Medios de comunicación en Cataluña: seguidismo u ostracismo.

"Estamos en el mismo barco y hemos de intentar pilotarlo de una manera que nos lleve a todos a buen puerto". Son palabras de Artur Mas (CiU), presidente autonómico, dirigidas a los periodistas en la entrega este jueves 22 de diciembre de 2011 de los premios a la Comunicación que entrega anualmente la Generalidad de Cataluña.

Para el líder nacionalista, el sector de la comunicación en la Comunidad "forma parte de la identidad" de Cataluña. Este, y solo este, es el mejor resumen del entramado mediático en Cataluña, es decir, el periodismo debe formar parte de la construcción nacionalista.

Solo así se puede entender la clasificación de los distintos grupos mediáticos que conviven en la Comunidad. Una clasificación que se podría resumir y separar entre los medios de comunicación públicos (Corporación Catalana de Medios de Comunicación: TV3, Catalunya Ràdio y ACN, básicamente; y en menor medida: BTV y COM Ràdio) y los medios de comunicación concertados (el resto, casi sin excepción), que lisonjean al poder político.

Aún así, podemos ordenar los grandes grupos mediáticos de titularidad privada en tres grandes bloques:

1. Medios del establishment. Están siempre con el poder político de turno. Básicamente son de derechas (aunque no todos) pero saben moverse perfectamente en épocas controladas por partidos de izquierdas. Así ha pasado durante los siete años del tripartito en la Generalidad (2003-2010) y los siete de Zapatero al frente del Gobierno (2004-2011). El paradigma de este grupo es el Grupo Godó que tiene el mayor entramado mediático privado de Cataluña (La Vanguardia, 8TV, RAC1, El Mundo Deportivo). Pese a que ha recibido el apoyo de todos los gobiernos autonómicos, CiU es su gran aliado.

No quedan lejos el Grup Hermes (El Punt Avui) y Cultura 03 (Ara), holdings que sobreviven gracias, y únicamente, a las ayudas económicas del erario público. Son parte del establishment y no son, en puridad, conservadores. ERC es su referencia.

Con menos peso político e influencia se sitúan Edicions del País Valencià (El Temps), empresa gestionada por un amigo íntimo de Pujol como es Eliseu Climent, valenciano pancatalanista, y que recibe enormes subvenciones cada año de la Generalidad de Cataluña. Y Grup Flaix (FlaixFM y Ràdio Flaixbac), empresa del showman independentista Mikimoto y Carles Cuní, hermano del presentador de televisión Josep Cuní, ex de TV3 y ahora buque insignia de la televisión del Grupo Godó. El Grup Flaix puso en marcha en 2001 un canal de televisión junto a Òmnium Cultural que cerraron en 2005 tras cosechar un rotundo fracaso empresarial.

Todos estos holdings mediáticos tienen un hilo conductor: la lengua catalana. Incluso el Grupo Godó, que edita una versión de La Vanguardia en catalán traducida del español, gracias a la subvención que recibe de la Generalidad solo para esto. Pero Grup Teletaxi (RTT, Ràdio RM y TeletaxiTV) es un entramado que rompe con esta dinámica. Este grupo está en manos de Justo Molinero, ex taxista, andaluz, convertido al secesionismo y simpatizante de CiU.

De ámbito mucho más local --pero también conservador y "amigo" del establishment-- podemos encontrar Prensa Ibérica (Diari de Girona y Regió7), que paradójicamente edita uno de los periódicos más serios de Cataluña, en Gerona, y uno de los más independentistas, en Manresa (Barcelona). Promotora Mediterránea de Informaciones y Comunicaciones (Diari de Tarragona) hace lo propio en la provincia de Tarragona. Estos grupos de comunicación están muy ligados al poder político local, tanto el municipal como el provincial.

En este grupo cabrían medios ya desaparacidos cuyo fin principal era el de crear país, como Promotora Editorial Europea (El Observador) y Fomento de la Prensa (El Correo Catalán), cuyo control lo ostentaba, directa o indirectamente, Jordi Pujol (CiU), presidente de la Generalidad entre 1980 y 2003, y el pujolismo y su sector financiero de Convergència.

2. Medios de izquierdas. Son muy críticos con los gobiernos conservadores. Se evidenció, sobre todo, durante la última etapa de la Administración Aznar (2000-2004). También son críticos con CiU pero nunca lo han sido en el ámbito identitario.

Son claramente pro PSOE, PSC e ICV-EUiA, y el tripartito les ha distanciado de ERC. Grupo Zeta (El Periódico, Interviú, Sport, Tiempo, Ediciones B) era el gran grupo con sede central en Barcelona creado con la intención de disputar la hegemonía periodística al Grupo Godó. Sin embargo, casualidades o no, desde 2001, fecha en la que murió Antonio Asensio, su fundador, Zeta solo ha hecho que perder influencia y capacidad política.

El Grupo Prisa (El País, Ser, Digital+, Grupo Santillana, Cinco Días, As) podría clasificarse en este segundo apartado, si bien hay sectores del mundo independentista que --pese a que la dirección de la redacción de la edición de Cataluña de El País es notablemente nacionalista-- consideran que es un medio "españolista", por tener su sede central en Madrid.

Algo similar le ocurre a Mediapro (Público, Barcelona TV, Ovideo TV), empresa catalana --y con sede central en Barcelona-- pero de ámbito y obediencia económica nacional cuyo dominio empresarial, además, se encuentra en el mundo del cine y la producción audiovisual.

