Godoy: el expulsado de la historia.

Godoy: el expulsado de la historia.

Ignacio Sánchez Arcilla recupera al primer ministro de Carlos IV, mientras que el profesor Cachero analiza la obra literaria sobre la guerra de Independencia

Manuel Godoy, el primer ministro de Carlos IV, uno de los personajes más poderosos del planeta después de la invasión napoleónica, desapareció de la historia después de que Fernando VII subiera al trono. «No fue hasta 1847, pocos años antes de su muerte en París, que Isabel II decidiera rehabilitar la memoria del político más denostado, el generalísimo de los dos ejércitos, el director de la política internacional en los últimos años del siglo XVIII y en los primeros del XIX», explicó ayer en La Granda el catedrático de Historia del Derecho Ignacio Sánchez Arcilla. Las decisiones de Manuel Godoy determinaron el desarrollo posterior de una nación cuyo imperio estaba en decadencia, cuyas fronteras habían sido traspasadas por las fuerzas de Bonaparte, el hombre que construyó Europa a partir de una imagen sacada de los turbulentos años franceses después de 1789.

¿Era entonces Manuel Godoy el gran conspirador de las crónicas históricas? El profesor Sánchez Arcilla consideró que no. «Fue el hombre más fiel a la Monarquía de Carlos IV, que se quedó solo ante la Iglesia, Napoleón y, sobre todo, Fernando VII, el Príncipe de Asturias, el verdadero conspirador», aseguró el catedrático de la Complutense.

Los años turbulentos entre los siglos XVIII y XIX cambiaron la faz de una nación inquieta. A través de Godoy -«uno de los políticos más importantes de aquel tiempo», en palabras de Sánchez Arcilla- se conoce el desarrollo de todas las guerras napoleónicas, el objeto último del curso que hasta el próximo viernes se desarrollará en la residencia de La Granda.

Para comprender todas las peripecias hay que presentar a los protagonistas de la trama: Carlos IV y la reina María Luisa se sientan en el trono cuando Napoleón, el emperador francés, decide cruzar los Pirineos. ¿Qué pretende? El historiador del Derecho dijo que «regenerar la Monarquía de los Borbones» y, asimismo, cercar a Portugal, el único aliado del Reino Unido en el continente, el único país que desobedeció al bloqueo continental dictado por Bonaparte. O sea, que para acabar con Inglaterra antes se tiene que acabar con Portugal y para conseguir este objetivo hay que cruzar el territorio español: la guerra ya está sobre el tapete de juego. ¿Qué pintaba Godoy en todo este ir y venir de fechas? El profesor Sánchez Arcilla afirmó que su papel fue siempre muy importante: defender a Carlos IV, intentar parar las veleidades del príncipe Fernando y parar los pies a Napoleón. Una labor ardua en una corte donde la desconfianza sobresale en el trajín diario. «Son tiempos complicados aquellos que le tocaron vivir», determinó el catedrático.

Uno de los episodios fundamentales en la vida de Godoy fue la «conspiración de El Escorial»: Fernando hace abdicar a su padre en él mismo y al poco Carlos IV dice que se vio obligado a hacer eso. Se detiene al Príncipe y termina inculpando a todos sus cómplices. Se intentó castigar a Fernando, pero Napoleón lo impidió. Lo que pasó después fue el episodio de Aranjuez: ahí Fernando consiguió su objetivo, pero otra vez Napoleón entró en la partida: se llevó a toda la familia a Bayona, hizo abdicar a Fernando de nuevo en Carlos y éste, a su vez, en Napoleón. «Por fin el emperador consiguió regenerar la Monarquía: llamó a José, su hermano, y lo hizo rey. Había derrotado de nuevo a los Borbones, ese era el espíritu de la Revolución, y era la consecuencia de la poca eficacia mostrada por esta familia en el Gobierno de ambos países», explicó Sánchez Arcilla.

Los movimientos continuados de Godoy provocaron el desprecio del pueblo que había gobernado durante tantos años. «Cuando después de la muerte de Fernando VII publicó sus memorias en España se pensaba que estaba muertoÉ y lo único que pasaba era que vivía en el exilio parisino, ciudad a la que llegó después de la muerte de Carlos y María Luisa, «los reyes a los que había servido con absoluta fidelidad durante todos los años de su vida», concluyó Sánchez Arcilla.

Literatura y guerra

El programa de la mañana lo cerró el profesor Martínez Cachero, que hizo un repaso a la literatura surgida con la guerra de la Independencia como fondo. El catedrático de la Universidad de Oviedo centró su ponencia en Benito Pérez Galdós y en su primera serie de los «Episodios nacionales», aquellos que comenzaron con «Trafalgar», con el personaje de Gabriel Araceli. «Escribió novelas épicas, políticas, cortesanas, de protagonista definidoÉ», comentó Cachero. Tras Galdós saltó a Pedro Antonio de Alarcón y sus «Historietas nacionales», los cuentos juveniles situados en los primeros años del siglo XIX.