis Rodríguez Zapatero formaría su criterio político en la materia.
El 26 de octubre de 1992 una comisión interministerial del Gobierno aprobó un anteproyecto de ley para agilizar la concesión de visados a los familiares de los cerca de 110.000 inmigrantes instalados legalmente en España, es decir sobre la reagrupación familiar de los trabajadores extranjeros establecidos en España. La comisión no fijó ningún límite numérico a esta reagrupación. Por entonces, las cifras oficiales de inmigrantes extracomunitarios no superaban los 150.000. Así pues, esta ley, aprobada en un momento en el que la cifra de inmigrantes era baja, no preveía el boom del fenómeno. Al producirse éste, la política de reagrupación familiar fue solo uno más de los muchos elementos que confluyeron a la cristalización del “efecto llamada”. Solamente a principios de septiembre de 2003, manifestó su intención de limitar la reagrupación familiar a los cónyuges, hijos y padres. Y desde luego no se trataba de una propuesta muy sincera sino simplemente tranquilizadora porque en las encuestas del CIS hacia dos años que la inmigración aparecía entre los cuatro grandes problemas que preocupaban a los españoles.
La lectura de las noticias de aquella época hace casi sonreír. La muy felipista Comisión Interministerial de Extranjería acordó con toda solemnidad poner en marcha diversas medidas para reforzar la persecución del trabajo clandestino realizado por los inmigrantes y la explotación de estos empleados por parte de empresarios españoles… Eso mismo volvió a proclamar años después con no menos solemnidad Jesús Caldera tras la regularización masiva de febrero-mayo de 2005 cuando reiteró que los empresarios que contrataran a ilegales serían duramente castigados. Y lo mismo volvieron a hacer los socialistas en 2010 cuando la necesidad de recaudar más fondos imponía actuar contra el trabajo negro. En ninguno de estos casos, por muchas comisiones creadas y mucha solemnidad con que se enfatizaron las frases, se consiguió absolutamente nada.
En octubre de 1993, la administración socialista proclamaba –en medio de la penúltima gran crisis económica que vivió nuestro país hasta la fecha- que España había dejado de ser un país “de emigrantes” sino país “de inmigración”, algo que, por algún motivo y contra toda lógica, el felipismo consideraba un éxito (seguramente porque esa era la orden emanada de los centros de poder económico mundial). El director general de Migraciones del Ministerio de Asuntos Sociales, Raimundo Aragón, fue el encargado de llevar a la opinión pública este triunfalismo en un curso organizado en la Universidad de Oviedo. Según Aragón, se podía decir que desde el año 1974 ya no se emigra de España, como demuestra que en 1991 sólo unas 10.000 personas salieran del país y que sólo un 5 por ciento de la población haya expresado su deseo de vivir en el extranjero. Aragón afirmó que, por el contrario, la inmigración “ha sufrido una evolución distinta” y ha registrado un fuerte incremento, favorecido en parte por el proceso de regularización de inmigrantes desarrollado a partir de la denominada Ley de Extranjería de 1985.
Un año después, en 1994, el gobierno socialista aprobó un plan para la integración social de los inmigrantes –el primero de una larga serie de proyectos descarrilados todos y sobre los que nadie ha pedido explicaciones de a dónde han ido a parar los fondos dilapidados-, promovido por la entonces ministra socialista de Asuntos Sociales, Cristina Alberdi (pasada en 2004 al PP cuando parecía que este partido revalidaría su triunfo electoral y nadie daba un duro por aquel iluminado que parecía ser José Luis Rodríguez Zapatero, y que efectivamente lo era no solamente cómo suponía buena parte del país, sino mucho más de lo que era capaz de suponer el país). La Alberdi consideraba preocupantes que hubieran aparecido “algunos fenómenos racistas” (una vez más se refería al Caso Lucrecia porque examinando la prensa de la época -1994- se constata que no hubo absolutamente ningún otro incidente racista digno de relieve) y expresaba su preocupación y la del gobierno por “estos posibles brotes de xenofobia”. Lo más significativo de ese proyecto de integración fue la creación del Observatorio de Inmigración y del Foro de los Inmigrantes instrumentos que debían desarrollar el plan. El primero debía servir para realizar diagnósticos cuantitativos y cualitativos sobre la naturaleza del flujo de inmigración que llegaba a España. Casi veinte años después de aquellas iniciativas, ya sea en su versión original o en la remodelación que impulsó Consuelo Rumi en 2006, no sirvieron absolutamente para nada salvo para dilapidar fondos.
Otra de las curiosidades de la época consistió en la reunión plenaria del Senado el 5 de julio de 1990 en el curso de la cual el PP pidió “enérgicamente” la regulación de la inmigración en España. En una loable defensa a los derechos de los inmigrantes, el portavoz del grupo, José Miguel Ortí, aseguró que la Ley de Extranjería “no sólo está produciendo lesiones de los derechos y libertades de los extranjeros en España, sino que está dando lugar a reacciones de xenofobia en sectores minoritarios de nuestra población”… Ortí, no estaba tocado con el don de la videncia y no podía prever que una vez instalado en el poder con mayoría absoluta, el PP aprobaría una ley más restrictiva… que, paradójicamente, tampoco tendría ningún efecto regulador.
El Plan de Inmigración felipista debería “sentar las bases para afrontar el incremento de refugiados e inmigrantes que se producirá antes del año 2000”, tal como anunció. Alberdi, que calificó de “generosa” la política de España en materia de inmigración, advirtió que “vamos hacia una sociedad multicultural y multiétnica en la que el respeto y la tolerancia serán valores básicos”… era la primera vez que un miembro del gobierno socialista en ejercicio de su cargo hablaba en estos términos que luego se harían habituales en el zapaterismo.
Efectivamente, la postura del PSOE podía ser considerada como “generosa” y así lo reconocía en agosto de 1994 la Fundación Agnelli en la conclusión del informe “El Islam en Europa”. España era considerada como el país de la Unión Europea (UE) que concedía mayores reconocimientos a la religión islámica, pese a que la inmigración a esa nación era un fenómeno muy reciente y que la población de fe musulmana no superaba el 0,6 por ciento del total en aquellos años. “España, Italia y Grecia –señalaba el informe- se han convertido en meta de los flujos migratorios a partir de mediados de la década de los 80, a menudo considerados como países de primer acceso para luego posiblemente proseguir hacia las naciones más apetecibles del norte de Europa”. Según el informe, el acuerdo del 28 de abril de 1992 entre el Estado y la “Comisión Islámica de España” concedía “mayores reconocimientos a la religión islámica”.