3. Medios hostiles. Desde el ámbito nacionalista no se consideran ni medios de comunicación catalanes. En este grupo entrarían los periódicos y medios editados por Unidad Editorial (El Mundo, Marca, Expansión, Veo TV, La Esfera de los Libros), Planeta (La Razón) y Vocento (Abc, Abc Radio, Qué!), aunque todos tengan sede en Barcelona e, incluso, la central de una potente editora de libros a nivel mundial, como Planeta, esté en la capital de Cataluña.

Y radios como Cope, Onda Cero (del Grupo Antena 3, que tiene desde hace unos días La Sexta, y cuya empresa accionista mayoritaria es Planeta) o grupos como Intereconomía (La Gaceta, radio y televisión) --Julio Ariza: "No somos gratos al nacionalismo catalán, pero sí a más de medio millón de catalanes"--.

No son medios nacionalistas y, por lo tanto, son considerados hostiles al proyecto común final. Como el primer grupo de esta clasificación, son básicamente conservadores. Y la diferencia con aquellos es que estos medios, del tercer grupo, reciben pocas o ninguna ayuda por parte del poder político de la Generalidad: el menor número de subvenciones y, si es posible, retirarles las licencias de emisión.

UN INVENTO DEL PUJOLISMO

Esta estructura y diferenciación entre medios afines y, por lo tanto, controlables, y medios hostiles la puso en práctica Pujol durante sus años de mandato al frente de la Generalidad. Ya desde los primeros años 80.

Creó un entramado de medios públicos: TV3, Canal33, Catalunya Ràdio, Catalunya Informació... a imagen y semejanza del ente nacional de televisión entorno a RTVE. Incluso, acuñó el término de "televisión nacional" y "radio nacional" para TV3 y Catalunya Ràdio, respectivamente. Poco después se creó una agencia de noticias, al estilo de Efe, la Agencia Catalana de Noticias (ACN).

El objetivo final era sustituir todo lo público con referencias a España para que fuera sustituido por una visión de ver Cataluña, tal y como él quería que fuera --Los españoles pagan el despilfarro de radios y TV públicas subvencionado por la Generalidad--.

Pero Pujol quería que, además del entramado público, coexistieran una serie de emisoras de televisión, periódicos y radios privadas. Así, las subvenciones a los grupos de comunicación de titularidad privada se convirtió en el segundo paso.

Cuantos más existan, mejor, y si todos dependen del dinero público --aunque sean medios privados--, todavía mejor. El único requisito para acceder a la subvención fue, y sigue siendo, el idioma. La ideología identitaria ya entraría sola (gracias al control de la educación, la inmersión lingüsítica en als escuelas...).

FALTA DE INDEPENDENCIA

Este entramado de subvenciones y creación de empresas de comunicación dependientes del poder político, convierten a Cataluña en una Comunidad con un enorme déficit de actitud crítica frente al poder. Es lo que se llamó el oasis catalán.

Este oasis no es otra cosa que la ocultación de los auténticos problemas y niveles de corrupción política y económica que existen en Cataluña. En este sentido, la prensa y los medios de comunicación estarían realizando una tarea de desinformación en lugar de informar de los hechos relevantes.

Así, si toda la prensa catalana reduce la actitud crítica frente al poder más cercano (local y autonómico), el pensamiento generalizado y la construcción del imaginario colectivo convierten la realidad en los intereses políticos (de CiU, en este caso).

Tal y como apunta Juan Luis López-Galiacho en un artículo para Cuadernos de Información y Comunicación en 2010:

"[...] Revisando los hechos de gran trascendencia social, económica o política acaecidos en Cataluña durante años, que no investigaron los medios de comunicación catalanes, podemos confirmar que la práctica habitual de los medios catalanes ha sido ocultar los Caso Banca Catalana, Caso Filesa, Caso Raval, Cobro de comisiones por CiU, Financiación irregular de Unió, Las obras del AVE, Caso Pretoria, etc. [...]
El oligopolio no puede funcionar eficazmente sin una estructura organizativa expresa, a la que se encomiende no sólo el control de todos los medios díscolos o simplemente discrepantes con las consignas y mensajes oficiales, sino también la intervención activa para casos en que se considere concitar "el todos a una" (como el caso del editorial que publicaron, a la vez, doce periódicos a favor del Estatuto de Cataluña y en contra del Tribunal Constitucional)".
Así es, los medios de obediencia catalana o bien ocultaron estos casos de corrupción hasta el límite o bien no fueron los que los destaparon. Y no hay mejor ejemplo de borrosa confusión entre prensa y poder político que el ya tristemente famoso editorial conjunto --Golpe mediático de la prensa catalana en defensa del Estatut--.

Interesante.

Pero lo peor de todo es que el gobierno nacional no haga NADA.

Será difícil quitar el estiércol montado por Puyol y compañía, pero habrá que hacerlo.

Y sobre todo, luchar con sus mismas armas para recuperar la morar catalana como hubo antaño.

El medio de comunicación social que no siga al pie de la letra los dictados de la Generalitat, no percibira ni un euro en subvenciones y que se olvide de los jugosos contratos de publicidad institucional.
Y como hay que comer todos los días, pues la inmensa mayoría se pliegan a los dictados de tan democráticos personajes.¡
Una indecencia mas perpetrada con dinero público.