Joan Ferran: "¿Costra nacionalista? Todavía quedan tics. Quien tuvo, retuvo"

por paucatala 15/1/2009, 3:24 am

"Hay que arrancar la costra nacionalista de Catalunya Ràdio y TV-3". Con esta declaración a EL PERIÓDICO, el portavoz adjunto del Grupo Socialista en el Parlament, Joan Ferran, hizo temblar hace poco más de un año el tablero catalán. Hoy, 13 meses después, Ferran publica la novela Maleïda crosta (Columna), una ficción muy real ambientada en los despachos del Parlament.

--¿Sigue percibiendo una costra nacionalista en los medios de comunicación de la Generalitat?
--Hay un intento serio de despartidizar los medios por parte de los nuevos gestores de la radio y la televisión públicas.

--Un intento, dice. ¿No un logro?
--Se está haciendo un esfuerzo notable para usar un lenguaje y unos conceptos asumibles y entendibles por la mayoría de los catalanes.

--¿Persiste o no persiste la costra?
--Aún quedan algunos tics de épocas pasadas. Quien tuvo, retuvo.

--Iolanda, la joven radical de su novela, expresa dudas sobre la voluntad o la capacidad real del tripartito de luchar contra esa costra. ¿Trasluce eso su opinión?
--Es la opinión de un personaje de la obra que seguramente quisiera que la despartidización de los medios fuese más rápida. Los personajes siempre proyectan algo del pensamiento del autor, pero no de forma precisa ni total.

--En Maleïda crosta realidad y ficción se entrelazan hasta hacerse indistinguibles...
--Es una novela superrealista: buena parte de la trama ha sucedido, y el resto podría haber sucedido.

--En la obra, Oriol Puigdueta (Pujol) es un personaje iracundo, rabioso. ¿Ficción o realidad?
--Es más bien vehemente.

--Antoni Bassas, un predicador nacionalcatólico a la catalana que cuela opinión por información...
--Eso dice un personaje de la novela.

--Josep Cuní, un vanidoso...
--La de Cuní es una vanidad virtuosa, muy positiva.

--Montserrat Nebrera es protagonista de las fantasías sexuales de algunos diputados socialistas...
--Esto es muy probable.

--Y usted, claro, se reserva el mejor papel de la función. El portavoz del Grupo Socialista de Maleïda crosta, Manuel Serrats, álter ego del autor, es un maduro lúcido, culto, tolerante, brillante y sexualmente exitoso. A esto se le llama jugar con ventaja...
--Serrats no soy yo, es un personaje ficticio. No es mi alter ego, es evidente. Eso sí, es un portavoz parlamentario maduro e interesante.

--¿Es su libro un ajuste de cuentas?
--No, no, no. En absoluto.

--Pues menos mal. En todo caso, bajo estos pasajes más o menos conflictivos o morbosos, subyace una interesante reflexión sobre el choque entre idealismo y posibilismo en la acción política...
--En efecto, este es el asunto central, el núcleo. La dialéctica entre el mundo político alternativo y el oficial. Entre un mundo progresista de ideales aún intocados, crítico con los déficits democráticos que alejan a los ciudadanos de la política, encarnado en el personaje de la universitaria Iolanda, y el mundo de la política real, de la política de lo posible, representado por el diputado socialista Serrats.

--¿Es la dialéctica entre esos dos personajes el reflejo de una duda interior del autor?
--En toda obra de este tipo hay un reflejo de las dudas pasadas, presentes o futuras del autor. No en vano toda la izquierda europea lleva años preguntándose a dónde va.

--¿Y a dónde va? O mejor: ¿A dónde cree que debería ir?
--A garantizar la pervivencia del Estado del bienestar y el respeto de los derechos humanos, y a trabajar por su expansión en el mundo. Si quiere, hablamos de la crisis económica o de Gaza, por ejemplo.

--Primero, acabemos con su novela. Antes de recalar en la socialdemocracia, usted militó en la izquierda revolucionaria. ¿Tiene la sensación de haber abandonado sus sueños o de haberlos traicionado?
--Traicionado, no. Pero sí he dejado por el camino los sueños imposibles de realizar. Abandonar lo imposible era el precio que había que pagar para hacer realidad lo posible.

--¿Cuál es el principal sueño que ha abandonado usted?
--El del advenimiento inmediato de una sociedad sin clases.

--Dice usted inmediato. ¿Significa que el abandono no es definitivo?
--Claudín histórico dirigente del PCE expulsado por Carrillo en 1964 y luego militante del PSOE decía que la revolución es un proceso muy largo. Pues eso.

--¿Reverbera acaso una cierta mala conciencia del autor en el personaje de la radical Iolanda?
--Más que eso, Iolanda es el acuse de recibo de lo que me cuenta mucha gente joven.

--¿Y qué le dicen, que han traicionado ustedes sus viejos sueños?
--Pero el diputado acaba mostrándole a Iolanda una larga lista de logros políticos reales, tangibles, sin los cuales ella probablemente nunca hubiera podido doctorarse.

--Sí, pero Iolanda siembra la duda en Serrats. Le leo: "Quizás tenía razón Iolanda cuando afirmaba que los personajes de la política catalana eran tristes, sin pasiones, o mejor dicho, cautivos de pasiones tristes".
--¿Acaso encuentra usted apasionante llevar cinco años discutiendo casi en exclusiva del Estatut y de la financiación? Es notorio que la participación electoral en algunas citas autonómicas dista mucho de lo deseable.