En efecto el gobierno felipista, reconocía que el Islam es “de tradición secular en nuestro país y de relevante importancia en la formación de la identidad española”. Seguramente querían decir que la identidad española se forjó precisamente en la lucha contra el Islam desde la batalla del Guadalete hasta Lepanto… No es precisamente “memoria histórica” lo que sobra en el socialismo español, sino abundancia de tópicos prendidos con alfileres y de criterios históricos mal asimilados y peor vulgarizados.
Llama también la atención que en los últimos veinte años no hayan aparecido problemas nuevos relacionados con la inmigración que los que ya empezaban a fraguar durante el felipismo. A título de ejemplo podemos citar las El 10 de enero de 1994, el flamante subsecretario de Interior, Fernando Puig de la Bellacasa, aseguro que “las autoridades españolas serán inflexibles con la delincuencia extranjera” añadiendo, no sin razón que “los primeros beneficiados de esta lucha son los extranjeros que viven y trabajan de una forma normal en España”. Las declaraciones que dio a “El País” recién ascendido a número tres de Interior vale la pena recordarlas. Dijo por ejemplo: que la llegada de inmigrantes a España “es un fenómeno positivo, en términos de enriquecimiento social y cultural”. Añadió luego que “En caso de que no consigamos controlarlo estaríamos dando una base para la explotación de esta mano de obra de forma abusiva y estaríamos creando un ambiente que favorecería la xenofobia”. Identificó a las mafias como las grandes beneficiarias del conflicto. Y no estuvo muy afortunado cuando aludió a que “es un tópico que España sea la frontera sur de Europa en cuanto a inmigración. España tiene menor presión migratoria del sur que muchos países del norte de Europa”. O, para tranquilizar a la opinión pública explicó, con una seriedad pasmosa que “desde el verano pasado las embarcaciones detectadas han sido menos”, atribuyendo dicho descenso al “esfuerzo” de las autoridades marroquíes. Más lúcido estuvo cuando declaró al finalizar la entrevista que “Otro tópico es que los flujos migratorios son incontrolables y que están relacionados con el hambre. Los niños famélicos de Sudán no emigran”, dijo el nuevo subsecretario.
Esa tendencia a tranquilizar a la opinión pública es la que luego, examinando archivos de prensa, produciría carcajadas de no ser por la gravedad de los hechos. Fíjense sino; el 28 de octubre de 1992, el ministro marroquí en el Exterior, Ratig Haddaui, dijo que la colaboración hispano-marroquí para controlar la inmigración ilegal “empieza a dar sus frutos”, tras ser recibido por el Defensor del Pueblo, Alvaro Gil Robles. El ministro de la Comunidad Marroquí en el Exterior se mostró satisfecho por “todo lo que hace el Gobierno español” y subrayó que hay determinados problemas que no se pueden resolver sin una colaboración muy estrecha entre ambos gobiernos. Haddaui afirmó que la situación de los marroquíes en España “mejora día a día” y anunció que “las cosas van a mejorar mucho más en las próximas semanas”. Es evidente que algo ha pasado para que algo más de diez años después, la situación sea justamente la peor de todas las posibles.
Quedaba aludir, por supuesto, a la zona más candente de todo el problema: Ceuta y Melilla. Sin exagerar podemos decir que Felipe González es el responsable del vuelco demográfico producido en estas plazas y del consiguiente aumento del islamismo.
En 1985, la Ley 7/1985, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, como era de prever, suscitó problemas en Ceuta y Melilla. Un número extraordinariamente alto de ciudadanos de origen marroquí radicados en estas plazas, carecían de la documentación suficiente para residir con plenitud de derechos en estas dos ciudades. Cúmplase la ley: luego expúlsese a los ilegales. Demasiado como para pensar que el felipismo sería consecuente con su propia legislación. En noviembre de 1985 se produjeron incidentes que fueron presentados en Marruecos como principios de una insurrección de las comunidades musulmanas. La cosa no llegó muy lejos y pronto la agitación remitió dando paso a un acuerdo entre la comunidad musulmana y el gobierno español que triplicó el número de nacionalizados españoles de religión islámica y procedencia marroquí. A nadie se le escapaba –sólo al gobierno del PSOE- que se trataba de un error y, más en concreto, de una muestra de debilidad. Aumentar la presencia de una comunidad objetivamente dispuesta a sostener las posiciones de Marruecos, constituía la baza más fuerte de la partida entregada gratuitamente a Marruecos por el gobierno de Felipe González. Hassán II decidió dar un nuevo paso al frente, proponiendo la creación de una “célula de reflexión” y para ello utilizó un lenguaje deliberadamente conciliador. Hassán II, mucho antes que Zapatero, había inventado el recurso al “talante” para “proponer soluciones dentro del marco de los derechos imprescriptibles de Marruecos y de los intereses vitales de España”. El gobierno español se negó: había percibido, finalmente, que la ambigüedad y la debilidad no eran los mejores argumentos ante Hassán II.
Esta dificultad hizo que Hassán II variara su estrategia. Para colmo se le venía encima una crisis económica sin precedentes y la población juvenil prefería emprender el camino de la inmigración antes que permanecer en una patria que no ofrecía perspectivas. El mundo islámico, por lo demás, también estaba en permanente mutación a partir del ascenso de Jomeini al poder en Irán. Hassán II, para preservarse del potencial desestabilizador de todos estos elementos, intentó un alineamiento con los países occidentales y abordó el inicio de su idilio con los EEUU que su hijo ha concluido con la firma del Acuerdo de Libre Comercio de 2004.
En 1990, cuando EEUU llamó al orden a Irak tras la ocupación de Kuwait, Marruecos participó en la coalición internacional. Logró, a través de la influencia francesa, un acuerdo de asociación con la CEE mediante la cual fue recibiendo jugosas ayudas para programas de cooperación. Incluso con España, Rabat estuvo en condiciones de trenzar acuerdos de amistad y cooperación. En 1985 adquiría material de guerra en nuestro país (error: no hay nada peor que contribuir a rearmar al adversario geopolítico). Oficialmente, ambos países vivían un nuevo idilio presidido por un ambiente de armonía y comprensión recíproca. Sin embargo, los problemas se multiplicaban y acumulaban: las exportaciones de hachísh a Europa empezaban a ser masiva, los productos hortofrutícolas marroquíes suponían una competencia desleal para los productos españoles y, además, entraban en los mercados europeos pasando por España, la inmigración marroquí estaba invadiendo Europa y, más en concreto, Francia y Bélgica. Marruecos creaba problemas y Europa (particularmente España) financiaba a Marruecos. Error: no financies a quien te crea problemas.
