¿Cuántas vidas tiene un grafiti?

"El Ayuntamiento de Madrid destruye en la calle multitud de obras de arte y nadie se alarma porque, sencillamente, no han sido tasadas económicamente", puso de manifiesto en cierta ocasión el artista urbano Neko. Dos pintadas callejeras localizadas en los últimos meses en Madrid vuelven ahora a agitar el debate sobre el impacto y la 'caducidad' del denominado Street Art.

Las piezas en cuestión, que no son exactamente grafitis sino dibujos realizados con ácido sobre el cristal de sendas marquesinas de la Empresa Municipal de Transporte (EMT), datan de diciembre de 2011 (corazón) y abril de este mismo año ('caminante indignado'). Pero no ha sido hasta semanas recientes cuando su autor, precisamente Neko, quien ya había dado por desaparecidas estas intervenciones, ha vuelto a tener noticia de ellas a raíz de los mensajes que varios vecinos de San Blas y Canillejas le han hecho llegar a su web.

En sus correos electrónicos –y siempre según la versión de este agitador cultural–, los ciudadanos le agradecían el haber llevado una pequeña muestra de su 'catálogo' a barrios nada familiarizados con este tipo de expresión artística. A lo que Neko reaccionó con sorpresa: las dos actuaciones por las que era felicitado habían sido ejecutadas en la Plaza de Jacinto Benavente, a kilómetros de distancia de donde supuestamente iniciaban una insólita ‘nueva vida’.

El supuesto reciclaje de mobiliario urbano 'intervenido' y su posterior traslado de Distrito Centro a otros emplazamientos periféricos son rechazados con contundencia por la empresa Cemusa, explotadora comercial de las marquesinas. "Algo tan salvaje no se pone en ningún otro sitio", niega un representante de esta contrata municipal, filial del grupo Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). "Si un cristal tiene un pequeño defecto y en un momento determinado no hay repuesto sí es posible que se retire del Centro para ser colocado en una zona de menor visualización, por ejemplo en carretera. Pero insisto, siempre que se trate de algo pequeñito. Este tipo de grafitis puedo garantizar que no se mueve a otro sitio de Madrid".

¿Retoque fotográfico?

Neko, presente en la pasada edición de ARCO con una pieza de similares características a las que ahora son objeto de controversia, prefiere no pronunciarse al respecto tras ser contactado por ELMUNDO.es. Únicamente remite a la documentación gráfica aportada como evidencia de la deslocalización. Cemusa, sin embargo, califica estas imágenes de "montaje" y se parapeta en su experiencia en el análisis de fotografías con diversas herramientas informáticas y en su habilidad para detectar irregularidades.

"Cuando presentamos ofertas una de las técnicas que más utilizamos es la integración. Es decir, colocar una marquesina nuestra en la ciudad a la que nos presentamos, para que el cliente vea cómo quedaría nuestro mobiliario en su ciudad. Es por esto que dominamos bastante la técnica de colocar objetos donde no existen", subraya el mismo portavoz de una compañía que se anuncia en internet como "multinacional líder en el sector de la publicidad exterior".

Al margen de la tecnología, Cemusa se apoya también en otras cuestiones como la observación o la falsa casualidad para defender su postura. "Ya que tanto empeño pone esta persona en demostrar que sus 'obras de arte' son expuestas en diversas ubicaciones, ¿le resultaría demasiado complicado sacar dos fotos con el mismo ángulo? Eso dejando al margen la inmensa suerte que tiene. De entre las 3.000 marquesinas de Madrid ha ido a encontrar no en una, sino en dos ocasiones, sus vidrios vandalizados 'reutilizados'. A mí me parece mucho más lógica la explicación de que, puesto que conoce perfectamente las ubicaciones donde realiza sus fechorías, les hace fotos e intenta hacer creer que son el mismo vidrio, cuando no va directamente a por el montaje".

El precedente de los trenes rayados

En el circuito, sin embargo, la impresión es que este tipo de situaciones anómalas están a la orden del día. "Es una maniobra habitual", apunta Eduardo Lamparero, crítico de arte urbano. "Cuando se produjo el 'boom' del rayado de cristales en los trenes de Cercanías de Madrid, en torno a 1998, Renfe distribuyó los convoyes intervenidos por las líneas del resto de España en un intento por aplacar la intensidad del fenómeno. Y eso sigue ocurriendo en otros ámbitos del grafiti. Nunca verás circular un tren pintado porque es retirado inmediatamente a las cocheras".

Por su parte, Guillermo de la Madrid, quien desde 2006 documenta y analiza grafitis realizados en toda la ciudad en su blog Escrito en la pared, deja caer que el componente socioeconómico podría explicar el hipotético cambio de ubicación de las pintadas. "Limpiar el ácido sale (me imagino) caro, así que voy y me llevo ese cristal a una marquesina perdida", opina. "Y en cuanto a los barrios, está claro que no es lo mismo tener un grafiti permanente en Tirso de Molina o la Plaza de Benavente que en la carretera de La Fortuna o en Ciudad Pegaso. En la marquesina de la carretera de La Fortuna el efecto es nulo, porque la poca gente que pasa por allí ni lo ve".

El misterio del 'grafiti itinerante' sale a luz en un momento sensible. A finales de julio, el Ayuntamiento de Madrid decidió prorrograr el contrato de las marquesinas de las paradas de autobús (más de 4.100 en la capital) para evitar realizar una nueva concesión a un precio inferior. La ampliación, por tres años y con un canon de 20,8 millones de euros, tiene su origen en el desplome de la inversión publicitaria (15% respecto al primer trimestre del ejercicio anterior y estimaciones de un nuevo descenso de hasta el 4,5% este año).