En 1988 España concedió un crédito multimillonario a Marruecos. En 1989 se firmaron acuerdos de protección de inversiones y cooperación militar. Poco después se sabía de un faraónico proyecto de unir España y Marruecos mediante un puente o un túnel submarino. Se institucionalizaron las conferencias bilaterales, de rango similar al que España celebraba con países europeos. Finalmente, el 4 de julio de 1991 se firma un Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación, ratificado en 1993. A este acuerdo siguió otro firmado en 1993 para el desarrollo del Norte de África y, en 1996, otro más para cambiar deuda externa por participaciones empresariales; y, finalmente el acuerdo para combatir el cultivo de cannabis… El cultivo del cannabis es ahora un 250% mayor al del momento en que se firmó el acuerdo. Error: no firmes tratados con alguien que, día a día, evidencia no ser un buen vecino.
En 1994, Marruecos volvió a la carga en su parlamento reivindicando la devolución de los “enclaves coloniales” y todo el asunto de la “célula de reflexión”. El primer ministro Adelatif Filali, volvió a insistir en la “recuperación de las dos ciudades usurpadas, Ceuta y Melilla, y las islas vecinas” y, ante NNUU, aludió a “las últimas colonias en África”. Ayuda, cooperación, a cambio de reivindicaciones e insultos. Error: no ayudes a quien te insulta.
En realidad, toda la política felipista en materia de inmigración había sido un enorme, increíble y fenomenal error que repercutiría negativamente en los veinte años siguientes.
© Ernesto Milà
INMIGRACIÓN EN ESPAÑA: EL FELIPISMO (1983-1996)
Cuando el felipismo llega al poder apenas hay en España 200.000 inmigrantes y cuando pierde las elecciones de 1996, la cifra ha crecido pero muy levemente: apenas 542.314 ciudadanos extranjeros, el 1,37% de la población residen dentro de nuestras fronteras. En buena medida se trata de inmigrantes marroquíes que han participado como mano de obra barata en los “eventos del 92”, especialmente en la Expo de Sevilla y muy particularmente en las obras vinculadas a las Olimpiadas de Barcelona. Aun así se trata de una inmigración que está muy por debajo de la de otros países europeos y que crece muy lentamente: en 1986 apenas había 241.971 inmigrantes (el 0,63%), cinco años después sube un 0,30% pasando a 360.655 y cuando Felipe González debe entregar el poder apenas ha subido medio punto quedando en 542.314 inmigrantes. Buena parte de esa inmigración todavía procede de la Unión Europea o bien se trata de estudiantes adscritos a distintos programas de intercambio de alumnos o simplemente becarios extranjeros que siguen preparándose en España. De todas formas, a partir de 1992-3 es cuando empiezan a notarse acumulaciones de inmigrantes en algunas zonas de Barcelona y de la costa catalana, en el cinturón de Madrid y poco más. ¿Qué estaba ocurriendo?
Dejando aparte los GAL, la corrupción y el nepotismo, el terrorismo, el desbarajuste autonómico, las características del período felipista se reducen a nuestro ingreso (mal negociado) en la Comunidad Europea (luego Unión Europea) que impuso una brutal reconversión industrial, el inicio de la llegada de fondos estructurales a modo de compensación y la política de prestigio concentrada en la fecha emblemática de 1992. Todo ello sobre el trasfondo de una situación internacional extremadamente movediza que se inicia con la crisis de la URSS y del bloque comunista y termina cuando el mundo ya está abocado al proceso globalizador.
El análisis de lo que representó este período está muy lúcidamente realizado en el llamado “Informe Petras” (2). Lo primero que destacó el sociólogo norteamericano James Petras es que todas las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Felipe González estuvieron inspiradas por criterios en absoluto socialistas y completamente liberales: “La modernización de la economía española entre 1982 y 1995 comprendió básicamente tres estrategias interrelacionadas: liberalizar la economía, insertar más a España en la división internacional del trabajo (integrada en la CE) y configurar un nuevo “régimen regulador”. La liberalización abarcó todo el periodo socialista y afectó profundamente a todos los sectores, regiones y clases de población. Las medidas clave incluían la liberalización de los mercados, privatización de empresas públicas y bancos, libre convertibilidad y flexibilización del mercado laboral. La creciente inserción de España en la división internacional del trabajo, en especial como miembro de la CE, significaba básicamente especialización, desde el momento que España sólo era capaz de competir con éxito en un número limitado de áreas. La integración acarreó dos procesos asimétricos interrelacionados: una transferencia desproporcionada de fondos de inversión de la CE a España y una balanza comercial muy desfavorable para el país. También fue asimétrica la “internacionalización del capital”. La práctica común del capital foráneo (europeo, en la mayoría de los casos) fue adquirir empresas españolas, mientras no hubo apenas participación española en compañías extranjeras. El resultado ha sido la conversión de España en una plataforma de exportación de mano de obra a compañías multinacionales de capital extranjero. Emergió un nuevo “régimen regulador” (conjunto de reglas que dan forma al proceso de acumulación, y los actores sociales que las establecen). El período posterior a 1982 constituyó un periodo de transición entre una industria nacional (que se fue gestando a partir de 1960 bajo el franquismo y en los años de la transición), y una posición internacional basada en los servicios. Durante el régimen regulador “industrial nacional”, los principales actores sociales eran funcionarios públicos nacionales y dirigentes empresariales, cívicos y sindicales. Bajo el nuevo régimen regulador, los actores principales pasaron a ser prestamistas extranjeros, directores de bancos y de multinacionales, altos funcionarios de la CE y funcionarios públicos vinculados a las redes internacionales”.
Este “nuevo régimen regulador” tuvo como efecto el inicio del tránsito de una economía productiva a una economía financiera con la consiguiente desindustrialización, la conversión de España en un “país de servicios” y, finalmente, la “desnacionalización” de la economía (esto es, el que sectores cada vez mayores de la economía española pasaran a estar controlados por el capital extranjero). No es que se “desregulara” la economía, sino que se reguló (en la jerga de la época, se “liberalizó”) para que beneficiara al capital financiero internacional y a la penetración de las multinacionales. Socialmente, en ese período se desmanteló la legislación laboral procedente del franquismo y, por tanto, proclamada con demasiada celeridad como “anti-obrera” y “anti-demócrata”, y se sustituyó por otra que tenía como pivote la flexibilización laboral, apoyada por los sindicatos y que, a fin de cuentas, atentaba contra los derechos de los trabajadores y era anti-obrera en la práctica diaria. Si esta era la vía que el felipismo inició, hoy no cabe sino considerar a esta política y a su impulsor sino como una de las mayores tragedias en la historia social de España.
A partir de la estatización de RUMASA (menos de 100 días después de que Felipe González jurara el cargo) resultó evidente que quienes gestionaban el poder en ese momento tenían la ambición de incluirse en la élite económica –la beautifoul people- y para hacerlo estaban dispuestos a cualquier cosa: ciertamente, el PSOE llevaba más de 40 años aquejado de una irreprimible “hambre” de poder, pero eso no le legitimaba para expropiar un holding gigantesco y liquidarlo por precios irrisorios a los amigos del poder, justo tras haberlo saneado con cargo al presupuesto público. Desde ese momento hasta cuando poco antes de estallar el escándalo que afectó a Luis Roldán (cuando, Cristina Alberdi, ministra de justicia felipista, salió en su defensa diciendo que el único pecado de Roldán era haberse lanzado “al mercado” y salir beneficiado), resultó evidente que la corrupción empezaba a generalizarse y se transformaba –como el caciquismo durante la restauración- en el principal rasgo de la estructura del poder del régimen nacido en 1978.
Lo más sorprendente es que el felipismo –que desde el principio al fin no supuso otra cosa recortes a la democracia, a los derechos de los trabajadores, una exacción continua de los fondos públicos, la malversación permanente y el comisionismo convertido en la actividad política más lucrativa- pudiera sostenerse durante trece largos años en el poder. Si lo hizo, tal como señala Petras en su informe fue porque: “En un Estado que se encamina a dominar las cadenas de comunicación y a concentrar el liderazgo en la élite política, la ‘ciudadanía’ se reduce a votar por un menú político de élite, en vez de ser orientada activamente a formular los contenidos del menú. En este sentido, los votantes no son ciudadanos, en la medida en que en nigún modo son miembros de una comunidad política”. Para el felipismo la “modernización” del país era la justificación para todos los desajustes que estaba teniendo el sistema. Nos decían por activa y por pasiva que esa “modernización” revertiría en la consolidación de la democracia en España… cuando en realidad ocurrió justamente lo contrario. La primera mutación se produjo en las clases trabajadores.
Hacia 1988 ya era evidente que la primera legislatura felipista ya había operado una ruptura en el interior de la clase obrera: la mutación que habían sufrido los sindicatos era elocuente. El grueso de sus afiliados ya no eran obreros de tajo y taller, sino encargados y cuadros intermedios, trabajadores fijos y funcionarios sindicales todos ellos dotados de unos salarios situados por encima de la media; por el contrario, lo que ya por entonces era el grueso de la clase obrera estaba fuera de los dos sindicatos mayoritarios; se trataba de jóvenes, trabajadores eventuales, trabajadores a tiempo parcial o irregular, nuevos contratos cada vez más en precio, con sueldos escasos, sino ridículos. El felipismo generó una fractura social e incluso generacional. En efecto, los padres eran los mejor pagados y por tanto, los hijos podían permitirse el trabajar por sueldos miserables que no les permitían vivir solos pero sí acceder al mercado del consumo. Y esto correspondía a la división laboral antes citada: los “padres” correspondían a los trabajadores fijos y los “hijos” a los eventuales. Se había iniciado la gran (y fatal) mutación que permitió diez años después a la inmigración acceder como nueva masa laboral eventual que al no disponer de “padres” arraigados en el mercado laboral tuvieron que sobrevivir a base de pisos patera, regímenes de realquiler en el que cada habitación de un piso alquilado a un inmigrante era aprovechado por éste para realquilar las habitaciones a otros inmigrantes o el desgraciado y lamentable régimen de “camas calientes” en donde las mafias de la inmigración alquilaban tres turnos de camas, cada una de 8 horas, para que los inmigrantes durmieran. Los inmigrantes, a falta de “padres” con contratos fijos, cobrando incluso menos que los eventuales nacionales, debieron agruparse para poder sobrevivir y a la vista de que algunos que habían practicado la reagrupación familiar demandaban mejores condiciones, el aznarismo más tarde inició un régimen de subsidios a la inmigración que el zapaterismo exasperó.
Durante el felipismo el miedo se introdujo en la sociedad española y contribuyó a estabilizarla socialmente: nadie protestaba porque quien lo hacía –si no era delegado sindical y estos estaban poco dispuestos a hacerlo- se arriesgaba a ser despedido y perder su estatus laboral iniciando el incierto camino del paro cuya mejor posibilidad era la de encontrar antes o después un puesto de trabajo que ya no estaría nunca más acogido a un contrato indefinido. El miedo introdujo en la segunda mitad de los años 80 el silencio ante la patronal y la aceptación de cualquier tipo de condición que el empresario quisiera imponer a sus trabajadores. Eso o el paro. Los años 60 y 70 habían quedado atrás: en esa época era posible trabajar mucho y ganarse bien la vida accediendo al sueño español (piso de propiedad, segunda residencia, vacaciones para toda la familia y utilitario). El proteccionismo franquista era especialmente visible en la contratación laboral a fin de cerrar las puertas a revueltas obreras (y también porque una parte importante del régimen estaba afecta a las ideas nacionalsindicalistas y a la doctrina social de la Iglesia con toda su carga de paternalismo social). A partir de mediados de los 80 el empleo se convierte en la prioridad número uno de los españoles. Perderlo supone una tragedia personal. Se gana dinero, pero las jóvenes generaciones, a pesar de que trabajen con denuedo, cobran poco y no pueden formar nuevas familias, la natalidad que ya flaqueaba desde la segunda mitad de los años 70 (a causa de la inseguridad de la transición, de los primeros problemas de inflación y empleo que aparecieron en esa turbulenta época y del cambio de costumbres de la sociedad española) se desploma a partir de ese momento… Y ese es otro de los elementos nuevos que aparecen y que son a menudo utilizados como excusa para justificar la llegada masiva de inmigración: la baja demografía. Era baja, en efecto, y seguía bajando, pero eso no implicaba que la sociedad fuera a medio plazo inviable, sino que la tendencia podía rectificarse mejorando la fiscalidad de las nuevas parejas que decidían tener hijos, mediante un régimen de ayudas a la maternidad y, finalmente, mediante campañas favorables al aumento de la natalidad… medidas todas ellas que individuos como Alfonso Guerra consideraban “fascistas”. Guerra llegó a quitar los “puntos” que el franquismo había concedido a los trabajadores por cada hijo que tuvieran. La “ingeniería social” practicada por Zapatero no es una fatalidad del PSOE: es una constante desde la transición (3). Veinte años después de que el felipismo saludara el descenso de natalidad como un resultado de la nueva moral sexual (¡!) y que apareciera la figura del trabajador precarizado, en 2005, Zapatero sentenciaba que había que abrir las puertas a la inmigración y aceptar lo que viniera para compensar nuestra caída demográfica reconociendo que la política social del felipismo había constituido una verdadera catástrofe para este país.
¿Qué había detrás de todo esto? La irrupción del liberalismo y la asunción de esta doctrina por parte de la socialdemocracia. Para estabilizar a un régimen de este tipo es preciso que las clases populares, la mayoría de la población, esté instalada en la inseguridad y que ella misma se vaya instalando en esos pagos. Un trabajador que con su pareja apenas gana 2.500 euros, que está pagando una hipoteca y el plazo de un vehículo y le quedan todavía décadas por liberarse de estas deudas, difícilmente se “portará mal”, tenderá a ser un ciudadano inhibido de cualquier cosa que le pueda causar problemas, estará ausente de cualquier protesta e incluso aceptará que lo degüellen si eso le pudiera mantener en su status laboral y en la seguridad de que podrá seguir pagando (en un plazo remoto) su última deuda.
A lo que hay que añadir el entartaintment, la doctrina del entretenimiento enunciada por Zbgnieg Brzezinsky en la primera mitad de los años 70 y que puede resumirse así, de la misma manera que el imperio romano al iniciarse su fase crítica y cuando los problemas se acumularon para la población, decidió ofrecer a sus ciudadanos “panem et circensis”, ahora, los regímenes capitalistas a la vista de las crisis que tendrían que ver en las décadas siguientes solamente podría desmovilizar las protestas mediante el recurso al espectáculo. No fue por casualidad que durante el período de Felipe González se pusiera especial énfasis en el desarrollo de las televisión privada, se incentivara la creación de canales regionales de TV y, finalmente, se universalizara la contemplación de cualquier deporta, especialmente el fútbol, que, en su conjunto se convirtieron en un verdadero “opio del pueblo”, o sin utilizar un lenguaje tan arcaico, pasaran a ser el elemento desmovilizador y narcotizante de la ciudadanía.
No es raro que durante los años de Felipe González la sociedad civil, el asociacionismo, entraran en crisis. Inmediatamente después de la subida del PSOE al poder ya se hablaba de “desencanto”. Diez años después, el desencanto se había transformado en frustración y decepción y lo que era peor “absentismo” de cualquier actividad comunitaria o política con el consiguiente repliegue a lo particular. Los únicos sectores políticamente activos pertenecían a la extrema-izquierda entre cuyos tópicos figuraba desde el episodio del asesinato de Lucrecia Pérez (4)
Esta característica introducida por el felipismo contribuyó a crear un clima de condescendencia hacia la inmigración. En aquellos años, la inmigración era un fenómeno todavía virginal, los inmigrantes eran todos considerados como reediciones de la desgraciada Lucrecia Pérez, y en realidad eran algo mucho más terrible: el ejército de reserva del capitalismo liberal que se estaba formando en aquel momento y cuya función era tirar a la baja de los salarios aumentando artificialmente el número de trabajadores en busca de un empleo y, consiguiente e inapelablemente, reduciendo el precio de la fuerza de trabajo (5). Negar la repercusión negativa de la inmigración en el coste de la fuerza de trabajo es negar la lógica más elemental que rige la economía de mercado. Hoy no puede cuestionarse –a menos racionalmente, harina de otro costal es si lo que se pretende es negar contra toda lógica los argumentos anti-inmigracionistas recurriendo a la interpretación torticera de estadísticas o simplemente a su falseamiento amparados moralmente en el hecho de que la realidad es susceptible de generar “xenofobia y racismo”. Ya hemos recordado en la introducción que aunque el PIB español haya crecido entre el 3% y el 4% en la década que va entre 1997 y 2007, los salarios reales han disminuido especialmente en construcción, hostelería, servicio doméstico y agricultura. Dicho de otra manera: la inmigración, desde el principio, perjudicó a las franjas salariales peor pagadas de estos cuatro sectores (6).
James Petras tenía razón en situar el papel felipismo como elemento transformador de la sociedad española cumpliendo el encargo de asignarle un lugar en la división internacional del trabajo: ese lugar era la desindustrialización de España y su conversión en un “país de servicios”. Lo más sorprendente –y lo que verdaderamente sorprendió a Petras- fue que los “progresistas” admitían la gestión de Felipe González y el contraste entre sus propuestas de la transición y la tarea de gobierno diametralmente opuesta a sus principios desde la integración en la OTAN hasta la defensa cerrada de liberalismo. Escribía Petras: “Es llamativa la indiferencia de los progresistas frente al destino de millones de ciudadanos mal pagados y subempleados sin futuro. ¿Dónde están?” y él mismo se respondía: “Están activos; pero concentran su actividad en asuntos que afectan a minorías que representan a lo sumo un 2% de la población: minorías étnicas, drogodependientes, prostitutas, gays y lesbianas, racismo, acoso sexual… ¿Por qué eluden un compromiso con la realidad nacional y social?”. El felipismo entendió pronto que luchar por los derechos de las minorías no le comportaba ningún riesgo de enfrentarse al capital, harina de otro costal era asumir la defensa de los desheredados y de los trabajadores: implicaba la posibilidad de chocar con el capital, la alta finanza, las multinacionales y los conglomerados mediáticos que asumía su defensa en tanto que eran creación suya. Las minorías empezaron siendo para el felipismo la coartada moral que implicaba pocos riesgos. Además, las ONGs se conformaban con unas subvenciones que permitían que una parte de los fondos concedidos revirtieran en forma de gabelas a los mismos que las concedían, permitían “colocar” a los amigos o a los familiares, y finalmente generaban “buena conciencia”. Fue a partir del felipismo cuando las ONGs más absurdas empezaron a ser jugosamente subvencionadas y desprovistas de toda forma de fiscalización a pesar de vivir de los dineros públicos. La tendencia no varió con el aznarismo que siguió subvencionando a esas ONGs en la inmensa mayoría de los casos absolutamente inútiles y, finalmente, el zapaterismo extremizó esta práctica dilapidando fondos en los proyectos más absurdos, distantes y enloquecidos. Paralelamente, mientras el PSOE hablaba del 0’5% de ayuda al desarrollo, mientras entregaba fondos a espuertas para “tareas humanitarias”, desviaba la atención del problema central que se estaba generando: la pobreza iba en aumento en España, el empleo se precarizaba, la corrupción se enseñoreaba del Estado, los ayuntamientos y las comunidades autónomas. El régimen de subsidios y subvenciones que ha conocido bajo el zapaterismo su período dorado, nació con el felipismo y se mantuvo durante el aznarato. Nadie, absolutamente nadie, ningún gobierno ni de centro-derecha ni de izquierda es completamente inocente del desbarajuste que está rodeando al fenómeno migratorio en España.
Pero hubiera sido imposible llegar a ese desbarajuste sin establecer antes el marco legal a… vulnerar. Fue en 1985, cuando el felipismo trató de evitar (por imposición del club europeo) que España se convirtiera en la puerta trasera por la que se colaban millones de inmigrantes en el viejo continente. Por entonces España no estaba todavía integrada en la Comunidad Europea así que la Ley Orgánica 7/1985 de 1º de julio sobre Derechos y Libertades de Extranjeros en España tenia como finalidad establecer restricciones a la llegada de inmigrantes a nuestro país. La ley era restrictiva y se dijo que era de las más duras de Europa. Objeto de un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el Defensor del Pueblo, la sentencia del Tribunal Constitucional 115/1987 de 7 de julio, que anulaba algunos artículos (art. 26.2, párrafo segundo, el inciso «y solicitar del órgano competente su autorización» del art. 7 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, el art. 8.2 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, el inciso segundo del art. 34 de la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, «en ningún caso podrá acordarse la suspensión de las resoluciones administrativas adoptadas de conformidad con lo establecido en la presente Ley»). La Ley, hecha a prisa y corriendo para satisfacer a los futuros socios europeos y el aumento de los flujos migratorios experimentada a causa de los eventos del 92, generaron la necesidad de una nueva ley que se elaboró cuando todavía persistía el impacto del asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez y estaba al frente del ministerio Cristina Alberdi. Por entonces ya existían asociaciones de inmigrantes que presionaron al gobierno y llegaron a exigir que la reagrupación familiar fuera automática y entendida como “derecho fundamental” (véase El País. 18, abril, 1985), realizada por la presidente de Madres Dominicanas, Bernarda Jiménez, de la misma nacionalidad que Lucrecia Pérez. Otras asociaciones siguieron insistiendo en que la ley daba excesivo protagonismo a la policía en materia de inmigración planteándose que cuando España ocupara el semestre de presidencia europea, se redactara una nueva ley a lo que Felipe González accedió (y, por supuesto, no cumplió). En esos años también empieza a parecer en los medios la retórica de la “integración” como objetivo fácilmente alcanzable (a pesar de que nunca se había alcanzado, y nunca se alcanzaría en país alguno de Europa) pero el nuevo mito mediático ya estaba lanzado al terreno y a partir de ahí de lo que se trataba era de dilapidar cuantos más fondos mejor en “proyectos de integración”, los mismos que sistemáticamente habían ido fracasando en Europa. Pero en aquel tiempo los socialistas españoles, completamente ignorantes de lo que estaba ocurriendo en países como Reino Unido, Francia, Holanda, Alemania, pensaban que más allá de nuestras fronteras todo iba bien y que si existían tensiones era por la presencia de grupúsculos xenófobos y racistas, los mismos que habían asesinado a Lucrecia Pérez. El PSOE no podía evitar coquetear en aquella época con el “papeles para todos”, de la misma forma que su sindicato y sus juventudes estaban completamente instalados en esa ficción al calor de la cual José Luis Rodríguez Zapatero formaría su criterio político en la materia.
El 26 de octubre de 1992 una comisión interministerial del Gobierno aprobó un anteproyecto de ley para agilizar la concesión de visados a los familiares de los cerca de 110.000 inmigrantes instalados legalmente en España, es decir sobre la reagrupación familiar de los trabajadores extranjeros establecidos en España. La comisión no fijó ningún límite numérico a esta reagrupación. Por entonces, las cifras oficiales de inmigrantes extracomunitarios no superaban los 150.000. Así pues, esta ley, aprobada en un momento en el que la cifra de inmigrantes era baja, no preveía el boom del fenómeno. Al producirse éste, la política de reagrupación familiar fue solo uno más de los muchos elementos que confluyeron a la cristalización del “efecto llamada”. Solamente a principios de septiembre de 2003, manifestó su intención de limitar la reagrupación familiar a los cónyuges, hijos y padres. Y desde luego no se trataba de una propuesta muy sincera sino simplemente tranquilizadora porque en las encuestas del CIS hacia dos años que la inmigración aparecía entre los cuatro grandes problemas que preocupaban a los españoles.
La lectura de las noticias de aquella época hace casi sonreír. La muy felipista Comisión Interministerial de Extranjería acordó con toda solemnidad poner en marcha diversas medidas para reforzar la persecución del trabajo clandestino realizado por los inmigrantes y la explotación de estos empleados por parte de empresarios españoles… Eso mismo volvió a proclamar años después con no menos solemnidad Jesús Caldera tras la regularización masiva de febrero-mayo de 2005 cuando reiteró que los empresarios que contrataran a ilegales serían duramente castigados. Y lo mismo volvieron a hacer los socialistas en 2010 cuando la necesidad de recaudar más fondos imponía actuar contra el trabajo negro. En ninguno de estos casos, por muchas comisiones creadas y mucha solemnidad con que se enfatizaron las frases, se consiguió absolutamente nada.
En octubre de 1993, la administración socialista proclamaba –en medio de la penúltima gran crisis económica que vivió nuestro país hasta la fecha- que España había dejado de ser un país “de emigrantes” sino país “de inmigración”, algo que, por algún motivo y contra toda lógica, el felipismo consideraba un éxito (seguramente porque esa era la orden emanada de los centros de poder económico mundial). El director general de Migraciones del Ministerio de Asuntos Sociales, Raimundo Aragón, fue el encargado de llevar a la opinión pública este triunfalismo en un curso organizado en la Universidad de Oviedo. Según Aragón, se podía decir que desde el año 1974 ya no se emigra de España, como demuestra que en 1991 sólo unas 10.000 personas salieran del país y que sólo un 5 por ciento de la población haya expresado su deseo de vivir en el extranjero. Aragón afirmó que, por el contrario, la inmigración “ha sufrido una evolución distinta” y ha registrado un fuerte incremento, favorecido en parte por el proceso de regularización de inmigrantes desarrollado a partir de la denominada Ley de Extranjería de 1985.
Un año después, en 1994, el gobierno socialista aprobó un plan para la integración social de los inmigrantes –el primero de una larga serie de proyectos descarrilados todos y sobre los que nadie ha pedido explicaciones de a dónde han ido a parar los fondos dilapidados-, promovido por la entonces ministra socialista de Asuntos Sociales, Cristina Alberdi (pasada en 2004 al PP cuando parecía que este partido revalidaría su triunfo electoral y nadie daba un duro por aquel iluminado que parecía ser José Luis Rodríguez Zapatero, y que efectivamente lo era no solamente cómo suponía buena parte del país, sino mucho más de lo que era capaz de suponer el país). La Alberdi consideraba preocupantes que hubieran aparecido “algunos fenómenos racistas” (una vez más se refería al Caso Lucrecia porque examinando la prensa de la época -1994- se constata que no hubo absolutamente ningún otro incidente racista digno de relieve) y expresaba su preocupación y la del gobierno por “estos posibles brotes de xenofobia”. Lo más significativo de ese proyecto de integración fue la creación del Observatorio de Inmigración y del Foro de los Inmigrantes instrumentos que debían desarrollar el plan. El primero debía servir para realizar diagnósticos cuantitativos y cualitativos sobre la naturaleza del flujo de inmigración que llegaba a España. Casi veinte años después de aquellas iniciativas, ya sea en su versión original o en la remodelación que impulsó Consuelo Rumi en 2006, no sirvieron absolutamente para nada salvo para dilapidar fondos.
Otra de las curiosidades de la época consistió en la reunión plenaria del Senado el 5 de julio de 1990 en el curso de la cual el PP pidió “enérgicamente” la regulación de la inmigración en España. En una loable defensa a los derechos de los inmigrantes, el portavoz del grupo, José Miguel Ortí, aseguró que la Ley de Extranjería “no sólo está produciendo lesiones de los derechos y libertades de los extranjeros en España, sino que está dando lugar a reacciones de xenofobia en sectores minoritarios de nuestra población”… Ortí, no estaba tocado con el don de la videncia y no podía prever que una vez instalado en el poder con mayoría absoluta, el PP aprobaría una ley más restrictiva… que, paradójicamente, tampoco tendría ningún efecto regulador.
El Plan de Inmigración felipista debería “sentar las bases para afrontar el incremento de refugiados e inmigrantes que se producirá antes del año 2000”, tal como anunció. Alberdi, que calificó de “generosa” la política de España en materia de inmigración, advirtió que “vamos hacia una sociedad multicultural y multiétnica en la que el respeto y la tolerancia serán valores básicos”… era la primera vez que un miembro del gobierno socialista en ejercicio de su cargo hablaba en estos términos que luego se harían habituales en el zapaterismo.
Efectivamente, la postura del PSOE podía ser considerada como “generosa” y así lo reconocía en agosto de 1994 la Fundación Agnelli en la conclusión del informe “El Islam en Europa”. España era considerada como el país de la Unión Europea (UE) que concedía mayores reconocimientos a la religión islámica, pese a que la inmigración a esa nación era un fenómeno muy reciente y que la población de fe musulmana no superaba el 0,6 por ciento del total en aquellos años. “España, Italia y Grecia –señalaba el informe- se han convertido en meta de los flujos migratorios a partir de mediados de la década de los 80, a menudo considerados como países de primer acceso para luego posiblemente proseguir hacia las naciones más apetecibles del norte de Europa”. Según el informe, el acuerdo del 28 de abril de 1992 entre el Estado y la “Comisión Islámica de España” concedía “mayores reconocimientos a la religión islámica”.
En efecto el gobierno felipista, reconocía que el Islam es “de tradición secular en nuestro país y de relevante importancia en la formación de la identidad española”. Seguramente querían decir que la identidad española se forjó precisamente en la lucha contra el Islam desde la batalla del Guadalete hasta Lepanto… No es precisamente “memoria histórica” lo que sobra en el socialismo español, sino abundancia de tópicos prendidos con alfileres y de criterios históricos mal asimilados y peor vulgarizados.
Llama también la atención que en los últimos veinte años no hayan aparecido problemas nuevos relacionados con la inmigración que los que ya empezaban a fraguar durante el felipismo. A título de ejemplo podemos citar las El 10 de enero de 1994, el flamante subsecretario de Interior, Fernando Puig de la Bellacasa, aseguro que “las autoridades españolas serán inflexibles con la delincuencia extranjera” añadiendo, no sin razón que “los primeros beneficiados de esta lucha son los extranjeros que viven y trabajan de una forma normal en España”. Las declaraciones que dio a “El País” recién ascendido a número tres de Interior vale la pena recordarlas. Dijo por ejemplo: que la llegada de inmigrantes a España “es un fenómeno positivo, en términos de enriquecimiento social y cultural”. Añadió luego que “En caso de que no consigamos controlarlo estaríamos dando una base para la explotación de esta mano de obra de forma abusiva y estaríamos creando un ambiente que favorecería la xenofobia”. Identificó a las mafias como las grandes beneficiarias del conflicto. Y no estuvo muy afortunado cuando aludió a que “es un tópico que España sea la frontera sur de Europa en cuanto a inmigración. España tiene menor presión migratoria del sur que muchos países del norte de Europa”. O, para tranquilizar a la opinión pública explicó, con una seriedad pasmosa que “desde el verano pasado las embarcaciones detectadas han sido menos”, atribuyendo dicho descenso al “esfuerzo” de las autoridades marroquíes. Más lúcido estuvo cuando declaró al finalizar la entrevista que “Otro tópico es que los flujos migratorios son incontrolables y que están relacionados con el hambre. Los niños famélicos de Sudán no emigran”, dijo el nuevo subsecretario.
Esa tendencia a tranquilizar a la opinión pública es la que luego, examinando archivos de prensa, produciría carcajadas de no ser por la gravedad de los hechos. Fíjense sino; el 28 de octubre de 1992, el ministro marroquí en el Exterior, Ratig Haddaui, dijo que la colaboración hispano-marroquí para controlar la inmigración ilegal “empieza a dar sus frutos”, tras ser recibido por el Defensor del Pueblo, Alvaro Gil Robles. El ministro de la Comunidad Marroquí en el Exterior se mostró satisfecho por “todo lo que hace el Gobierno español” y subrayó que hay determinados problemas que no se pueden resolver sin una colaboración muy estrecha entre ambos gobiernos. Haddaui afirmó que la situación de los marroquíes en España “mejora día a día” y anunció que “las cosas van a mejorar mucho más en las próximas semanas”. Es evidente que algo ha pasado para que algo más de diez años después, la situación sea justamente la peor de todas las posibles.
Quedaba aludir, por supuesto, a la zona más candente de todo el problema: Ceuta y Melilla. Sin exagerar podemos decir que Felipe González es el responsable del vuelco demográfico producido en estas plazas y del consiguiente aumento del islamismo.
En 1985, la Ley 7/1985, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, como era de prever, suscitó problemas en Ceuta y Melilla. Un número extraordinariamente alto de ciudadanos de origen marroquí radicados en estas plazas, carecían de la documentación suficiente para residir con plenitud de derechos en estas dos ciudades. Cúmplase la ley: luego expúlsese a los ilegales. Demasiado como para pensar que el felipismo sería consecuente con su propia legislación. En noviembre de 1985 se produjeron incidentes que fueron presentados en Marruecos como principios de una insurrección de las comunidades musulmanas. La cosa no llegó muy lejos y pronto la agitación remitió dando paso a un acuerdo entre la comunidad musulmana y el gobierno español que triplicó el número de nacionalizados españoles de religión islámica y procedencia marroquí. A nadie se le escapaba –sólo al gobierno del PSOE- que se trataba de un error y, más en concreto, de una muestra de debilidad. Aumentar la presencia de una comunidad objetivamente dispuesta a sostener las posiciones de Marruecos, constituía la baza más fuerte de la partida entregada gratuitamente a Marruecos por el gobierno de Felipe González. Hassán II decidió dar un nuevo paso al frente, proponiendo la creación de una “célula de reflexión” y para ello utilizó un lenguaje deliberadamente conciliador. Hassán II, mucho antes que Zapatero, había inventado el recurso al “talante” para “proponer soluciones dentro del marco de los derechos imprescriptibles de Marruecos y de los intereses vitales de España”. El gobierno español se negó: había percibido, finalmente, que la ambigüedad y la debilidad no eran los mejores argumentos ante Hassán II.
Esta dificultad hizo que Hassán II variara su estrategia. Para colmo se le venía encima una crisis económica sin precedentes y la población juvenil prefería emprender el camino de la inmigración antes que permanecer en una patria que no ofrecía perspectivas. El mundo islámico, por lo demás, también estaba en permanente mutación a partir del ascenso de Jomeini al poder en Irán. Hassán II, para preservarse del potencial desestabilizador de todos estos elementos, intentó un alineamiento con los países occidentales y abordó el inicio de su idilio con los EEUU que su hijo ha concluido con la firma del Acuerdo de Libre Comercio de 2004.
En 1990, cuando EEUU llamó al orden a Irak tras la ocupación de Kuwait, Marruecos participó en la coalición internacional. Logró, a través de la influencia francesa, un acuerdo de asociación con la CEE mediante la cual fue recibiendo jugosas ayudas para programas de cooperación. Incluso con España, Rabat estuvo en condiciones de trenzar acuerdos de amistad y cooperación. En 1985 adquiría material de guerra en nuestro país (error: no hay nada peor que contribuir a rearmar al adversario geopolítico). Oficialmente, ambos países vivían un nuevo idilio presidido por un ambiente de armonía y comprensión recíproca. Sin embargo, los problemas se multiplicaban y acumulaban: las exportaciones de hachísh a Europa empezaban a ser masiva, los productos hortofrutícolas marroquíes suponían una competencia desleal para los productos españoles y, además, entraban en los mercados europeos pasando por España, la inmigración marroquí estaba invadiendo Europa y, más en concreto, Francia y Bélgica. Marruecos creaba problemas y Europa (particularmente España) financiaba a Marruecos. Error: no financies a quien te crea problemas.
En 1988 España concedió un crédito multimillonario a Marruecos. En 1989 se firmaron acuerdos de protección de inversiones y cooperación militar. Poco después se sabía de un faraónico proyecto de unir España y Marruecos mediante un puente o un túnel submarino. Se institucionalizaron las conferencias bilaterales, de rango similar al que España celebraba con países europeos. Finalmente, el 4 de julio de 1991 se firma un Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación, ratificado en 1993. A este acuerdo siguió otro firmado en 1993 para el desarrollo del Norte de África y, en 1996, otro más para cambiar deuda externa por participaciones empresariales; y, finalmente el acuerdo para combatir el cultivo de cannabis… El cultivo del cannabis es ahora un 250% mayor al del momento en que se firmó el acuerdo. Error: no firmes tratados con alguien que, día a día, evidencia no ser un buen vecino.
En 1994, Marruecos volvió a la carga en su parlamento reivindicando la devolución de los “enclaves coloniales” y todo el asunto de la “célula de reflexión”. El primer ministro Adelatif Filali, volvió a insistir en la “recuperación de las dos ciudades usurpadas, Ceuta y Melilla, y las islas vecinas” y, ante NNUU, aludió a “las últimas colonias en África”. Ayuda, cooperación, a cambio de reivindicaciones e insultos. Error: no ayudes a quien te insulta.
En realidad, toda la política felipista en materia de inmigración había sido un enorme, increíble y fenomenal error que repercutiría negativamente en los veinte años siguientes.
© Ernesto Milà
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